¿Influye tu madre en cómo te ves ante el espejo? Un estudio internacional revela el poderoso rol de la familia en la imagen corporal de las jóvenes
Lo que se dice en casa pesa más de lo que imaginamos: madres y hermanas moldean, muchas veces sin saberlo, la relación que las jóvenes tienen con su apariencia física. Investigadoras advierten de que estas influencias varían entre culturas y pueden proteger —o dañar— la autoestima corporal femenina.
Por Enrique Coperías
Sin duda alguna, la imagen corporal femenina es un tema de rabiosa actualidad porque preocupa y ocupa a las autoridades sanitarias, ya que puede ser el detonante de graves problemas tanto para la salud mental como física. Foto: Milada Vigerova
¿Te has preguntado alguna vez por qué algunas personas se sienten a gusto con su cuerpo mientras que otras no logran mirarse al espejo sin encontrar fallos? ¿Qué papel juegan las madres y las hermanas en esa relación con el cuerpo y la comida? La respuesta, según un reciente estudio internacional, podría estar más cerca de lo que crees: en casa.
Un equipo de investigadoras liderado por la psicóloga clínica Melanie Deek, desde la Universidad Flinders (Australia), ha revelado datos sorprendentes sobre cómo influye la familia en la imagen corporal de las jóvenes. La investigación, publicada en la revista científica Body Image, comparó las experiencias de más de 850 mujeres de entre dieciocho y veinticinco años en dos culturas distintas: la australiana y la libanesa.
Y lo que descubrieron puede cambiar la manera en que entendemos los problemas relacionados con el cuerpo, la alimentación y la autoestima femenina.
Detonante de atracones, anorexia y depresión
Sin duda alguna, la imagen corporal femenina es un tema de rabiosa actualidad porque preocupa y ocupa a las autoridades sanitarias, ya que puede ser el detonante de graves problemas tanto para la salud mental como física. Entre los más comunes se encuentran el desarrollo de trastornos alimentarios, como la anorexia, la bulimia y los atracones, así como una baja autoestima y dificultades para aceptar el propio cuerpo.
También se asocia con un aumento de los niveles de depresión y ansiedad, especialmente en adolescentes, y puede derivar en conductas de riesgo, como dietas extremas, consumo de sustancias y excesiva obsesión con el ejercicio.
Los datos revelan una realidad preocupante: una gran mayoría de mujeres en todo el mundo experimenta insatisfacción con su cuerpo desde edades muy tempranas. Diversas investigaciones muestran que más del 70% de las mujeres en países como Argentina no se sienten cómodas con su apariencia, y un porcentaje similar ha utilizado expresiones negativas para describirse, como llamarse «gorda», en algún momento de su vida.
Una de cada tres adolescentes, insatisfecha con su imagen
El malestar con la imagen corporal no es exclusivo de las personas adultas. De hecho, más de una de cada cuatro mujeres comienza a tener problemas con su imagen antes de los diez años. En el Reino Unido, un informe indica que más de un tercio de las adolescentes se sienten molestas por su apariencia y muchas experimentan vergüenza al respecto, lo que evidencia que esta problemática afecta profundamente la salud mental desde edades tempranas.
Esta percepción negativa se ve intensificada por el uso de filtros en redes sociales, que distorsionan la realidad y alimentan ideales inalcanzables. Sin ir más lejos, investigaciones recientes señalan que solo ocho minutos de exposición a contenido proanorexia en TikTok son suficientes para minar la satisfacción corporal y aumentar la aceptación de ideales de extrema delgadez.
Asimismo, documentos internos de Meta, empresa matriz de Instagram, revelan que esta plataforma agrava los problemas de imagen en una de cada tres adolescentes, lo que ha generado fuertes críticas hacia el rol de estas tecnologías en la salud mental de las jóvenes.
Las madres, especialmente en las culturas occidentales, pueden tener influencia negativa, con sus comentarios y actitudes, en la imagen corporal que sienten sus hijas, según un nuevo estudio. Imagen generada con DALL-E
El cuerpo en el punto de mira… dentro de casa
El nuevo estudio de la Universidad de Flinders evidencia, sin embargo, que el caldo de cultivo de la insatisfacción corporal puede germinar en el seno de la propia familia. Deek y sus colegas han explorado la relación que existe entre madres e hijas, así como entre hermanas, y cómo estas influencias afectan a la percepción del cuerpo, a la satisfacción o insatisfacción corporal y a los hábitos alimentarios.
Los investigadores se enfocaron no solo en lo negativo, como la presión estética y los trastornos alimentarios, sino también en aspectos positivos, caso de la apreciación corporal, esto es, aceptar y valorar el cuerpo tal como es; y de la alimentación consciente, es decir, prestar atención a cómo comemos, sin distracciones ni juicios.
El hallazgo principal del estudio fue claro: aunque las mujeres libanesas y australianas compartían niveles similares de insatisfacción corporal, las libanesas mostraban una apreciación corporal significativamente mayor.
El papel de la madre: una figura influyente (y no siempre como pensamos)
Deek, autora principal del estudio, lo explica así en un comunicado de la Universidad Flinders: «Nuestros hallazgos desafían la idea generalizada de que la imagen corporal negativa se experimenta igual en todo el mundo. Las mujeres de Medio Oriente, en particular, demostraron una mayor valoración de su cuerpo, lo que puede estar relacionado con valores culturales y la cercanía familiar, que promueven la autoaceptación».
Una de las revelaciones más interesantes del estudio fue que, dentro de la familia, las madres tenían un impacto más fuerte que las hermanas en la manera en que las jóvenes veían su cuerpo y se relacionaban con la comida.
Aunque muchas veces se piensa que los comentarios familiares sobre el físico —el llamado fat talk, es decir, hablar de forma negativa y despectiva sobre el cuerpo—son dañinos, en el caso de las jóvenes libanesas, ese tipo de charlas se asociaba, de forma sorprendente, con efectos positivos, como una mayor apreciación corporal.
Cuando comer se hace con atención… y sin distracciones
«En las mujeres medioorientales, este tipo de conversaciones no siempre tiene un efecto negativo. Puede haber una dinámica cultural distinta, donde hablar del cuerpo forma parte de una relación más cercana y comprensiva» explica Deek.
Esto sugiere que no todos los contextos familiares funcionan igual. En culturas como la libanesa, donde las relaciones familiares suelen ser más cercanas y emocionalmente intensas, incluso los comentarios sobre el cuerpo pueden tener un matiz distinto al que tendrían en contextos occidentales más individualistas.
Otro descubrimiento revelador fue que las mujeres libanesas practicaban más la llamada alimentación consciente, especialmente el hábito de comer sin distracciones, como evitar pantallas o ruidos mientras se come. Este tipo de conducta, más común en prácticas orientales como el mindfulness, se ha asociado con una mejor relación con la comida y el cuerpo, además de beneficios para la salud mental y física.
«Su enfoque más atento al momento de comer puede no solo fomentar hábitos alimentarios saludables, sino también contribuir a una imagen corporal positiva», comenta Deek.
Cultura vs. globalización: un debate en evolución
Esto contrasta con la tendencia observada en las participantes australianas, que estaban más expuestas a comparaciones sociales y a influencias de los medios, ciertas apps y las redes sociales, lo que tiende a aumentar la presión por alcanzar cuerpos ideales poco realistas.
Para la experta en imagen corporal y coautora del estudio, la profesora Ivanka Prichard, los hallazgos son una llamada de atención: «Durante mucho tiempo se ha asumido que los problemas con la imagen corporal son un fenómeno típicamente occidental. Pero nuestro estudio muestra que los factores culturales y familiares siguen siendo claves en cómo las mujeres jóvenes se ven a sí mismas, incluso en un mundo cada vez más globalizado».
Aunque los ideales de belleza occidentales se han extendido por todo el planeta, no todas las culturas los interiorizan de la misma forma. En lugares donde aún se valoran otras características —como la conexión familiar, la identidad comunitaria o el papel tradicional de la madre—, los estándares de belleza pueden tener menos impacto destructivo o, al menos, ser interpretados de formas distintas.
¿Y ahora qué? Nuevos retos para una mirada más inclusiva
El equipo de investigación no quiere quedarse aquí. Su plan es ampliar el estudio a otras regiones del Medio Oriente, especialmente a aquellas que han estado menos expuestas a los ideales de belleza occidentales, para ver cómo varían estos patrones de belleza. También quieren investigar cómo se vive la imagen corporal en sociedades multiculturales, como la australiana, donde conviven mujeres de múltiples orígenes.
«Nuestro trabajo subraya la necesidad de enfoques inclusivos y culturalmente sensibles para promover una imagen corporal positiva y hábitos alimentarios saludables en todo el mundo —dice Deek. Y añade—: No podemos seguir aplicando soluciones talla única a un problema tan diverso».
En otras palabras, si queremos prevenir los trastornos alimentarios, que afectan hasta el 4% de la población, y mejorar la autoestima corporal en las jóvenes, debemos escuchar más a sus culturas, sus familias y sus propias experiencias.
Los filtros de belleza en redes sociales distorsionan la percepción del cuerpo, fomentan ideales irreales y aumentan la insatisfacción corporal, especialmente en adolescentes, lo que puede derivar en baja autoestima, ansiedad y trastornos alimentarios.
Lo que podemos aprender en casa
Al final, el estudio nos deja un mensaje poderoso: la familia importa, y mucho. Más allá de las modas, los influencers o los cánones de belleza que vemos en Instagram, Tik Tok y otras redes sociales, son los comentarios en casa, las conversaciones con la mamá y las hermanas, lo que más peso tiene en cómo una joven se ve —y se siente— en su propio cuerpo.
Pero ojo: no se trata de culpar a las madres, ni mucho menos. Más bien, se trata de abrir un espacio para hablar de estos temas con conciencia, empatía y respeto, según Deek.
Hablar del cuerpo puede ser una oportunidad para construir autoestima en lugar de destruirla. Celebrar lo que nuestro cuerpo hace, no solo cómo se ve. Reconocer que somos mucho más que un número en la báscula o una talla de ropa.
Una mirada que empieza en el hogar
Indudablemente, este innovador estudio internacional nos invita a repensar la manera en que abordamos la imagen corporal y la alimentación. Nos recuerda que no todas las culturas viven estos temas igual, y que una relación positiva con el cuerpo empieza, muchas veces, en casa.
Porque sí, tu madre puede influir en cómo te ves. Pero también puede ser una aliada para que aprendas a verte con más cariño.
Y eso, en un mundo saturado de filtros, likes y cuerpos irreales, es más valioso que nunca. ▪️
Información facilitada por la Universidad Flinders
Fuente: Melanie Rebecca Deek, Eva Kemps, Ivanka Prichard. The role of female family members in relation to body image and eating behaviour: A cross-national comparison between Western and Middle-Eastern cultures. Body Image (2025). DOI: https://doi.org/10.1016/j.bodyim.2025.101882