La naturaleza como analgésico: un estudio revela cómo reduce el dolor con solo contemplarla
Un nuevo estudio de neuroimagen demuestra que contemplar la naturaleza no solo alivia el dolor, sino que también modifica la actividad cerebral. ¿Podría la naturaleza convertirse en el analgésico del futuro?
Por Enrique Coperías
Los entornos naturales atraen la atención de forma espontánea y sin esfuerzo, y ayuda a disminuir la percepción del dolor al dirigir el foco lejos del malestar. Foto: Anastasiia Malai
Un nuevo estudio basado en neuroimágenes ha revelado que la contemplación de entornos naturales puede reducir la percepción del dolor, al disminuir la actividad cerebral vinculada a su procesamiento.
La investigación, publicada en la revista Nature Communications y aterrizada por un equipo de la Universidad de Viena, en Austria, y la Universidad de Exeter, en el Reino Unido, sienta las bases para el desarrollo de tratamientos no farmacológicos para el manejo del dolor.
Los investigadores analizaron la actividad cerebral de 49 participantes austriacos mediante resonancia magnética funcional (IRMf) mientras recibían pequeñas descargas eléctricas.
Naturaleza y cerebro
Los resultados del ensayo mostraron que, al observar vídeos de paisajes naturales en comparación con escenas urbanas o interiores de oficinas, los participantes no solo reportaban sentir menos dolor, sino que también presentaban modificaciones en las respuestas cerebrales asociadas al procesamiento de los estimulos dolorosos o nociceptivos.
Para analizar estas respuestas, el equipo de científicos utilizó modelos avanzados de aprendizaje automático, y descubrieron que la visualización de entornos naturales reducía la intensidad de las señales sensoriales de dolor que el cerebro recibe.
Específicamente, los investigadores observaron una menor activación en regiones clave del procesamiento del dolor, como el tálamo, la corteza somatosensorial secundaria (S2) y la ínsula posterior. Estos hallazgos confirman estudios previos sobre el efecto analgésico de la naturaleza y, por primera vez, ofrecen una explicación clara de los mecanismos cerebrales involucrados en esta reducción del malestar.
La respuesta del cerebro muestra la actividad cerebral general implicada en el procesamiento de la localización y la intensidad del dolor. Esta reacción era menor cuando las personas se exponían a escenas virtuales de naturaleza en comparación con escenas urbanas o de interior. Cortesía: Max Steininger / University of Vienna
Más allá del efecto placebo
«Numerosos estudios han demostrado que las personas experimentan menos dolor cuando están en contacto con la naturaleza. Sin embargo, hasta ahora no se comprendían las bases neurobiológicas de este fenómeno —explica Max Steininger, estudiante de doctorado en la Universidad de Viena y autor principal del estudio. Y añade—: Nuestra investigación muestra que este efecto no es simplemente un placebo derivado de creencias o expectativas positivas, sino que la actividad cerebral relacionada con el dolor disminuye de manera objetiva».
Steininger y sus colegas advierten de que, aunque el alivio del dolor observado es aproximadamente la mitad del que proporcionan los analgésicos tradicionales, no sustituye a la medicación prescrita. «Esperamos que, en el futuro, experiencias naturales puedan incorporarse como complemento en el tratamiento del dolor», dice Steininger en un comunicado de la Universidad de Exeter.
El estudio también arroja luz sobre un enigma científico que ha intrigado a los científicos durante décadas. En los años 80, el investigador Roger Ulrich, profesor de Arquitectura Paisajística y Urbanismo, en la Universidad de Texas (Estados Unidos), demostró que los pacientes hospitalizados que tenían vistas a espacios verdes necesitaban menos analgésicos y se recuperaban más rápido que aquellos cuyas ventanas daban a una pared de ladrillos.
Desviar la atención del malestar
Sin embargo, los mecanismos detrás de este efecto seguían siendo desconocidos. Los nuevos hallazgos proporcionan la primera explicación científica de por qué los pacientes de Ulrich podrían haber experimentado menos dolor, y sugieren que los entornos naturales virtuales podrían ofrecer beneficios similares a cualquier persona, en cualquier lugar.
Además de estos hallazgos, el estudio establece una conexión entre la reducción del dolor y la teoría de la restauración de laatención (ART), que sugiere que la exposición a la naturaleza permite recuperar la capacidad de concentración y aliviar la carga cognitiva.
Según esta teoría, los entornos naturales captan la atención de manera involuntaria y sin esfuerzo, lo que puede reducir la percepción del dolor al desviar la atención del malestar.
Fomentar el contacto con la naturaleza
«Este trabajo demuestra cómo las experiencias virtuales pueden acercar los beneficios terapéuticos de la naturaleza a quienes no pueden acceder a entornos naturales —comenta Alex Smalley, coautor del estudio en la Universidad de Exeter. Y continúa—: Además, refuerza la importancia de preservar paisajes naturales saludables y fomentar el contacto con la naturaleza, en beneficio tanto del bienestar humano como del medioambiente".
Smalley también subraya las implicaciones prácticas del estudio: «el hecho de que una simple exposición virtual a la naturaleza pueda generar este efecto analgésico abre nuevas vías para tratamientos no farmacológicos y futuras investigaciones sobre la influencia de la naturaleza en el cerebro». ▪️
Información facilitada por la Universidad de Exeter
Fuente: Steininger, M. O., White, M. P., Lengersdorff, L. et al. Nature exposure induces analgesic effects by acting on nociception-related neural processing. Nature Communications (2025). DOI: https://doi.org/10.1038/s41467-025-56870-2