Los humanos suspendemos a la hora de comprender las emociones de un perro

¿Alguna vez has pensado si realmente entiendes las emociones de tu perro? Un estudio reciente revela que los seres humanos a menudo malinterpretan las señales emocionales de sus mascotas, y proyectan sus propios sentimientos en ellas.

Por Enrique Coperías

La comunicación entre humanos y perros va más allá de los gestos y sonidos.

La comunicación entre humanos y perros va más allá de los gestos y sonidos. Un nuevo estudio demuestra cómo nuestras percepciones pueden distorsionar la verdadera emoción de nuestras mascotas, basándose más en el contexto que en sus comportamientos reales. Foto: REGINE THOLEN

La vida con un perro es una experiencia que se basa en el intercambio constante de dar y recibir, especialmente en lo que respecta a la comunicación. Al no existir un lenguaje común entre los seres humanos y los peludos, nuestra capacidad para comunicarnos depende de cómo interpretamos y leemos a nuestras mascotas, y viceversa.

Este proceso puede parecer perfecto. Le das una golosina a tu perro, lo miras a los ojos y crees entender que él está diciendo: «Estoy encantado de recibir esta galleta». Con un leve movimiento de la cola, acepta la golosina y corre hacia otra habitación para disfrutarla. En ese momento, sientes que hay una conexión profunda con tu can.

Al menos, eso es lo que cree la mayoría de propietarios de perro.

Proyectar nuestras propias emociones sobre las mascotas

Sin embargo, una nueva investigación de la Universidad Estatal de Arizona (ASU), en Estados Unidos, ha demostrado que, en muchas ocasiones, las personas no logran captar el verdadero significado de las emociones de sus mascotas y pueden interpretarlas de manera equivocada. Las razones para ello son diversas, e incluyen la tendencia humana a proyectar nuestras propias emociones sobre los perros, lo que lleva a una incomprensión de sus expresiones.

En un artículo publicado en la revista Anthrozoös, los investigadores de la ASU Holly Molinaro y Clive Wynne describen una serie de experimentos diseñados para demostrar cómo los humanos pueden interpretar erróneamente las emociones de los perros. Su investigación concluye que generalmente los dueños de mascotas no comprenden con precisión el estado emocional de sus perros, ya que juzgan sus emociones en función del contexto del evento que observan.

«La gente no se fija en lo que hace el perro, sino en la situación que lo rodea, y basa su percepción emocional en ese contexto», afirma Molinaro, estudiante de doctorado en Psicología y científica especializada en Bienestar Animal de la ASU.

Hay que centrarse en el perro

«Nuestros perros intentan comunicarse con nosotros, pero los seres humanos parecen empeñados en centrarse en todo menos en el propio perro», añade Wynne, profesor de psicología de la ASU especializado en el comportamiento canino y el vínculo entre humanos y perros.

A este malentendido se suma la proyección humana de nuestras propias emociones en el perro. Esta antropomorfización de la interacción complica aún más la comprensión del verdadero estado emocional del animal y lo que realmente está tratando de comunicarnos.

En dos experimentos, Molinaro y Wynne investigaron la percepción humana de las emociones de los perros. Grabaron en vídeo a un perro en lo que pensaban que eran situaciones positivas (felices) y negativas (menos felices).

Las situaciones felices incluían gestos como ofrecerle la correa para salir de paseo o una golosina, mientras que los escenarios negativos comprendían situaciones como un castigo suave o el temido sonido de la aspiradora. Luego, mostraron estos vídeos a miembros del público, tanto con su contexto visual como sin él.

En uno de los experimentos, el sonido de una aspiradora fue uno de los escenarios que se consideraron negativos para la mascota.

Vídeos con perros felices y emocionados

En el segundo experimento, modificaron los vídeos para que el perro que inicialmente había sido filmado en un contexto positivo pareciera estar en una situación negativa, y el perro que originalmente se encontraba en una situación negativa pareciera estar en una situación feliz. En ambos experimentos, los participantes evaluaron cómo de felices o emocionados veían a los perros.

En el primer experimento participaron 383 personas, mientras que en el segundo fueron 485.

Lo que los investigadores descubrieron es que las percepciones de los voluntarios sobre el estado emocional de los perros estaban influenciadas por todo lo que aparecía en los vídeos, más allá del comportamiento del propio perro.


Aspiradora = Miedo, Correa = Felicidad

«La gente no se fija en lo que hace el perro, sino en la situación que lo rodea, y basa en ella su percepción emocional —insiste Molinaro. Y continúa—: Si un perro recibe una golosina, se supone que se siente bien. Si la gente ve que alguien le grita, asume que se siente mal. Estas suposiciones sobre cómo creen que se siente el perro no tienen nada que ver con su comportamiento o sus señales emocionales, lo cual es sorprendente».

«En nuestro estudio, cuando los voluntarios veían un vídeo de un perro aparentemente reaccionando a la aspiradora, todos decían que el perro se sentía mal y agitado —comenta Molinaro. Y añade—: Pero cuando veían el mismo vídeo del perro, pero esta vez parecía reaccionar al ver su correa, todos indicaron que el perro se sentía feliz y tranquilo. La gente no juzgaba las emociones del perro basándose en su comportamiento, sino en la situación que lo rodeaba».

Para complicar aún más el proceso de comunicación, los seres humanos tienden a proyectar sus propias emociones en los perros. Molinaro explica que, aunque humanos y perros han compartido un vínculo a lo largo de los siglos, esto no implica que procesen o expresen las emociones de la misma manera.

Emociones humanas vs. Emociones caninas

«Siempre me ha parecido que la idea de que los perros y los humanos tienen las mismas emociones es un prejuicio, sin una base científica sólida que la respalde. Por eso decidí investigar si existen factores que puedan influir realmente en nuestra percepción de las emociones de los perros», explica Molinaro. Y añade—: Si esos factores existen, si como humanos nos centramos en aspectos no relacionados directamente con el perro para deducir su estado emocional, entonces, tanto como científicos como dueños de mascotas, debemos replantearnos nuestra forma de abordarlo».

Molinaro subraya que, incluso en los estudios sobre la percepción humana de las emociones humanas, está claro que la lectura de las emociones no depende solo de observar el rostro de una persona. Factores como la cultura, el estado de ánimo, el contexto situacional e incluso una expresión facial previa pueden influir en cómo interpretamos las emociones.

Sin embargo, cuando se trata de las emociones de los animales, aún no se ha investigado si estos mismos factores nos afectan de la misma forma. «Nuestra investigación muestra que, al menos en lo que respecta al contexto situacional, sí lo hace», confiesa Molinaro.

Cuando regañamos a nuestra mascota porque ha hecho una trastada, ¿muestra esa típica expresión tristona, ¿realmente se siente culpable o simplemente tiene miedo de que la regañemos más?

Cuando regañamos a nuestra mascota porque ha hecho una trastada, ¿muestra esa típica expresión tristona, ¿realmente se siente culpable o simplemente tiene miedo de que la regañemos más? Foto: Mika Baumeister

¿Miedo, culpa o ninguna de las dos cosas?

Entonces ¿cómo puede un buen dueño de perro superar los prejuicios y las malas interpretaciones para comprender el verdadero estado emocional de su mascota?

«El primer paso es ser conscientes de que no somos tan buenos leyendo las emociones de los perros —afirma Molinaro—. Debemos ser más humildes al tratar de entender a nuestra mascota. Una vez que aceptemos nuestros prejuicios, podremos empezar a ver a nuestros perros bajo una nueva perspectiva».

En palabras de Molinar, «la personalidad de cada perro, y por lo tanto sus expresiones emocionales, son únicas para ese perro. Presta verdadera atención a las señales y comportamientos de tu propio perro».

«Cuando le gritas a tu perro por hacer algo que no debe y muestra esa expresión de culpa, ¿realmente se siente culpable o simplemente tiene miedo de que lo regañes más?». Tomarse uno o dos segundos para reflexionar sobre los comportamientos de tu perro, sabiendo que debes superar el prejuicio de juzgarlo en función del contexto que lo rodea en lugar de observar al perro mismo, puede ser clave para entender mejor su estado emocional. Esto, a su vez, puede fortalecer el vínculo entre ambos. ▪️

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