Las dietas ricas en grasas y azúcares pueden confundir a tu cerebro

Un experimento en realidad virtual revela que consumir demasiadas grasas y azúcares afecta a la memoria espacial. Cuidar tu alimentación no solo protege tu cuerpo de enfermedades, también preserva tu sentido de la orientación.

Por Enrique Coperías

Una joven intenta orientarse en una ciudad desconocida mientras sostiene comida rápida, una imagen que refleja cómo la dieta puede afectar nuestra capacidad de navegación espacial, según un reciente estudio de la Universidad de Sídney.

Una joven intenta orientarse en una ciudad desconocida mientras sostiene comida rápida, una imagen que refleja cómo la dieta puede afectar nuestra capacidad de navegación espacial, según un reciente estudio de la Universidad de Sídney. Imagen generada con DALL-E

¿Sabías que tu dieta no solo impacta en tu organismo, sino que también trastoca tu capacidad para orientarte en el mundo? Un nuevo estudio de la Universidad de Sídney, en Australia. ha encontrado que las personas que consumen habitualmente alimentos ricos en grasas saturadas y azúcares refinados tienen un peor sentido de la orientación.

En otras palabras: comer demasiadas hamburguesas, pasteles y refrescos podría estar confundiendo a tu cerebro.

La investigación, publicada en la revista International Journal of Obesity, es pionera en demostrar en seres humanos la relación entre una dieta rica en grasas y azúcares, conocida en el mundo anglosajón como dieta HFHS, y la capacidad de navegación espacial en primera persona.

Un caballito de mar en la sesera

Esta habilidad —esencial para aprender y recordar rutas en nuestro entorno— está estrechamente vinculada al buen funcionamiento del hipocampo, una estructura del cerebro con forma de caballito de mar fundamental para la memoria y la orientación espacial que actúa como una especie de mapa interno que nos ayuda a recordar lugares, rutas y experiencias. una región clave del cerebro para la memoria y la orientación.

El estudio ha sido liderado por el doctor Dominic Tran, de la Facultad de Ciencias de la Universidad de Sídney, que sostiene que los resultados de esta investigación se suman a una creciente evidencia de que la alimentación moderna está afectando no solo a nuestra salud física, sino también a nuestras capacidades cognitivas.

«La buena noticia —afirma el doctor Tran— es que creemos que esta situación es fácilmente reversible. Cambios en la dieta pueden mejorar la salud del hipocampo, y por ende, nuestra capacidad para orientarnos, ya sea mientras exploramos una nueva ciudad o aprendemos un nuevo camino para llegar a casa».

Experimento inmersivo en realidad virtual

Para llegar a estas conclusiones, el equipo reclutó a 55 estudiantes universitarios de entre 18 y 38 años. Cada participante completó una batería de cuestionarios sobre su consumo de alimentos ricos en grasas y azúcares, realizó una prueba de memoria de trabajo y permitió que los investigadores determinaran su índice de masa corporal.

Posteriormente, los voluntarios se enfrentaron a un desafiante experimento: navegar en un laberinto tridimensional de realidad virtual en busca de un cofre del tesoro; para ello, disponían referencias visuales dispersas, como edificios, estatuas y árboles.

Durante seis ensayos, los participantes partieron siempre desde el mismo punto y buscaron el tesoro, que también mantenía una ubicación fija. Si daban con él en menos de cuatro minutos, pasaban al siguiente ensayo. Si no, eran teletransportados al sitio correcto y se les permitía observar el entorno durante diez segundos para memorizarlo.

Finalmente, en una séptima prueba, el tesoro desaparecía del laberinto: los participantes debían encontrar su ubicación basándose únicamente en sus recuerdos de los ensayos anteriores. Aquí es donde emergieron diferencias claras: quienes consumían menos alimentos ricos en grasas y azúcares acertaban mejor la localización, mientras que quienes tenían dietas más occidentales mostraban una orientación mucho más pobre.

El impacto específico de la dieta

Uno de los aspectos más relevantes del estudio es que estos resultados se mantuvieron incluso después de controlar otras variables, como el mencionado índice de masa corporal y la memoria de trabajo, esto es, la capacidad del cerebro para mantener y manipular información de forma breve mientras realizamos tareas como razonar, aprender o tomar decisiones.

En otras palabras, no era el peso corporal ni la capacidad de memoria general lo que explicaba las diferencias, sino directamente la dieta.

«Después de controlar la memoria de trabajo y el índice de masa corporal, la ingesta de azúcares y grasas fue un predictor fiable del rendimiento en la prueba final de memoria espacial», dice el doctor Tran en un comunicado de la Universidad de Sídney.

Esta especificidad apunta de nuevo al hipocampo como el gran prejudicado de los malos hábitos alimentarios. A diferencia de otras partes del cerebro que pueden verse alteradas por diversas enfermedades o el propio envejecimiento, el hipocampo parece ser especialmente sensible al exceso de grasas saturadas y azúcares refinados en la dieta.

Los participantes en el estudio tuvieron que buscar un tesoro en un entorno de realidad virtual.

Los participantes en el estudio tuvieron que buscar un tesoro en un entorno de realidad virtual. Cortesía: International Journal of Obesity (2025). DOI: https://doi.org/10.1038/s41366-025-01776-8

Más allá del peso corporal: el cerebro en juego

Hasta ahora, era ampliamente sabido que las dietas ricas en grasas y azúcares, muy asociadas a la comida basura, están ligadas a la obesidad, las enfermedades cardiovasculares y a ciertos tipos de cáncer. También se había observado que aceleran el deterioro cognitivo en la mediana y tercera edad.

Sin embargo, esta investigación aporta un dato preocupante: el daño podría empezar mucho antes de lo que pensábamos, en etapas tempranas de la vida adulta, cuando la función cognitiva suele estar en su mejor momento.

«Esta investigación nos aporta una evidencia de que la dieta es importante para la salud cerebral en la adultez temprana —advierte el doctor Tran. Y añade—: Se trata de una etapa en la que normalmente nuestras capacidades cognitivas están intactas».

Aunque los voluntarios del estudio no representan exactamente a la población general —al ser jóvenes universitarios, probablemente con mejores hábitos de salud en general—, los investigadores creen que, si el experimento se replicara en una muestra más amplia, los efectos negativos de la dieta serían incluso más pronunciados.

«Es probable que nuestros participantes fueran un poco más saludables que el promedio, por lo que el impacto real de la dieta en la navegación espacial podría ser aún mayor», advierte el doctor Tran.

Una ventana a nuevas preguntas

Más allá de confirmar la relación entre dieta y función espacial, este estudio plantea interrogantes interesantes. Por ejemplo, si los daños en el hipocampo provocados por una mala alimentación son realmente reversibles con cambios en los hábitos alimentarios.

En este sentido, experimentos en roedores sugieren que sí: las ratas a las que se les cambió una dieta insana por otra saludable recuperaron parte de sus capacidades cognitivas. ¿Ocurrirá lo mismo en los seres humanos? Investigaciones futuras podrían diseñar intervenciones dietéticas para comprobarlo.

También queda abierta la cuestión de si este efecto de la dieta podría impactar en otras habilidades más complejas que dependen de la navegación espacial, como la planificación de rutas y la toma de decisiones en entornos desconocidos. Además, dado que se utilizó realidad virtual para el experimento, sería interesante explorar cómo mejorar la tecnología para minimizar el cibermareo, que obligó a muchos voluntarios a abandonar la prueba.

Conclusiones: «Somos lo que comemos»… también en el cerebro

En conjunto, el estudio refuerza una idea cada vez más aceptada de que los alimentos que consumimos no solo modelan nuestro cuerpo, sino también nuestro casquete pensante. Elegir comidas saludables no es únicamente una estrategia para mantenerse en forma; también podría ser una herramienta poderosa para preservar nuestras habilidades cognitivas, proteger nuestra memoria y mantener nuestra agilidad mental.

Quizá la próxima vez que elijas entre una ensalada o una hamburguesa doble, deberías pensar no solo en tu cintura y michelines, sino también en tu capacidad para no perderte cuando caminas por un barrio nuevo.

«Sabemos desde hace mucho tiempo que comer demasiada azúcar refinada y grasa saturada implica riesgos físicos graves —comenta el doctor Tran. Y concluye—: Ahora sabemos que también puede afectar nuestra mente, incluso en etapas donde esperaríamos estar en nuestro mejor momento mental. La buena noticia es que está en nuestras manos revertirlo».

Así que, la próxima vez que planees tu menú, recuerda: no solo estás alimentando tu cuerpo. También estás alimentando —o debilitando— a tu brújula interna.▪️

  • Información facilitada por la Universidad de Sídney

  • Fuente: Tran, D.M.D., Double, K. S., Johnston, I. N. et al. Consumption of a diet high in fat and sugar is associated with worse spatial navigation ability in a virtual environment. International Journal of Obesity (2025). DOI: https://doi.org/10.1038/s41366-025-01776-8

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