¿Cómo afecta el cannabis al cerebro? Un estudio advierte de impactos duraderos en la memoria y la concentración
El consumo habitual de cannabis no solo afecta a la memoria a corto plazo: podría dejar huellas duraderas en el cerebro. Un nuevo estudio revela qué áreas se ven más perjudicadas y por qué.
Por Enrique Coperías
Las personas con un consumo intensivo de cannabis muestran una menor activación cerebral en regiones clave para la memoria de trabajo, fundamental para tareas cotidianas como recordar un número de teléfono o seguir instrucciones, según un nuevo estudio. Imagen generada con DALL-E
La creciente accesibilidad del cannabis, tanto para uso recreativo como medicinal, ha ido acompañada de un aumento en las tasas de trastorno por consumo de cannabis, una mayor potencia de los productos y una creciente percepción pública de que la droga plantea poco daño.
Pero ¿qué impacto real tiene su consumo sobre el cerebro, tanto a corto como a largo plazo? Un reciente estudio, liderado por Joshua L. Gowin, profesor de Radiología en la Universidad de Colorado, en Estados Unidos, ofrece pistas nada desdeñables sobre los efectos del cannabis en el cerebro, y sus conclusiones nos invitan a reflexionar seriamente sobre el uso habitual de cannabis.
Según el Informe Mundial sobre las Drogas 2024 de la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC), el cannabis es la droga más consumida a nivel global, con aproximadamente 228 millones de usuarios en 2022, lo que representa un aumento del 20% en la última década. Y se estima que alrededor del 1,3% de los adultos de la Unión Europea, esto es, aproximadamente 3,7 millones de personas, consume cannabis a diario o casi a diario. Precisamente, son los adultos el grupo social más propenso a sufrir problemas asociados a esta droga.
¡Cuidado con la memoria de trabajo!
Gowin y sus colegas descubrieron que los individuos con un historial de consumo intensivo de cannabis mostraron una menor activación cerebral durante una tarea de memoria de trabajo. Esta asociación se mantuvo incluso después de excluir a los participantes que habían consumido cannabis recientemente.
Investigaciones anteriores han demostrado que el cannabis puede alterar el rendimiento cognitivo a corto plazo, especialmente en funciones como la memoria y la atención. No obstante, sigue siendo incierto si estos efectos persisten tras abandonar el consumo. Las áreas del cerebro con alta concentración de receptores cannabinoides, como la corteza prefrontal, parecen ser particularmente vulnerables a la acción del tetrahidrocannabinol (THC), el principal componente psicoactivo del cannabis.
«Había estado hablando con mi colega sobre los efectos del cannabis en el procesamiento mental y lo que sabemos y lo que no sabemos— dice Gowin. Y añade—: Nos dimos cuenta de que, aunque los efectos neuropsicológicos se habían establecido claramente, como el aprendizaje verbal y la memoria, no se habían establecido efectos igualmente claros para la función cerebral. Queríamos ver si podíamos establecer un desglose similar de qué aspectos de la función cerebral podrían estar más asociados con el consumo de cannabis».
Entre cero y más de mil porros
Para acometer su estudio, los investigadores utilizaron datos del Proyecto Conectoma Humano echaron mano de datos de más de mil jóvenes adultos del Human Connectome Project, un gran estudio que incluyó escáneres cerebrales y datos de comportamiento de más de mil adultos de entre 22 y 37 años.
La muestra incluyó a personas que fueron divididas en tres grupos, según su historial de consumo de cannabis: no consumidores (menos de 10 usos en su vida), consumidores moderados (entre 10 y 999 usos) y grandes consumidores de cannabis (más de mil porros). Los participantes se sometieron a imágenes de resonancia magnética funcional (fMRI) mientras completaban siete tareas diferentes diseñadas para activar las áreas cerebrales responsables de la memoria, el razonamiento, la emoción, las habilidades motoras, el lenguaje, el procesamiento de recompensas y la comprensión social.
Para distinguir entre los efectos a corto y largo plazo de la exposición al cannabis, los investigadores, además de dividir a los participantes en los tres grupos mencionados, evaluaron el consumo reciente mediante un análisis de orina que detecta los metabolitos del cannabis que suelen estar presentes hasta diez días después del último consumo.
Los investigadores también tuvieron en cuenta un abanico de otros factores que podrían influir en la actividad cerebral, como son la edad, el sexo, los ingresos, la educación, el consumo de alcohol y nicotina, y los antecedentes familiares.
El principio activo del cannabis, el THC, puede reducir la disponibilidad de los receptores cannabinoides en el cerebro y alterar la estructura de ciertas áreas, como la corteza prefrontal. Foto: Avery Meeker
Las regiones cerebrales más afectadas
Los resultados fueron claros: quienes habían sido grandes consumidores de cannabis durante años mostraron una menor activación cerebral en áreas relacionadas con la memoria de trabajo, una función clave que usamos para retener y manipular información en el corto plazo, como recordar un número de teléfono y seguir instrucciones complejas.
Esta reducción en la actividad se detectó incluso en personas que no habían consumido cannabis recientemente, lo que indica que los efectos del consumo de esta droga pueden ser duraderos.
Las áreas del cerebro más afectadas fueron la ínsula anterior, que participa en funciones como la percepción de emociones, la autoconciencia corporal y la toma de decisiones; y dos regiones de la corteza prefrontal, el centro de mando del cerebro responsable de funciones ejecutivas como la toma de decisiones, la planificación y el control de impulsos.
Efectos del consumo abusivo
Estas zonas del encéfalo tienen una alta concentración de receptores CB1, los principales receptores celulares a los que se une el tetrahidrocannabinol (THC), el ingrediente psicoactivo del cannabis.
De la lectura del estudio, se deduce que el principal hallazgo es que las personas con un historial de consumo abusivo de cannabis presentaban una menor activación cerebral durante tareas de memoria de trabajo, que exigen retener y manipular información en cortos períodos de tiempo.
Esta relación se mantuvo incluso después de descartar la influencia del consumo reciente. La disminución de la actividad cerebral fue especialmente notable en regiones clave para el control ejecutivo, como la corteza prefrontal dorsolateral, la corteza prefrontal medial y la ínsula anterior, áreas que, además, se caracterizan por su alta densidad de receptores cannabinoides, sintetiza Gowin.
El cannabis terapéutico se utiliza para aliviar síntomas como el dolor crónico, las náuseas asociadas a la quimioterapia, los espasmos musculares en la esclerosis múltiple y la pérdida de apetito en enfermedades como el VIH/SIDA. Foto: Terre di Cannabis
El alcance de su impacto en el cerebro
¿Y qué sucedió con quienes consumieron cannabis en las fechas próximas al ensayo? El estudio concluye que estas personas también mostraban una actividad cerebral disminuida, sobre todo en tareas de memoria de trabajo y motoras. Sin embargo, tras aplicar un análisis estadístico más riguroso, estas diferencias se volvieron menos concluyentes, lo que sugiere que los efectos más patentes están asociados al consumo prolongado de cannabis más que al consumo puntual de esta droga.
Curiosamente, los investigadores no encontraron una fuerte relación entre el diagnóstico de dependencia del cannabis y la actividad cerebral. Esto sugiere que los diagnósticos formales pueden no captar completamente el alcance de los cambios en la función cerebral relacionados con el cannabis.
Más bien, fue la frecuencia de uso a lo largo de la vida lo que pareció más relevante. Los investigadores también hallaron que los usuarios habituales mostraban una actividad cerebral menguada, sobre todo en tareas de memoria de trabajo y motoras. Sin embargo, tras aplicar un análisis estadístico más riguroso, estas diferencias se volvieron menos patentes, lo que sugiere que los efectos más patentes están asociados al consumo prolongado de cannabis más que al uso puntual de esta droga.
Habilidades para la vida social
Más allá de lo que mostraban las imágenes cerebrales, el consumo de cannabis también afectó al rendimiento en pruebas cognitivas. Por ejemplo, quienes habían consumido la droga recientemente obtuvieron peores resultados en tareas de memoria verbal y en ejercicios que ponían a prueba la teoría de la mente, es decir, la capacidad de ponerse en el lugar del otro y comprender sus pensamientos e intenciones. Y esto era así incluso cuando no estaban intoxicados en el momento de la prueba.
Estas habilidades son fundamentales para la vida social y su alteración podría tener implicaciones importantes en el día a día. Aparte de esto, los autores señalan que el procesamiento cognitivo social reducido se ha relacionado con afecciones de salud mental como la esquizofrenia, y que esta línea de investigación podría justificar una mayor exploración.
El estudio también encontró diferencias entre sexos: los hombres que habían consumido cannabis recientemente mostraron una disminución más notable en la actividad cerebral relacionada con movimientos motores, mientras que en las mujeres este efecto no fue evidente. No obstante, los autores aclaran que estos resultados deben tomarse con cautela, ya que el número de mujeres consumidoras en la muestra era relativamente pequeño.
El THC puede reducir la disponibilidad de los receptores cannabinoides
Estos hallazgos coinciden con lo que ya habían observado investigaciones anteriores en animales y humanos: el THC puede reducir la disponibilidad de los receptores cannabinoides en el cerebro y alterar la estructura de ciertas áreas, como la corteza prefrontal. Esto podría explicar tanto los cambios en la activación cerebral como las diferencias en el grosor cortical observadas en consumidores habituales de cannabis.
¿Significa todo esto que consumir cannabis de forma ocasional es peligroso? El estudio no ofrece una respuesta definitiva, pero sí lanza una advertencia importante: incluso después de semanas de abstinencia, los efectos de un consumo habitual de cannabis podrían persistir.
Además, si alguien planea realizar actividades que requieran gran concentración o esfuerzo mental, como estudiar para un examen o conducir, es recomendable evitar el consumo de cannabis durante un tiempo prolongado antes, ya que las capacidades cognitivas podrían verse afectadas.
El estudio, eso sí, tiene algunas limitaciones. Al ser de tipo observacional, no puede probar una relación de causa y efecto directa. Además, no se pudieron controlar variables como la cantidad exacta de THC consumido, la frecuencia de uso reciente, la presencia de otros componentes como el cannabidiol (CBD) o el método de consumo. Tampoco se examinaron otros posibles factores, como la existencia de trastornos psiquiátricos.
¿El cannabis no hace daño?
«La advertencia más importante es que este es un estudio transversal, por lo que no podemos decir de manera concluyente que el cannabis causó los cambios en la función cerebral —advierte Gowin. Y añade—: Tampoco examinamos el TDAH, y numerosas personas han sugerido que este podría ser un factor de confusión importante».
No obstante, este trabajo aporta nuevas pruebas de que el cannabis, especialmente cuando se consume de manera frecuente y prolongada, puede dejar huellas en el cerebro que afectan funciones tan esenciales como la memoria de trabajo.
A medida que la legalización del cannabis avanza en muchos países y la normalización del consumo se instala en la sociedad, entender mejor estos efectos será crucial para tomar decisiones informadas, tanto a nivel personal como en el diseño de políticas de salud pública.
Así que, la próxima vez que escuches que «el cannabis no hace daño», recuerda: su impacto puede ser sutil, pero no necesariamente inocuo. ▪️
Fuente: Gowin J. L., Ellingson J. M., Karoly H. C. et al. Brain Function Outcomes of Recent and Lifetime Cannabis Use. JAMA Netw Open (2025). DOI: 10.1001/jamanetworkopen.2024.57069