¿El apagón de la corriente atlántica sucederá en este siglo?

El posible colapso de la la circulación de vuelco meridional del Atlántico (AMOC) ha sido señalado como una de las mayores amenazas climáticas del siglo. Sin embargo, un nuevo estudio revela que, aunque se debilitará, es poco probable que desaparezca antes del 2100.

Por Enrique Coperías

Incluso bajo un cambio climático extremo, el Océano Austral mantiene una circulación de retorno del Atlántico (AMOC) debilitada pero resistente, un componente vital del sistema climático de la Tierra.

Incluso bajo un cambio climático extremo, el Océano Austral mantiene una circulación de retorno del Atlántico (AMOC) debilitada pero resistente, un componente vital del sistema climático de la Tierra. Crédito: Jonathan Baker (Met Office) y coautores, CC BY 4.0

El artículo científico publicado en la revista Nature explora el futuro de la circulación de vuelco meridional del Atlántico (AMOC, por sus siglas en inglés), un componente crucial del sistema climático global.

La AMOC desempeña un papel vital en el transporte de calor hacia el norte en el Océano Atlántico y es fundamental para el equilibrio climático mundial. Integrada de las corrientes superficiales y profundas en el océano Atlántico, la AMOC se caracteriza por un flujo hacia el norte de agua cálida y salada en las capas superiores del Atlántico, y un flujo hacia el sur de aguas más frías y profundas que forman parte de la circulación termohalina.

Recordemos que la circulación termohalina es un sistema global de corrientes oceánicas impulsado por diferencias en la temperatura (termo) y la salinidad (halina) del agua de mar, que afectan a su densidad. Este proceso transporta agua cálida desde el ecuador hacia las regiones polares, donde se enfría, aumenta su densidad y se hunde, regresando hacia el ecuador a través de corrientes profundas.

La circulación termohalina resulta pues fundamental para la distribución del calor, el carbono y los nutrientes en los océanos, influyendo en el clima global y en los ecosistemas marinos.

El efecto debilitante del cambio climático

Dicho esto, algunos estudios vaticinan que la circulación de vuelco meridional del Atlántico se debilitará debido al calentamiento global, lo que podría tener consecuencias climáticas de gran calado. Sin embargo, existe una gran incertidumbre sobre el grado exacto de debilitamiento, y algunos indicadores sugieren un posible colapso inminente.

En los últimos años, algunos informes advierten de una ralentización y un potencial colapso abrupto de la AMOC, lo que generaría un caos en los patrones climáticos globales. Estos se traducirían en un enfriamiento drástico de Europa mientras que el resto del mundo se calientaría.

Además aumentaría el nivel del mar en la costa este de Estados Unidos. Este escenario, retratado en la película de ficción El día de mañana (Roland Emmerich, 2004), describe tormentas masivas, inundaciones y una edad de hielo desencadenada por el cambio climático. Sin embargo, un nuevo estudio concluye que este escenario catastrófico es poco probable durante este siglo.

En la película El día de mañana, las investigaciones del climatólogo Jack Hall (Jake Gyllenhaal) indican que el calentamiento global podría desencadenar un repentino y catastrófico cambio climático de la Tierra

En la película El día de mañana, las investigaciones del climatólogo Jack Hall (Jake Gyllenhaal) indican que el calentamiento global podría desencadenar un repentino y catastrófico cambio climático de la Tierra. Cortesía: 20th Century Fox

Ningún modelo predice un colapso antes del 2100

Científicos del Met Office del Reino Unido y la Universidad de Exeter, liderados por el oceanógrafo Jonathan Baker, utilizaron simulaciones climáticas de 34 modelos climáticos bajo escenarios extremos de cambio climático para evaluar si la AMOC colapsaría antes del año 2100.

Ninguna simulación mostró un colapso total antes de esa fecha, aunque Baker advirtió que podría ocurrir más adelante, ya que se sabe que la corriente ha colapsado en el pasado.

El estudio destaca que la corriente atlántica fluye porque el agua cálida se enfría al llegar al Ártico, formando así hielo marino. Este proceso deja la sal atrás, lo que hace que el agua restante se vuelva más densa y se hunda, y genere el movimiento hacia el sur.

El «salvavidas» del deshielo de Groenlandia

Sin embargo, el calentamiento global y el aumento del flujo de agua dulce proveniente del deshielo de Groenlandia ralentizan este mecanismo. Anteriormente, se había pronosticado que la AMOC podría detenerse por completo en las próximas décadas.

Sin embargo, Baker identificó un segundo motor crucial: el afloramiento impulsado por los vientos persistentes del Océano Austral que rodea la Antártida. Este mecanismo levanta el agua profunda a la superficie, donde se calienta, lo que mantiene el sistema de corrientes activo, aunque debilitado, al menos hasta el año 2100.

Este enfoque novedoso, que se centra en el afloramiento del agua desde las profundidades en lugar de enfocarse únicamente en el hundimiento en el Atlántico Norte, proporciona un contrapunto a estudios previos que advertían sobre un colapso inminente.

No hay que bajar la guardia

Andreas Schmittner, científico climático de la Universidad Estatal de Oregón, quien no participó en la investigación, considera que este planteamiento tiene sentido y ofrece una perspectiva tranquilizadora.

No obstante, Baker advierte que estos resultados no deben interpretarse como un permiso para la complacencia. Aunque el colapso total es improbable este siglo, la AMOC se debilitará de manera significativa, lo que generará impactos climáticos considerables. Estos incluyen alteraciones en los patrones globales de precipitaciones y cambios en la circulación oceánica que podrían afectar a los ecosistemas y a la biogeoquímica marina.

El análisis reveló que los caminos de afloramiento que devuelven las aguas profundas del Atlántico Norte a la superficie son sostenidos principalmente por el afloramiento impulsado por el viento en el Océano Austral. Las diferencias en la fuerza debilitada de la AMOC entre los modelos se deben, en gran medida, a variaciones en el afloramiento en el Indo-Pacífico.

Aunque el estudio descarta un colapso de la AMOC en el siglo XXI bajo los escenarios extremos analizados, enfatiza que su debilitamiento futuro sigue siendo incierto. Imagen generada con DALL-E

Una conexión entre los océanos

Estos hallazgos subrayan la interconexión global de los sistemas oceánicos y la necesidad de comprender mejor las circulaciones del Océano Austral e Indo-Pacífico.

Además, el estudio plantea la hipótesis de que los modelos climáticos actuales podrían subestimar la posibilidad de formación de una PMOC fuerte y, por lo tanto, el riesgo real de un colapso futuro de la AMOC.

Por ello, se destaca la necesidad de realizar observaciones más precisas y extensas sobre las circulaciones de vuelco en los océanos Austral e Indo-Pacífico, al igual que se ha hecho en el Atlántico Sur.

Este esfuerzo permitiría identificar modelos climáticos con representaciones más realistas de las condiciones oceánicas actuales y detectar cambios que podrían indicar un debilitamiento de la AMOC debido al calentamiento global.

Su impacto en la agricultura y los ecosistemas

Aunque el estudio descarta un colapso de la AMOC en el siglo XXI bajo los escenarios extremos analizados, enfatiza que su debilitamiento futuro sigue siendo incierto.

Dado el impacto crítico de la AMOC en el transporte de calor, carbono y nutrientes, y su influencia sobre el clima global y los ecosistemas, resulta esencial un mayor enfoque en los cambios en la circulación oceánica más allá del océano Atlántico.

Los cambios futuros en la circulación de vuelco tanto en el Atlántico como en el Pacífico influirán directamente en el clima regional, la agricultura y los ecosistemas, lo que hace imprescindible contar con proyecciones precisas para planificar la adaptación y la resiliencia ante el cambio climático. ▪️

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