El cambio climático amenaza el suministro mundial de alimentos

A medida que se acelera el calentamiento global, los científicos hacen sonar las alarmas sobre su impacto potencialmente devastador en el suministro mundial de alimentos… y proponen cinco medidas urgentes para hacer frente a esta crisis.

Por Enrique Coperías

Los cultivos de los que dependemos para alimentarnos luchan cada vez más por sobrevivir a condiciones meteorológicas extremas, desde olas de calor hasta sequías e inundaciones. Imagen generada con DALL-E

En un artículo publicado en Trends in Plant Science, un equipo internacional de investigadores advierte de que sin cambios rápidos en la forma en que desarrollamos cultivos resistentes al clima, podríamos enfrentarnos a una escasez generalizada de alimentos que provocaría hambrunas, migraciones masivas e inestabilidad global.

«Estamos en una carrera contrarreloj —doce Silvia Restrepo, presidenta del Instituto Boyce Thompson (BTI), en Estados Unidos, y una de las coautoras del estudio. Y añade—: Los cultivos de los que dependemos para alimentarnos luchan cada vez más por sobrevivir a condiciones meteorológicas extremas, desde olas de calor hasta sequías e inundaciones. Mientras tanto, nuestros enfoques actuales para desarrollar cultivos más resistentes simplemente no avanzan con la suficiente rapidez».

El problema es complejo: los cultivos no solo se enfrentan a temperaturas más altas, sino también a brotes de plagas y enfermedades más frecuentes. Incluso cuando las plantas sobreviven a estos desafíos, el cambio climático puede reducir su valor nutritivo. Además, la agricultura contribuye al 26% de las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero, lo que crea un círculo vicioso.

Los investigadores esbozan cinco recomendaciones clave para hacer frente a esta crisis:

  1. Crear iniciativas mundiales de investigación que reúnan a científicos de países desarrollados y en desarrollo para compartir recursos y conocimientos.

  2. Estudiar las plantas en condiciones reales y no sólo en laboratorios controlados.

  3. Establecer asociaciones más sólidas entre los científicos de laboratorio y los agricultores.

  4. Fomentar la confianza pública y la aceptación de las nuevas tecnologías de desarrollo de cultivos.

  5. Racionalizar la normativa para acelerar la aplicación de soluciones innovadoras.

Una de las observaciones más sorprendentes del documento es que, a pesar del papel crucial de la agricultura en la supervivencia humana, sólo un 4% de la financiación mundial para el clima —unos 35.000 millones de dólares anuales— se destina al desarrollo de sistemas alimentarios resistentes al clima. Y lo que es aún más preocupante, la mayor parte de esta investigación se centra en la agricultura a gran escala en los países desarrollados, dejando de lado las explotaciones más pequeñas y los países en desarrollo.

«Tenemos que replantearnos por completo cómo abordar este reto —dice Andrew Nelson, coautor y profesor asociado del BTI, en una nota de prensa de este instituto en Cornell. Y añade—: En lugar de empezar en el laboratorio y esperar que las soluciones funcionen en el campo, deberíamos empezar por entender los retos del mundo real de los agricultores y luego trabajar hacia atrás para desarrollar soluciones prácticas».

Solo un 4% de la financiación mundial para el clima —unos 35.000 millones de dólares anuales— se destina al desarrollo de sistemas alimentarios resistentes al clima.

Solo un 4% de la financiación mundial para el clima —unos 35.000 millones de dólares anuales— se destina al desarrollo de sistemas alimentarios resistentes al clima. Imagen generada con Copilot

Los investigadores subrayan que el éxito requerirá una colaboración sin precedentes entre científicos, agricultores, responsables políticos y el público en general. También subrayan la importancia de poner las nuevas tecnologías al alcance de todas las regiones, sobre todo en el Sur Global, donde los efectos del clima suelen sentirse con mayor crudeza.

Dado que el cambio climático sigue acelerándose, los autores del documento sostienen que ya ha pasado el tiempo de los cambios graduales. Si aplicamos con decisión las cinco recomendaciones expuestas, podremos crear sistemas agrícolas resistentes a los efectos del cambio climático y, al mismo tiempo, mejorar la seguridad alimentaria y la nutrición.

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