¿Defecar mejora tu rendimiento mental? El sorprendente vínculo entre intestino, magnesio y cerebro

¿Y si la clave para pensar más rápido estuviera en tu intestino? Un nuevo estudio revela que «cagar» —especialmente después de ingerir magnesio— puede mejorar significativamente tu rendimiento cognitivo.

Por Enrique Coperías

Los resultados de un nuevo estudio chino que relacionan hacer aguas mayores con el rendimiento cognitivo son contundentes:  los participantes resolvieron un test cognitivo más rápido después de defecar.

Los resultados de un nuevo estudio chino que relacionan hacer aguas mayores con el rendimiento cognitivo son contundentes: todos los participantes resolvieron un test cognitivo más rápido después de defecar.

Puede sonar a chiste o a pseudociencia, pero un nuevo estudio científico publicado en la revista Sports Medicine and Health Science ha arrojado luz sobre una conexión sorprendente y poco explorada entre el aparato digestivo y la mente.

Investigadores de varias universidades internacionales han descubierto que defecar —especialmente tras consumir magnesiomejora de forma clara la capacidad cognitiva en deportistas de élite, en concreto, de triatletas. Esta revelación, aunque inusual, podría tener implicaciones importantes tanto para el rendimiento deportivo como para nuestra comprensión del funcionamiento cerebral.

La chispa que encendió esta línea de investigación surgió de una observación casual durante una prueba de imagen médica. Mientras realizaban un escaneo PET —una técnica que mide el consumo de glucosa en el cuerpo—, los investigadores se toparon con algo inusual: una zona cercana al recto mostraba un nivel de captación de glucosa tan alto como el del cerebro, el órgano más ávido de energía del cuerpo.

El sistema nervioso entérico

«Hace muchos años, realizamos un escáner PET para medir la captación relativa de glucosa en todo el cuerpo humano. Inesperadamente, observamos que la región subnaval presentaba una captación de glucosa similar a la del cerebro (la más alta del cuerpo) —dice Chia-Hua Kuo, autor del estudio y profesor en la Universidad de Taipei. Y añade—: Para investigar más a fondo, planteamos la hipótesis de que la manipulación de la presión en esta región podría influir en los procesos cognitivos, sobre todo en las tareas de toma de decisiones basadas en el juicio y en el rendimiento del ejercicio».

Dado que la glucosa es el principal combustible del sistema nervioso, esta observación llevó a una hipótesis audaz: ¿podría esta zona subumbilical desempeñar un papel en funciones cognitivas, como el juicio y la toma de decisiones rápidas?

Esta idea encuentra respaldo en una corriente de pensamiento cada vez más presente en la neurociencia: la del segundo cerebro o sistema nervioso entérico.

¿El intestino, el «primer cerebro»?

Se trata de una red de millones de neuronas que recubre el tracto gastrointestinal y que aparecen distribuidas en dos redes principales: el plexo mientérico, que regula el movimiento de los intestinos; y el plexo submucoso, encargado de controlar la secreción de enzimas y la absorción de nutrientes.

Este segundo cerebro puede operar de forma autónoma, y comunicarse con el cerebro a través del nervio vago y otras vías. Incluso se ha propuesto que este sistema nervioso del abdomen podría haber surgido antes que el sistema nervioso central.

Algunos estudios clínicos han confirmado, por ejemplo, que la diarrea crónica se asocia a un peor desempeño en funciones ejecutivas, especialmente en personas con demencia. Todo esto sugiere que el estado del intestino y, en particular, del recto podría influir más de lo que creemos en nuestra agilidad mental.

Colocación de detectores para la prueba de espectroscopia de infrarrojo cercano (NIRS) en el cerebro prefrontal y regiones subnivales de un triatleta que participó en el ensayo.

Colocación de detectores para la prueba de espectroscopia de infrarrojo cercano (NIRS) en el cerebro prefrontal y regiones subnivales de un triatleta que participó en el ensayo. Cortesía Chen-Chan Wei et al.

Deporte, evacuación y rendimiento cognitivo

Para poner a prueba esta teoría, los investigadores chinos diseñaron un experimento con trece triatletas universitarios de élite. Cada participante fue evaluado en tres condiciones diferentes: sin defecar, después de una defecación voluntaria y después de defecar tras tomar óxido de magnesio, un suplemento natural con efecto laxante.

El experimento se organizó como un ensayo cruzado aleatorizado, un tipo de estudio en el que los participantes reciben diferentes tratamientos en distintos periodos de tiempo, siguiendo un orden aleatorio. Cada sujeto actúa como su propio control, lo que reduce la variabilidad y mejora la precisión de los resultados. El experimento se llevó a cabo con una semana de separación entre una sesión y la siguiente y bajo un control estricto de dieta y ayuno.

La herramienta para medir el rendimiento cognitivo fue el test de Stroop, una prueba clásica que evalúa la atención selectiva, la flexibilidad mental y la capacidad de inhibir respuestas automáticas. Básicamente consiste en mostrar a los voluntarios nombres de colores escritos en tintas de un color diferente (por ejemplo, la palabra azul en tinta roja) y pedirles que digan el color de la tinta, ignorando el significado de la palabra.

La dificultad del test de Stroop radica en que el cerebro debe suprimir la respuesta automática de leer la palabra y enfocarse en la característica visual, lo que lo convierte en un test clave para medir procesos ejecutivos y la velocidad de procesamiento en el cerebro.

Evacuar mejora el rendimiento mental (y el magnesio aún más)

Los resultados fueron contundentes: los participantes resolvieron el test cognitivo más rápido después de defecar. En cifras: el promedio sin defecar fue de 27,1 segundos; bajó a 24,4 segundos tras evacuación espontánea, y se redujo aún más a 23,4 segundos tras consumir magnesio.

La mejora fue general: el cien por cien de los atletas rindió mejor tras defecar con ayuda del magnesio, y el 69% también mostró mejoras con defecación voluntaria. Esto sugiere que el simple hecho de vaciar el recto ya tiene un efecto positivo, y que el magnesio actúa como potenciador del rendimiento mental.

Para investigar más a fondo estos resultados, los científicos echaron mano de la espectroscopía por infrarrojo cercano (NIRS), una técnica que mide en tiempo real la oxigenación y flujo sanguíneo en los tejidos. Colocaron sensores tanto en el cerebro prefrontal (clave en las decisiones rápidas) como en la zona subumbilical, donde se detectó la actividad metabólica inusual.

Durante el test, no hubo grandes cambios en la oxigenación cerebral, pero sí una clara disminución del oxígeno en la zona abdominal, lo que indica que esa región estaba consumiendo más oxígeno. En otras palabras, se activó durante la tarea mental.

El recto como actor activo en la toma de decisiones

Esta observación rompe con la visión clásica de que las funciones mentales ocurren solo en el cerebro. Según los autores, «nuestros hallazgos sugieren que la región rectal podría tener un papel inesperado en la toma de decisiones rápidas». Al reducir la presión intestinal, se potencia el juicio cognitivo, lo que puede tener aplicaciones prácticas para el rendimiento mental.

Además, la oxigenación de la zona abdominal fue más sensible que la del cerebro durante el test. Esto apoya la idea de que el sistema nervioso entérico no solo regula la digestión, sino que también colabora en procesos cognitivos complejos.

Curiosamente, esta región coincide con zonas destacadas en prácticas milenarias como el dantian (medicina china), el hara (Japón) y el chakra sacro (India), todas asociadas con el equilibrio mental y emocional.

Investigadores chinos evaluaron a 13 triatletas en tres condiciones: sin defecar, tras una evacuación voluntaria y después de tomar óxido de magnesio. Foto: Orca

¿Qué papel juega el magnesio?

El óxido de magnesio, además de ser un laxante suave, ha sido relacionado con mejoras en el estado de ánimo, la memoria y el rendimiento cognitivo. En este caso, su función fue facilitar la evacuación intestinal, pero podría tener también un efecto directo sobre la conexión intestino-cerebro.

Hasta el 85% del magnesio ingerido no se absorbe, y permanece en el intestino, lo que sugiere un posible impacto local en esta zona de alta actividad metabólica. El equipo chino planea probar otros métodos de inducción de la evacuación, como el uso de glicerina, para comparar efectos.

Aunque la muestra fue pequeña y muy específica (solo jóvenes triatletas), las implicaciones del estudio son amplias. ¿Puede este efecto replicarse en personas mayores, en individuos con trastornos digestivos o en profesionales que necesiten alta concentración mental Es más, ¿influyen factores como la microbiota intestinal, el ayuno intermitente o la dieta en esta activación abdominal? Son preguntas clave para futuras investigaciones.

Conclusión: piensa con el abdomen… literalmente

También sería útil saber si estos efectos se mantienen a largo plazo o si pueden potenciarse mediante prácticas como el yoga, la meditación y el biofeedback abdominal.

En palabras de Kuo, este estudio desafía la idea de que solo el cerebro piensa. Muestra que el intestino, y en especial la región cercana al recto, podría estar más implicado de lo que imaginamos en la toma de decisiones rápidas y en el rendimiento cognitivo inmediato. Defecar, sobre todo con ayuda de magnesio, parece mejorar de forma aguda la claridad mental.

Así que, si buscas mejorar tu concentración, ya sea para una competencia, un examen o una presentación importante, no subestimes una visita oportuna al baño. Tu segundo cerebro te lo agradecerá. ▪️

  • Fuente: Chen-Chan Wei, M. Brennan Harris, Mengxin Ye, Andrew Nicholls, Ahmad Alkhatib, Luthfia Dewi, Chih-Yang Huang, Chia-Hua Kuo. Defecation after magnesium supplementation enhances cognitive performance in triathletes. Sports Medicine and Health Science (2025). DOI: https://doi.org/10.1016/j.smhs.2024.04.001.

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