Una anomalía cósmica sugiere un futuro aterrador para nuestra galaxia

Una galaxia espiral desafía todo lo que creíamos saber sobre el cosmos: lanza chorros de energía gigantescos sin destruir su estructura ¿Podría la Vía Láctea seguir el mismo camino… y poner en riesgo la vida en la Tierra?

Por Enrique Coperías

Los chorros de radio gigantes que se extienden a lo largo de seis millones de años luz y un enorme agujero negro supermasivo en el corazón de la galaxia espiral J23453268-0449256, según las imágenes del Radiotelescopio Gigante de Ondas Métricas. Crédito: Bagchi and Ray et al/Giant Metrewave Radio Telescope

Un equipo internacional de astrónomos, liderado por la Universidad CHRIST de Bangalore, ha hecho un descubrimiento extraordinario que desafía las teorías convencionales sobre cómo se forman y evolucionan las galaxias: una galaxia espiral masiva, situada a casi mil millones de años luz de la Tierra, está lanzando colosales chorros de radio que se extienden a lo largo y ancho de seis millones de años luz. Estamos ante uno de los sistemas más grandes jamás observados en una galaxia de este tipo.

La galaxia, conocida como 2MASX J23453268−0449256 —o simplemente J2345−0449—, no solo alberga un agujero negro supermasivo miles de millones de veces más masivo que el Sol, sino que además desafía directamente la idea de que solo las galaxias elípticas pueden producir este tipo de actividad energética.

Esta rareza cósmica se convierte, así, en una advertencia potencial para el futuro de nuestra propia galaxia, la Vía Láctea. «Este descubrimiento es más que una rareza: nos obliga a replantearnos cómo evolucionan las galaxias, cómo crecen los agujeros negros supermasivos en ellas y cómo moldean sus entornos», dice el profesor Joydeep Bagchi, autor principal del estudio, en un comunicado de la Royal Astronomical Society (RAS).

Un monstruo tranquilo en el cosmos

A pesar de tener un agujero negro extremadamente activo, la estructura interna de J2345−0449 permanece sorprendentemente intacta y simétrica. Imágenes obtenidas con el telescopio Espacial Hubble revelan un disco espiral bien definido, con brazos en forma de espiral, una barra nuclear y un anillo resonante, sin señales de colisiones ni fusiones recientes.

Esto es muy interesante, ya que se cree que los chorros de radio tan poderosos deberían desestabilizar o incluso destruir las estructuras delicadas de una galaxia espiral.

Además, el estudio, que aparece publicado en el Monthly Notices of the Royal Astronomical Society, revela que el bulbo galáctico, esto es, la región central y más brillante de J2345−0449, no puede catalogarse dentro de los clásicos, sino que tiene la forma de un pseudobulbo, más plano y menos concentrado, lo que sugiere una evolución más tranquila y prolongada.

Chorros que rivalizan con galaxias enteras

Los científicos detectaron también una barra estelar en el núcleo, rodeada por un anillo resonante de estrellas y gas, características asociadas con procesos internos de resonancia y no con eventos violentos.

Las emisiones de radio de esta galaxia forman lo que se conoce como una doble-doble estructura de chorros, con dos pares de lóbulos: uno más reciente y brillante, y otro más antiguo, más difuso y probablemente apagado.

Estos chorros de radio se extienden a más de 1,6 millones de parsecs (unos 5,2 millones de años luz), lo que la convierte en una galaxia de radio gigante, una categoría extremadamente rara, especialmente para galaxias espirales.

Este tipo de chorros de energía son impulsados por la energía liberada por un agujero negro supermasivo que devora materia, como gas, estrellas o incluso pequeñas galaxias satélite.

Una amenaza latente para la Tierra

Aunque la Vía Láctea alberga un agujero negro supermasivo en su centro —Sagitario A*, con unas 4 millones de masas solares— este se encuentra actualmente en estado latente. Sin embargo, esto podría cambiar si una gran nube de gas o una galaxia enana cayese en su interior, desencadenando un evento de disrupción de marea (Tidal Disruption Event, o TDE).

«¿Podría nuestra galaxia experimentar algún día fenómenos de alta energía similares que tendrían consecuencias graves para la supervivencia de la vida en ella?», se pregunta el profesor Bagchi.

De ocurrir, los chorros galácticos que surgirían podrían ser devastadores si se dirigieran hacia nuestro sistema solar: destruirían atmósferas planetarias, aumentarían la radiación ionizante, dañarían el ADN de todo ser viviente y podrían causar una extinción masiva.

Imagen en color de J23453268-0449256, que tiene 300.000 años luz de diámetro, capturada por el Hubble. Se muestra junto a una representación de nuestra propia galaxia, la Vía Láctea, que es tres veces más pequeña.

Imagen en color de J23453268-0449256, que tiene 300.000 años luz de diámetro, capturada por el Hubble. Se muestra junto a una representación de nuestra propia galaxia, la Vía Láctea, que es tres veces más pequeña. Crédito: Bagchi y Ray et al/Telescopio Espacial Hubble

El papel oculto de la materia oscura y el gas caliente

Uno de los hallazgos más sorprendentes del estudio es que J2345−0449 contiene diz veces más materia oscura que la Vía Láctea, lo que ayuda a estabilizar su disco galáctico a velocidades extraordinarias: hasta 429 km/s, entre las más rápidas medidas en una galaxia espiral.

Además, está rodeada por un halo de gas caliente detectable en rayos X, con temperaturas que alcanzan los 7 millones de grados Kelvin. Este halo, aunque debería enfriarse y formar nuevas estrellas, parece estar siendo calentado por los chorros del agujero negro, inhibiendo así la formación estelar.

Este fenómeno, llamado retroalimentación del AGN (núcleo galáctico activo), es una de las hipótesis principales para explicar por qué muchas galaxias masivas dejan de formar estrellas.

¿Un espejo cósmico para nuestro futuro?

«Comprender estas galaxias raras podría proporcionar pistas vitales sobre las fuerzas invisibles que gobiernan el universo, incluida la naturaleza de la materia oscura, el destino a largo plazo de las galaxias y el origen de la vida,” añade Shankar Ray, coautor del estudio.

La investigación plantea preguntas inquietantes: si una galaxia como J2345−0449 —similar en estructura a la Vía Láctea— puede albergar un agujero negro tan activo y estructuralmente estable, ¿podría nuestra galaxia seguir un camino similar?

Aunque no se puede predecir con certeza, este tipo de descubrimientos no solo desafían las teorías actuales de evolución galáctica, sino que también sirven como advertencia científica sobre el poder latente que yace en el centro de las galaxias.

«El estudio nos acerca un paso más a desentrañar los misterios del cosmos, recordándonos que el universo todavía guarda sorpresas más allá de nuestra imaginación», concluye Ray. ▪️

  • Información facilitada por la Royal Astronomical Society (RAS)

  • Fuente: Joydeep Bagchi, Shankar Ray, Suraj Dhiwar, Mahadev B Pandge, Pratik Dabhade, Aaron J Barth, Luis C Ho, Mohammad S Mirakhor, Stephen A Walker, Nicole Nesvadba, Francoise Combes, Andrew Fabian, Joe Jacob. Unveiling the bulge–disc structure, AGN feedback, and baryon landscape in a massive spiral galaxy with Mpc-scale radio jets. Monthly Notices of the Royal Astronomical (2025). DOI: https://doi.org/10.1093/mnras/staf229

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