Descubren las huellas de una nueva especie de dinosaurio acorazado

Por primera vez, los paleontólogos han identificado las huellas de un dinosaurio acorazado con una maza en la cola, que vivió en América del Norte hace 100 millones de años. El hallazgo permite nombrar una nueva especie, bautizada como «Ruopodosaurus clava», que desafía lo que creíamos saber sobre la evolución de los anquilosaurios.

Por Enrique Coperías

Las nuevas huellas de dinosaurio bautizadas como Ruopodosaurus clava fueron realizadas por dinosaurios anquilosaurios acorazados. Aunque se desconoce la especie exacta que realizó estas huellas.

Las nuevas huellas de dinosaurio bautizadas como Ruopodosaurus clava fueron realizadas por dinosaurios anquilosaurios acorazados. Aunque se desconoce la especie exacta que realizó estas huellas, es probable que fuera similar al Gobisaurus o al Jinyunpelta, ambos conocidos en China. Imagen conceptual generada con DALL-E

En una zona remota del noreste de la Columbia Británica, en Canadá, un equipo de paleontólogos ha protagonizado un descubrimiento que reescribe parte de la historia evolutiva de los dinosaurios acorazados, un grupo de herbívoros protegidos por placas óseas en la piel.

En concreto, se trata de la identificación de un nuevo tipo de huellas fósiles que, por primera vez, pueden atribuirse con certeza a un grupo muy específico: los anquilosáuridos, conocidos por sus cuerpos blindados y sus característicos mazos óseos en la cola.

Este hallazgo, publicado en la revista Journal of Vertebrate Paleontology, aporta una nueva especie de icnotaxon, esto es, clasificación de huellas fósiles, bautizada como Ruopodosaurus clava, y confirma la presencia de estos dinosaurios en América del Norte hace unos 100 millones de años.

El descubrimiento se produjo en varios yacimientos cerca de Tumbler Ridge, en la Columbia Británica, y también en el noroeste de Alberta. La zona, parte de la región geológica de Peace, es conocida por su abundancia de huellas de dinosaurios y su relativa escasez de restos esqueléticos. Estas huellas o icnitas, con una antigüedad de entre 100 y 94 millones de años (Cretácico medio), fueron localizadas en formaciones sedimentarias de origen fluvial: depósitos antiguos de deltas, lagos poco profundos y zonas con vegetación cercanas a ríos.

Tres dedos en lugar de cuatro

En ese ambiente, las pisadas de animales prehistóricos quedaron registradas en el barro y, con el paso del tiempo, se fosilizaron.

Lo que distingue a Ruopodosaurus clava de otras huellas atribuidas a anquilosaurios, como el Tetrapodosaurus borealis, es el número de dedos: mientras que las huellas anteriores muestran cuatro dedos en los pies traseros, estas nuevas huellas tienen solo tres.

Esa diferencia anatómica no es menor: solo los anquilosáuridos, un subgrupo más especializado dentro de los anquilosaurios, presentan un pie trasero tridáctilo. Por tanto, este es el primer registro conocido en el mundo de huellas de un anquilosaurio con maza en la cola, y aporta evidencia clara de que estos animales vivían en América del Norte en una época en la que no se habían encontrado restos óseos atribuibles a ellos.

Con una maza en el extremo de la cola

El nombre Ruopodosaurus clava significa literalmente el lagarto caído con maza, en referencia tanto a las montañas de Tumbler Ridge, donde las huellas cayeron o quedaron marcadas en rocas sueltas, como a la maza ósea característica de estos dinosaurios.

«Aunque no sabemos exactamente cómo era el dinosaurio que dejó estas huellas, podemos decir que medía entre cinco y seis metros de largo, tenía el cuerpo cubierto de placas óseas y espinas, y probablemente contaba con una cola rígida o incluso una maza terminal», dice la paleontóloga y autora principal del estudio, Victoria Arbour, del Museo Real de la Columbia Británica.

Arbour, reconocida por su trabajo sobre anquilosaurios, se mostró particularmente entusiasmada con el hallazgo: «Los anquilosaurios son mi grupo favorito de dinosaurios, así que poder identificar nuevos rastros de ellos en la Columbia Británica es muy emocionante para mí».

Moldes naturales de la mano y el pie izquierdos de un Ruopodosaurus clava. Este dinosaurio solo tenía tres dedos en las patas posteriores.

Moldes naturales de la mano y el pie izquierdos de un Ruopodosaurus clava. Este dinosaurio solo tenía tres dedos en las patas posteriores. Cortesía: Journal of Vertebrate Paleontology / DOI: https://doi.org/10.1080/02724634.2025.2451319

Huellas com impresiones de la piel

Las huellas fueron observadas inicialmente por Charles Helm, asesor científico del Museo de Tumbler Ridge, quien llevaba años detectando la presencia de estos rastros tridáctilos en la zona. Fue él quien invitó a Arbour a estudiarlas en conjunto durante una visita en 2023. También participaron en el estudio Eamon Drysdale, curador del museo local, Roy Rule, geocientífico del Geoparque Global de Tumbler Ridge, y el fallecido Martin Lockley, experto en huellas de dinosaurios de la Universidad de Colorado.

Desde un punto de vista morfológico, las huellas del Ruopodosaurus clava muestran una mano con cinco dedos cortos y redondeados, y un pie con tres dedos robustos, también de terminaciones redondeadas o con forma de U. La orientación de las huellas, ligeramente giradas hacia afuera, y su patrón de marcha estrecha y simétrica, refuerzan su identificación como pertenecientes a un dinosaurio cuadrúpedo y robusto.

Gracias al uso de técnicas modernas, como la fotogrametría tridimensional y los moldes de silicona, se obtuvieron modelos digitales detallados de las huellas, algunas de las cuales conservan incluso impresiones de la piel.

Halladas por dos niños

Un aspecto clave de este estudio es su valor como evidencia alternativa al registro fósil tradicional, centrado en huesos. Entre los 100 y 84 millones de años atrás, no se habían encontrado fósiles óseos atribuibles a anquilosaurios con maza en la cola en América del Norte.

Este vacío llevó a algunos investigadores a pensar que los anquilosáuridos se habían extinguido localmente durante ese tiempo, quizá debido a cambios climáticos o al aumento del nivel del mar. Sin embargo, las huellas del Ruopodosaurus demuestran que estos animales no solo estaban presentes en la región, sino que coexistieron con otros anquilosaurios, como los nodosáuridos, que tienen colas flexibles y cuatro dedos en los pies.

«Desde que dos niños descubrieron una pista de anquilosaurios cerca de Tumbler Ridge, en el año 2000, los anquilosaurios y esta región se han convertido en sinónimos — señala Helm. Y añade—: Es realmente emocionante saber, gracias a esta investigación, que dos tipos distintos de anquilosaurios vivieron aquí, y que el Ruopodosaurus solo se ha identificado en esta parte de Canadá».

Entre 2 y 2,5 toneladas

El estudio también aborda la evolución del número de dedos en los anquilosaurios a través de reconstrucciones filogenéticas. Sus resultados muestran que el pie tridáctilo es una característica exclusiva del linaje Ankylosauridae, lo que respalda la asignación de estas huellas a ese grupo.

En contraste, todos los demás anquilosaurios conocidos, incluidos los considerados más primitivos, como los nodosáuridos y los parankilosaurios, presentan cuatro dedos funcionales en sus pies.

En cuanto al tamaño del animal, las huellas más grandes de Ruopodosaurus miden alrededor de 30 cm, lo que permite estimar una altura de cadera de aproximadamente 1,2 metros y un peso similar al de anquilosaurios bien conocidos, como el Euoplocephalus y el Scolosaurus, que alcanzaban entre 2.000 y 2.500 kilos.

En agosto de 2024, Calla Scott, preparadora de fósiles del Royal BC Museum, y Teague Dickson, exestudiante de máster de la Universidad de Victoria, aplicaron consolidantes al holotipo de Ruopodosaurus para estabilizarlo antes de realizar un molde de silicona. Crédito: Royal BC Museum

La historia en una pisada

En comparación, los rastros de Tetrapodosaurus llegan a los 50 cm de largo, lo que sugiere que estos otros anquilosaurios pudieron ser notablemente más grandes.

Este hallazgo no solo amplía el conocimiento sobre la diversidad de dinosaurios que habitaron el norte de América en el Cretácico medio, sino que también refuerza la importancia de la región de Peace para la paleontología. Como destaca Arbour, «este estudio demuestra lo valiosa que es esta zona para entender la evolución de los dinosaurios en América del Norte. Aún queda mucho por descubrir”».

En palabras de esta paleontóloga, Ruopodosaurus clava no solo representa una nueva ventana a la vida de los anquilosaurios del Cretácico, sino que también confirma que las huellas fósiles de dinosaurios pueden contar historias que los huesos aún no han revelado. En una sola pisada puede quedar registrada la huella de millones de años de evolución. ▪️

  • Información facilitada por Taylor & Francis

  • Fuente: Arbour, V. M., Lockley, M. G., Drysdale, E., Rule, R., & Helm, C. W. (2025). A new thyreophoran ichnotaxon from British Columbia, Canada confirms the presence of ankylosaurid dinosaurs in the mid Cretaceous of North America. Journal of Vertebrate Paleontology (2025). DOI: https://doi.org/10.1080/02724634.2025.2451319

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