Los donantes de sangre experimentan cambios genéticos beneficiosos
Un estudio revela que la donación frecuente de sangre puede inducir cambios genéticos en las células madre que fortalecen la producción sanguínea.
Por Enrique Coperías
Donar sangre de forma habitual puede protegernos de sufrir leucemias y otros cánceres de la sangre, según un nuevo estudio. Foto de Frank Meriño
Investigadores del Instituto Francis Crick, en el Reino Unido, han identificado cambios genéticos en las células madre sanguíneas de personas que donan sangre con frecuencia que favorecen la producción de nuevas células no cancerosas.
Comprender las diferencias en las mutaciones genéticas que se acumulan en nuestras células madre sanguíneas a medida que envejecemos resulta fundamental para entender cómo y por qué se desarrollan los cánceres de sangre, que afectan a los glóbulos blancos (leucemias), a la médula ósea (mieloma) y a los ganglios linfáticos (linfoma).
Además, este conocimiento podría ser clave para intervenir antes de la aparición de los síntomas clínicos de estos tres tipos de tumores sanguíneos.
La rebelión de los clones
A medida que envejecemos, las células madre en la médula ósea acumulan mutaciones genéticas de manera natural, lo que lleva a la aparición de clones celulares. Estos clones son grupos de células sanguíneas con una composición genética ligeramente diferente. En algunos casos, ciertos clones pueden derivar en cánceres hematológicos, como la leucemia.
Cuando una persona dona sangre, las células madre de la médula ósea generan nuevas células sanguíneas para reemplazar la sangre perdida. Este proceso de regeneración genera un estrés fisiológico que impulsa la selección de ciertos clones celulares.
Pues bien, en un estudio publicado en la prestigiosa revista Blood, el equipo del Instituto Crick, en colaboración con científicos del DFKZ en Heidelberg y el Centro de Donación de Sangre de la Cruz Roja Alemana, analizó muestras de sangre de más de 200 donantes habituales. Estos participantes habían donado sangre tres veces al año durante cuarenta años, y superaron las 120 donaciones en total. Como grupo de control, se incluyeron donantes esporádicos, quienes habían donado sangre menos de cinco veces en total.
Mutaciones en el gen DNMT3A
Los resultados mostraron que ambos grupos tenían un nivel similar de diversidad clonal, pero la composición de sus poblaciones celulares era diferente.
Por ejemplo, se identificaron clones con mutaciones en el gen DNMT3A en ambos grupos de donantes. Este gen, que contiene la información para fabricar la enzima ADN (citosina-5)-metiltransferasa 3A, es conocido por estar mutado en personas que desarrollan leucemia. Sin embargo, los cambios en DNMT3A observados en los donantes frecuentes no estaban en las regiones asociadas a estados preleucémicos.
Para comprender mejor esta diferencia, los investigadores del Instituto Crick modificaron el gen DNMT3A en células madre humanas en el laboratorio. Indujeron tanto los cambios genéticos asociados con la leucemia como las mutaciones no preleucémicas observadas en el grupo de donantes frecuentes.
Un glóbulo rojo, fotografiado con un microscopio electrónico. Cortesía: Hector Huerga Encabo / The Francis Crick Institute
Dar para no contraer
Posteriormente, cultivaron estas células en dos entornos experimentales: uno con eritropoyetina (EPO), una hormona que estimula la producción de glóbulos rojos y cuyo nivel aumenta tras cada donación de sangre; y otro con sustancias inflamatorias para simular una infección.
Los resultados fueron reveladores. Las células con las mutaciones observadas en donantes frecuentes crecieron y prosperaron en el ambiente con EPO, pero no lograron desarrollarse en el entorno inflamatorio. Por el contrario, las células con mutaciones preleucémicas mostraron el efecto opuesto.
Esto sugiere que las mutaciones en DNMT3A detectadas en los donantes frecuentes son una respuesta fisiológica a la pérdida de sangre asociada con la donación, en lugar de estar vinculadas a la aparición de cánceres hematológicos.
Una respuesta positiva a la pérdida de sangre corporal
Para validar estos hallazgos, el equipo trasplantó células madre humanas con ambos tipos de mutaciones genéticas en ratones de laboratorio. Algunos roedores fueron sometidos a extracciones de sangre y recibieron inyecciones de EPO para simular el estrés fisiológico inducido por la donación de sangre.
Los resultados confirmaron que las células con las mutaciones de los donantes frecuentes crecieron con normalidad en condiciones de control y promovieron la producción de glóbulos rojos bajo estrés, sin volverse cancerosas. En contraste, las mutaciones preleucémicas provocaron un aumento significativo en la producción de glóbulos blancos, tanto en condiciones normales como bajo estrés fisiológico.
Los investigadores concluyen que la donación regular de sangre es una actividad que selecciona mutaciones genéticas que favorecen una respuesta saludable ante la pérdida de sangre, sin promover mutaciones preleucémicas asociadas al cáncer de sangre.
Con la mirada puesta en las terapias
«Nuestro trabajo es un ejemplo fascinante de cómo nuestros genes interactúan con el entorno a medida que envejecemos —dice la doctora Dominique Bonnet, líder del Grupo de Células Madre Hematopoyéticas en el Instituto Crick y autora principal del estudio, en un comunicado de este centro de investigación biomédica. Y añade—: Actividades que imponen niveles bajos de estrés en la producción de células sanguíneas permiten que nuestras células madre sanguíneas se renueven, lo que favorece a las mutaciones que promueven su crecimiento en lugar de la enfermedad».
«El tamaño de nuestra muestra es modesto, por lo que no podemos afirmar con certeza que la donación de sangre reduce la incidencia de mutaciones preleucémicas. Se requieren estudios en un mayor número de personas —advierte la doctora Bonnet. Y continúa—: Puede que las personas donantes sean, en general, más saludables si cumplen con los requisitos para donar, y esto podría reflejarse en sus clones celulares sanguíneos. Sin embargo, la información obtenida sobre diferentes poblaciones de mutaciones y sus efectos es realmente fascinante».
Por su parte, el doctor Héctor Huerga Encabo, investigador postdoctoral en el Grupo de Células Madre Hematopoyéticas del Instituto Crick y coautor principal, junto con Darja Karpova, del DFKZ, en Heidelberg, concluye con esta declaración: «Sabemos más sobre mutaciones preleucémicas porque podemos detectarlas cuando se diagnostica cáncer de sangre. Ahora buscamos comprender cómo estas mutaciones genéticas influyen en el desarrollo o prevención de la leucemia, y si pueden ser aprovechadas con fines terapéuticos». ▪️
Información facilitada por el Instituto Francis Crick
Fuente: Andreas Trumpp et al. Clonal Hematopoiesis Landscape in Frequent Blood Donors. Blood (2025). DOI: https://doi.org/10.1182/blood.2024027999