La paradoja de la felicidad: por qué esforzarnos por ser felices nos hace menos felices

¿Intentar ser más feliz podría estar saboteando tu bienestar? Un nuevo estudio revela que la obsesión por la felicidad agota nuestra energía mental y nos hace más propensos a tomar malas decisiones.

Por Enrique Coperías

En lugar de ver la felicidad como algo que debe acumularse y controlarse, deberíamos verla más como la arena de una playa.

En lugar de ver la felicidad como algo que debe acumularse y controlarse, deberíamos verla más como la arena de una playa. «Puedes sostener un puñado de arena en la mano, pero si intentas aferrarte demasiado fuerte, se te escapará entre los dedos», explica uno de los autores del estudio.

Un nuevo estudio revela un sorprendente hallazgo: cuanto más nos esforzamos por acrecentar nuestra felicidad, más agotamos la energía mental necesaria para el autocontrol. En otras palabras, la búsqueda constante de la felicidad puede debilitarnos y hacernos más propensos a tomar malas decisiones, como gastar dinero de forma impulsiva o caer en excesos. Así pues, el mero hecho de perseguir la dicha consume los recursos mentales que nos ayudan a resistir la tentación.

El deseo de ser felices es casi universal. Personas de todas las culturas y entornos valoran sentirse bien y buscan experimentar emociones positivas. Según la Encuesta Global de Felicidad 2024 realizada por Ipsos, el 71% de los adultos en treinta países del mundo se describen a sí mismos como "muy" o "bastante" felices. Aún así, el fantasma de la desdicha ronda inmisericorde en nuestras sociedades.

Esta aspiración por alcanzar y alimentar la felicidad ha dado origen a una multimillonaria industria de autoayuda, llena de libros, cursos y programas que prometen revelar los secretos para una vida plena.

Perder la dicha en el intento de buscarla

Sin embargo, algunos investigadores han detectado una paradoja inquietante: en lugar de aumentar el bienestar y la alegría, la obsesión por la felicidad a menudo produce el efecto contrario. Quienes se enfocan demasiado en alcanzar la dicha tienden a sentirse menos satisfechos y más frustrados.

Esta paradoja plantea una pregunta fundamental: si la felicidad es tan deseable, ¿por qué el esfuerzo constante por alcanzarla a veces nos aleja de ella?

Ahora, un nuevo estudio de la Universidad de Toronto Scarborough, publicado en la revista Applied Psychology: Health and Well-Being, sugiere una posible explicación: intentar ser más felices es mentalmente agotador, lo que reduce nuestra capacidad de autocontrol y fuerza de voluntad. Como resultado, nos volvemos más vulnerables a la tentación y tomamos decisiones autodestructivas que, paradójicamente, nos hacen sentir menos felices e incluso desafortunados.

La búsqueda de la felicidad es como una bola de nieve: intentas sentirte mejor, pero ese esfuerzo agota los recursos que realmente te ayudarían a lograrlo.
— Sam Maglio, profesor de Marketing en la Universidad de Toronto Scarborough y la Rotman School of Management.

Maglio, que firma el estudio junto con Aekyoung Kim, profesora en la Escuela de Negocios de la Universidad de Sídney, compara este fenómeno con la sensación de llegar a casa después de un largo día de trabajo: cuanto más agotados estamos mentalmente, más difícil nos resulta mantener hábitos saludables, como limpiar la casa yevitar distracciones en redes sociales.

Este no es el primer estudio que analiza la paradoja de la felicidad. En 2018, Maglio y Kim descubrieron que las personas que intentan activamente ser más felices tienden a sentirse apremiadas por el tiempo, lo que aumenta su nivel de estrés y, en consecuencia, reduce su felicidad.

Las personas que habitualmente intentan ser más felices también tienden a tener menos fuerza de voluntad y a sufrir agotamiento mental.

Las personas que habitualmente intentan ser más felices también tienden a tener menos fuerza de voluntad y a sufrir agotamiento mental. Imagen generada con Bing

La felicidad no es acumulable

«La clave está en que la felicidad requiere recursos mentales —afirma Maglio en un comunicado de la Universidad de Toronto Scarborough—. En lugar de dejarte llevar, estás intentando sentirte de otra manera, y eso resulta agotador».

La industria de la autoayuda ha reforzado la idea de que la felicidad es un objetivo que se puede acumular, como el dinero. Esta mentalidad genera presión, haciendo que las personas se responsabilicen en exceso por su estado emocional.

Para analizar este fenómeno, los investigadores encuestaron a cientos de personas y encontraron un patrón claro: quienes más se esforzaban por ser felices tendían a ejercer menos autocontrol en su vida cotidiana. La hipótesis de Maglio y Kim era que la búsqueda de la felicidad y el autocontrol compiten por la misma fuente limitada de energía mental.

El agotamiento mental de perseguir la alegría

Con el fin de probar su hipótesis, la pareja de investigadores diseñó varios experimentos. En uno de ellos, pidieron a los participantes que clasificaran listas de objetos, una tarea simple pero que requiere concentración. Descubrieron que las personas que más buscaban la felicidad dedicaban menos tiempo y esfuerzo a la actividad, lo que sugiere que sus recursos mentales ya estaban agotados.

En un segundo experimento, Maglio y Kim expusieron a los participantes a anuncios publicitarios con la palabra felicidad para activar su deseo de ser más felices. Luego, les ofrecieron un gran bol de chocolates y les pidieron que los probaran. Los investigadores predijeron que quienes tenían menos autocontrol comerían más chocolates. Y efectivamente, aquellos expuestos a la publicidad de felicidad máxima comieron más dulces que el resto.

Sam Maglio —arriba—, profesor de Marketing en la Universidad de Toronto Scarborough, no recomienda que no intentemos ser superfelices todo el tiempo.

Sam Maglio —arriba—, profesor de Marketing en la Universidad de Toronto Scarborough, no recomienda que no intentemos ser superfelices todo el tiempo. En vez de enfocarnos en lo que nos falta, aconseja que apreciemos lo que ya tenemos. Cortesía: Yana Kaz

Pero esto planteó una nueva pregunta: ¿realmente la búsqueda de la felicidad es tan extenuante, o cualquier otro objetivo produciría el mismo desgaste mental? Para responder, en un tercer y último experimento pidieron a un grupo de participantes que eligiera entre pares de objetos pensando en cuál los haría más felices, mientras que a otro grupo simplemente se le pidió que eligiera según sus preferencias personales.

Luego, ambos grupos realizaron una prueba de autocontrol. ¿Resultado? El grupo de la felicidad abandonó antes la tarea, lo que indica que su energía mental estaba más desgastada.

El secreto para una felicidad sostenible

El estudio no sugiere que la búsqueda de la felicidad sea inútil, pero sí advierte sobre los peligros de obsesionarse con ella. Maglio recomienda cambiar la perspectiva: en lugar de ver la felicidad como algo que debe acumularse y controlarse, deberíamos verla más como la arena de una playa.

«Puedes sostener un puñado de arena en la mano, pero si intentas aferrarte demasiado fuerte, se te escapará entre los dedos», explica este experto.

En su lugar, aconseja enfocarse en el presente y valorar lo que ya se tiene, en lugar de obsesionarse con obtener más. «Relájate. No intentes ser superfeliz todo el tiempo. En vez de enfocarte en lo que te falta, aprecia lo que ya tienes», concluye sabiamente Maglio. ▪️

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