Un estudio con gemelos pone al descubierto la influencia genética en el pensamiento moral

¿Nacemos con la moral escrita en el ADN? Un estudio revela que nuestras inclinaciones éticas, como el utilitarismo y el kantismo, tienen raíces genéticas, lo que supone un desafío a siglos de debate filosófico.

Por Enrique Coperías

El estudio de gemelos revela la base genética del pensamiento moral. Investigadores exploran la compleja relación entre la genética y nuestras decisiones éticas, demostrando que nuestras inclinaciones morales, como el utilitarismo y el kantismo, pueden estar influenciadas por nuestro ADN. Imagen generada con Gemini

¿Nacemos con una brújula moral determinada o la construimos a partir de lo que aprendemos del mundo? ¿Por qué algunas personas creen que lo correcto es buscar el bien colectivo cueste lo que cueste, mientras que otras se niegan a violar ciertos principios incluso si eso beneficiaría a muchos? En definitiva, ¿somos utilitaristas o kantianos por naturaleza?

Estas preguntas, propias de los grandes debates filosóficos desde tiempos de Immanuel Kant y Jeremy Bentham, acaban de recibir una respuesta inesperada desde la genética.

Un estudio reciente, publicado en la revista Personality and Individual Differences y dirigido por el psicólogo Timothy C. Bates, de la Universidad de Edimburgo, en Escocia, ha arrojado luz sobre la influencia genética en nuestras inclinaciones éticas. En él, se plantea que nuestras posiciones morales fundamentales —ya sea que nos incluyamos entre quienes justifican medios difíciles en nombre del bien común o entre quienes priorizan deberes éticos absolutos— pueden estar, en parte, escritas en nuestro ADN.

Dos visiones éticas enfrentadas desde hace siglos

Desde hace más de doscientos años, los filósofos han debatido entre dos grandes modelos éticos. Para el utilitarismo, que defiende que la mejor decisión es la que maximiza el bienestar general, lo correcto es aquello que maximiza el bienestar colectivo, incluso si eso implica sacrificar a un inocente.

Para los kantianos, en cambio, lo fundamental es el deber y el respeto por cada individuo como un fin en sí mismo, sin aceptar que «el fin justifica los medios». La ética kantiana afirma que ciertas acciones están moralmente prohibidas, sin importar sus consecuencias. Ayudar a un ser querido o salvar a cinco personas sacrificando a una: dilemas morales como estos han dividido a pensadores y ciudadanos por igual.

Pero ¿de dónde surgen estas diferencias? ¿Son fruto de la educación, del entorno, de nuestras creencias religiosas o políticas? O, como sugiere este nuevo estudio, ¿podrían tener también un origen biológico?

La ciencia entra en escena: diseño del estudio

Para responder a esta cuestión, Bates recurrió a una metodología clásica en genética del comportamiento: el estudio con gemelos. Analizó datos de más de mil participantes del Brisbane Adolescent Twin Study, un seguimiento a largo plazo de gemelos australianos. En concreto, se evaluó a 439 gemelos, que comparten el 100 % de sus genes; y a 627 mellizos, que comparten aproximadamente el 50%).

Los participantes completaron la Oxford Utilitarianism Scale (OUS), una herramienta diseñada para captar dos componentes clave del pensamiento moral utilitarista: la beneficencia imparcial (IB), la disposición a maximizar el bienestar de todos por igual, sin dar preferencia a uno mismo ni a los cercanos; y el daño instrumental (IH), la disposición a usar medios dañinos o coercitivos si eso conduce a un bien mayor.

Los resultados mostraron que ambas dimensiones tienen una base genética significativa. La beneficencia imparcial presentó una heredabilidad del 58 %, mientras que el daño instrumental alcanzó el 42 %. La inclinación general hacia el utilitarismo, que combina ambas dimensiones, tuvo una heredabilidad del 52 %.

No todos los utilitaristas son iguales

Además, se observó que la beneficencia imparcial y el daño instrumental son en gran parte genéticamente independientes. Esto significa que una persona puede estar genéticamente predispuesta a preocuparse por el bienestar universal sin necesariamente estar dispuesta a causar daño para lograrlo.

No todos los utilitaristas son iguales: algunos priorizan el bien colectivo desde la compasión, mientras que otros lo hacen aceptando sacrificios más duros.

Un hallazgo particularmente llamativo fue la escasa influencia del entorno compartido, como la familia, el vecindario y la educación común, en la formación de estas posturas éticas. En cambio, las diferencias se debieron principalmente a factores genéticos y a experiencias únicas que no comparten ni siquiera los hermanos criados juntos.

Los resultados mostraron que tanto la beneficencia imparcial como el daño instrumental tienen una base genética significativa. Imagen generada con DALL-E

¿Por qué estas diferencias no han sido eliminadas por la evolución?

Si ciertas posturas éticas son más eficaces o adaptativas, ¿por qué seguimos observando tanta diversidad moral entre las personas? Los autores del estudio sugieren que puede haber ventajas evolutivas tanto en los niveles altos como bajos de beneficencia imparcial y el daño instrumental, dependiendo del contexto social.

En pequeñas comunidades igualitarias, la cooperación y la redistribución justa pueden haber sido cruciales. En sociedades más jerarquizadas, la capacidad de ejercer poder o usar la fuerza pudo ofrecer beneficios.

Esto se alinea con teorías de selección equilibrada: la presencia de múltiples estrategias morales en una población puede ser útil para adaptarse a un entorno cambiante. Según esta visión, la diversidad ética no es un fallo del sistema, sino una característica adaptativa.

Otras corrientes éticas por explorar

El propio Bates reconoce que el estudio, al estar centrado exclusivamente en gemelos australianos, puede tener limitaciones en cuanto a su aplicabilidad a otras culturas. ¿Se mantendrán estos patrones genéticos en poblaciones de Asia, África o América Latina? ¿Influirán variables como la religión, la educación y el contexto político?

Además, aunque la Oxford Utilitarianism Scale capta dos dimensiones clave del utilitarismo, no abarca todo el espectro filosófico. Quedan por explorar otras corrientes éticas, como la ética de la virtud, el contractualismo o las teorías del cuidado.

Este estudio no solo marca un hito en la investigación sobre moralidad, sino que también aporta una perspectiva nueva sobre las divisiones éticas y políticas en nuestras sociedades. Si parte de nuestras creencias morales tiene un origen biológico, entender esto puede ayudar a fomentar el diálogo y la empatía entre posturas opuestas.

Lejos de implicar determinismo, estos hallazgos sugieren que partimos de diferentes predisposiciones morales, pero aún tenemos margen de acción. Somos capaces de reflexionar, de cambiar de opinión y de aprender de los demás.

Pero también es útil reconocer que, cuando alguien defiende con pasión una idea moral que nos resulta incomprensible, tal vez no esté solo expresando una creencia, sino encarnando una configuración genética distinta. ▪️

  • Fuente: Timothy C. Bates. Genetic origins of Utilitarian versus Kantian moral philosophy in heritable motivations for egalitarian beneficence and coercive redistribution. Personality and Individual Differences (2025). DOI: https://doi.org/10.1016/j.paid.2025.113109.

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