Del sexo a la digestión: el sorprendente origen evolutivo del ano
¿Nuestro ano tiene un pasado sexual? Una nueva hipótesis propone que podría haber evolucionado de un orificio para liberar esperma en unas criaturas marinas primitivas, lo que revoluciona nuestra comprensión de la evolución animal.
Por Enrique Coperías
Un xenacelomorfo del género Proporus. Estos gusanos marinos carecen de un sistema estomatogástrico típico, es decir, no poseen un verdadero intestino, sino un saco intestinal sin ano. Foto: Marco Curini-Galletti, Tom Artois et al.
Uno de los grandes hitos en la evolución de los animales fue el desarrollo de un sistema digestivo con dos orificios: uno por donde entra la comida, es decir, la boca; y otro por donde salen los residuos, el ano.
Esta configuración, conocida como intestino completo, permite una digestión más eficiente y favorece la aparición de cuerpos más grandes y complejos. Sin embargo, el origen del ano ha sido un misterio científico durante más de un siglo.
Ahora, un estudio liderado por investigadores de la Universidad de Bergen, en Noruega, y de la Universidad de Jena, en Alemania, plantea una hipótesis revolucionaria: el ano podría haberse originado a partir del gonoporo masculino —la abertura genital por donde se libera el esperma— de un grupo de animales marinos primitivos llamados xenacoelomorfos.
Una boca para casi todo
Los xenacoelomorfos son animales diminutos, de cuerpo blando y extremadamente simples. Carecen de sistema circulatorio, respiratorio y de un intestino completo. Solo cuentan con una abertura, la boca, por donde ingieren alimentos y expulsan residuos, tal como ocurre en animales como las medusas y los corales (cnidarios).
Sin embargo, a diferencia de estos, los xenacoelomorfos poseen un gonoporo masculino, una abertura especializada exclusivamente para la liberación de espermatozoides. El nuevo estudio sugiere que esta estructura ancestral podría estar relacionada directamente con el origen del ano en los animales bilaterales, es decir, aquellos con simetría bilateral, como la que presentan los mamíferos, los insectos, los moluscos y los peces.
La clave de esta hipótesis reside en la biología molecular. En los animales bilaterales, el desarrollo del intestino posterior, que desemboca en el ano, está regulado por genes muy conservados evolutivamente, como el brachyury, el caudal y elementos de la vía de señalización Wnt. Esta es una compleja red de proteínas que transmiten señales al interior de las células. Desempeña un papel crucial en diversos procesos biológicos,como el desarrollo embrionario, el crecimiento de tejidos y la diferenciación celular.
Genes que configuran el ano
Estos genes están implicados en la formación del ano, y su expresión es común a lo largo de múltiples grupos animales. Lo sorprendente es que este nuevo estudio, publicado en. , encontró que estos mismos genes están activos en la región del gonoporo masculino de diversas especies de xenacoelomorfos, incluso en aquellas que no tienen ano.
Los investigadores analizaron especies como los acelos Isodiametra pulchra, Convolutriloba macropyga, Hofstenia miamia y Meara stichopi con la ayuda de técnicas avanzadas de hibridación in situ, que permiten ver dónde se activan ciertos genes dentro del cuerpo del animal.
En todos los casos, los genes asociados al desarrollo del intestino posterior estaban activos específicamente alrededor del gonoporo masculino, y no en otras partes del cuerpo. Este patrón no estaba presente en los ejemplares juveniles que aún no habían desarrollado la abertura genital, lo que sugiere que la activación de estos genes está directamente relacionada con la formación del gonoporo y no simplemente con la región posterior del cuerpo.
El gonoporo masculino de Xenoturbella bocki. (a, b) Imagen en vivo de un adulto de Xenoturbella bocki y la indicación de un gonoporo masculino posterior (flecha blanca). (c) Inmunohistoquímica de antitubulina (magenta), antiactina (verde) y núcleos (azul) de la parte posterior de un adulto de Xenoturbella bocki. La antitubulina está marcando el esperma. Cada imagen fluorescente es una proyección completa de pilas confocales fusionadas. Cortesía: Andreas Hejnol et al.
Una boca y un gonoporo masculino para la reproducción
Un caso particularmente interesante fue el del gusano pantera de tres bandas Hofstenia miamia, donde el gonoporo masculino se ubica cerca de la boca, en lugar de en el extremo posterior. Aun así, los genes del ano seguían activándose en esa zona, lo que refuerza la idea de que su función está vinculada al desarrollo del gonoporo y no simplemente al final del cuerpo.
Los investigadores también estudiaron al gusano marino Xenoturbella bocki, una especie hermana de los acelos que hasta ahora no tenía descrito un gonoporo masculino. Mediante microscopía de fluorescencia, descubrieron que sí presenta un orificio genital con espermaductos —conductos que transportan los espermatozoides— en el extremo posterior, confirmando así que esta característica es común a todo el grupo de los xenacoelomorfos.
Entonces, ¿qué implica todo esto en términos evolutivos? El equipo propone una hipótesis audaz y bien fundamentada: el ano evolucionó a partir del gonoporo masculino. Según esta visión, el ancestro común de los animales bilaterales tenía una boca (para alimentación) y un gonoporo masculino (para reproducción).
Por fin, un sistema digestivo con entrada y salida propias
En algún momento de la evolución, ese gonoporo se conectó con la parte posterior del intestino, dando lugar a un sistema digestivo con entrada y salida separadas. Así, los genes originalmente usados para formar el gonoporo fueron reutilizados para crear el intestino posterior y el ano.
Este modelo no solo explica la similitud genética entre el gonoporo y el ano, sino que también resulta más parsimonioso, es decir, más simple y lógico, que las hipótesis anteriores, que requerían suponer que algunos linajes animales perdieron el ano con el tiempo.
Además, existen ejemplos en otros grupos animales, como los platelmintos, donde los sistemas digestivo y reproductivo comparten estructuras o aberturas, lo que respalda la idea de que estas conexiones evolutivas son plausibles y comunes.
Un nexo entre la reproducción y la digestión
En definitiva, este estudio aporta una nueva perspectiva sobre el origen del ano, una estructura clave en la evolución de los animales complejos. A través del análisis genético de estos pequeños y aparentemente simples gusanos marinos, los científicos han descubierto una conexión evolutiva profunda entre la reproducción y la digestión.
El hallazgo nos recuerda que, en la evolución, las estructuras nuevas no siempre aparecen de la nada: muchas veces, se forman a partir de piezas reutilizadas y adaptadas para nuevas funciones.
En palabras sencillas: lo que en su momento fue solo una salida para espermatozoides, se transformó con el tiempo en la válvula de escape de nuestro sistema digestivo. Un cambio radical que, aunque poco glamuroso, fue fundamental para el desarrollo de la vida animal tal y como la conocemos. ▪️
Fuente: Carmen Andrikou, Kevin Pang, Aina Børve, Tsai-Ming Lu, Andreas Hejnol. The xenacoelomorph gonopore is homologous to the bilaterian anus. bioRxiv (2025). DOI: https://doi.org/10.1101/2025.02.10.637358