Neandertales y «Homo sapiens» compartieron tecnología, cultura y rituales funerarios

Un estudio pionero sobre la cueva de Tinshemet, en Israel, demuestra que los neandertales y nuestros ancestros no solo coexistieron en el Paleolítico Medio, sino que interactuaron activamente, hasta el punto de compartir tecnología, formas de vida y enterramientos.

Por Enrique Coperías

Neandertales y Homo sapiens pudieron compartir rituales de enterramiento en la cueva israelí de Tinshemet, hace más de 100.000 años.

Neandertales y Homo sapiens pudieron compartir rituales de enterramiento en la cueva israelí de Tinshemet, hace más de 100.000 años. Imagen artística generada con DALL-E

Un nuevo hallazgo en la cueva de Tinshemet, ubicada en el centro de Israel, está transformando nuestra comprensión sobre las interacciones humanas durante el Paleolítico Medio en Oriente Próximo.

La cueva, reconocida por la riqueza de sus hallazgos arqueológicos y antropológicos, ha revelado varios enterramientos humanos, los primeros de este periodo desenterrados en más de medio siglo. Este descubrimiento abre nuevas perspectivas sobre las dinámicas entre las distintas especies humanas que habitaron la región, y revela detalles sorprendentes a cerca de sus costumbres, tecnología y vida cotidiana.

La investigación, publicada en la revista Nature Human Behaviour, constituye la primera publicación sobre la cueva de Tinshemet, y presenta pruebas sólidas de que los neandertales y los Homo sapiens de la región no solo coexistieron, sino que también compartieron aspectos fundamentales de su vida cotidiana, desde la tecnología hasta las costumbres funerarias.

Uso de ocre en las tumbas

Estos hallazgos no solo desafían nuestras ideas previas sobre la separación entre estas dos especies humanas, sino que también sugieren una relación más estrechamente interconectada, con intercambios de conocimientos y prácticas culturales.

El uso de pigmentos minerales como el ocre en las tumbas humanas de Tinshemet, por ejemplo, podría haber servido para simbolizar identidades sociales o marcar distinciones entre diferentes grupos. Este descubrimiento resalta la importancia del arte simbólico en la vida de nuestros antepasados, mucho antes de lo que se pensaba.

La excavación de la cueva de Tinshemet, dirigida por el profesor Yossi Zaidner, de la Universidad Hebrea de Jerusalén, el profesor Israel Hershkovitz, de la Universidad de Tel Aviv, y la doctora Marion Prévost, de la Universidad Hebrea de Jerusalén, se lleva a cabo desde 2017.

Yossi Zaidner trabaja en la extracción de un cráneo humano de hace 110.000 años y artefactos asociados.

Yossi Zaidner trabaja en la extracción de un cráneo humano de hace 110.000 años y artefactos asociados. Crédito: Boaz Langford

¿Eran vecinos pacíficos?

Uno de los principales objetivos de este equipo multidisciplinario es entender la naturaleza de las relaciones entre los individuos primitivos de nuestra especie, el Homo sapiens, y neandertales (Homo neanderthalensis) en el Levante mediterráneo durante el Paleolítico Medio, hace entre 250.000 y 30.000 años.

La gran pregunta que se plantean los investigadores es la siguiente: ¿Fueron estos grupos rivales que competían por los mismos recursos, vecinos pacíficos o incluso colaboradores? Para responder a esta cuestión, los científicos israelías están examinando no solo las huellas materiales de su tecnología, sino también las evidencias de sus comportamientos simbólicos y sociales, elementos que pueden revelar mucho sobre sus relaciones.

A través de un enfoque integrado que abarca cuatro áreas clave —la producción de herramientas de piedra, las estrategias de caza, los comportamientos simbólicos y la complejidad social— el estudio sugiere que diferentes grupos humanos, como los neandertales, los preneandertales y los Homo sapiens, mantuvieron interacciones significativas entre sí.

Transmisión de conocimientos y tradiciones

Estas interacciones probablemente facilitaron la transmisión de conocimientos y tradiciones, y condujeron a una progresiva homogeneización cultural de las poblaciones. Un ejemplo clave de esto es la aparición de costumbres funerarias formales hace unos 110.000 años en Israel.

Estamos ante las primeros ritos funerarios registrados en el mundo, quizá como resultado de una mayor integración social y cultural entre estos grupos humanos tan diferentes.

Estos rituales funerarios, que incluyen el enterramiento de los muertos con objetos de valor, como herramientas de piedra y fragmentos de ocre, sugieren una creencia temprana en la vida después de la muerte, un concepto que se desarrolla de manera paralela a la creciente complejidad social de la región.

Rojo para el más allá

El uso de ocre, especialmente en el contexto funerario, también ha despertado gran interés entre los investigadores. Más de 7.500 fragmentos de ocre han sido recolectados por los paleoantropólogos en Tinshemet, lo que indica que este material no solo tenía un uso práctico, sino también simbólico.

Los pigmentos rojos, en particular, están asociados a menudo con prácticas rituales y el simbolismo de la muerte en sitios de enterramiento. La distribución del ocre en la cueva israelí sugiere que se utilizaba para decorar los cuerpos, lo que a su vez podría haber servido para marcar la identidad social de los difuntos o para facilitar su transición al más allá.

Esta práctica parece estar relacionada con otras evidencias de comportamiento simbólico que se encuentran en el registro arqueológico de esta época, como la decoración de conchas marinas perforadas en la cueva de Qafzeh, en el norte de Israel, que podría haber sido utilizada como adorno personal, indicando un temprano sentido de identidad individual.

Un grupo de estudiantes trabaja en el exterior de la cueva de Tinshemet.

Un grupo de estudiantes trabaja en el exterior de la cueva de Tinshemet. Crédito: Yossi Zaidner

Un cementerio o un espacio ritual

El descubrimiento de agrupaciones de enterramientos humanos en la cueva de Tinshemet plantea preguntas intrigantes sobre su función en la sociedad del Paleolítico Medio. Los hallazgos sugieren que Tinshemet pudo haber funcionado como un cementerio, o incluso como un lugar ritual, lo que apuntaría a la existencia de creencias compartidas y una estructura social cohesionada.

La colocación de artefactos significativos dentro de las tumbas, como herramientas de piedra, huesos de animales y fragmentos de ocre, sugiere que los enterramientos no eran solo eventos funerarios, sino rituales de gran importancia cultural y simbólica.

Esto, a su vez, podría indicar que las prácticas funerarias de estos grupos humanos eran más complejas y elaboradas de lo que se pensaba, y que incluían un respeto profundo por los muertos y creencias sobre el más allá.

Israel, un crisol de especies

El profesor Zaidner describe a Israel como un «crisol de especies», donde diferentes grupos humanos se encontraron, interactuaron y evolucionaron juntos. «Nuestros datos muestran que las conexiones humanas y las interacciones poblacionales han sido fundamentales para impulsar innovaciones culturales y tecnológicas a lo largo de la historia», explica este arqueólogo en un comunicado de la de la Universidad Hebrea de Jerusalén.

Este crisol de culturas y tecnologías es especialmente notable dado que los hallazgos de la cueva de Tinshemet no solo revelan una interacción entre diferentes especies humanas, sino también entre grupos geográficamente diversos, adelantan los autores del estudio en Nature Human Behaviour.

La doctora Prévost destaca la singularidad de la región en la que se encuentran estos sitios arqueólogicos, ya que está ubicada en la encrucijada de las dispersiones humanas. «A mediados del Paleolítico Medio, las mejoras climáticas aumentaron la capacidad de carga de la región, lo que condujo a una expansión demográfica y a la intensificación de los contactos entre distintos grupos de Homo», señala Prévost.

Campaña de excavación en la cueva de Tinshemet, situada en el centro de Israel. Se trata de un importante yacimiento arqueológico que ha revelado evidencia clave sobre la convivencia entren neandertales y Homo sapiens en el Paleolítico Medio

Campaña de excavación en la cueva de Tinshemet, situada en el centro de Israel. Se trata de un importante yacimiento arqueológico que ha revelado evidencia clave sobre la convivencia entren neandertales y Homo sapiens en el Paleolítico Medio, hace unos 130.000-80.000 años. Crédito: Yossi Zaidner

Estrategias de adaptación compartidas

Este aumento de la capacidad de la región para sostener a una población humana parece haber facilitado una mayor interacción entre diferentes grupos, lo que permitió la transmisión de tecnologías, conocimientos y prácticas culturales, como lo demuestra la homogeneización de las herramientas líticas, los rituales funerarios y el uso del ocre.

El profesor Hershkovitz agrega que la interconexión de los estilos de vida entre los diversos grupos humanos del Levante sugiere relaciones profundas y estrategias de adaptación compartidas: «Estos hallazgos pintan un cuadro de interacciones dinámicas moldeadas tanto por la cooperación como por la competencia».

La evidencia aportada por la cueva de Tinshemet subraya la complejidad de las relaciones humanas de la época, que no se limitaban a la mera competencia por los recursos, sino que también incluían la cooperación y el intercambio cultural, elementos clave para la evolución de las sociedades humanas.

Artefacto lítico fabricado con tecnología compartida por los Homo sapiens y los nenadertales.

Artefacto lítico fabricado con tecnología compartida por los Homo sapiens y los nenadertales. Destaca la técnica Levallois. Crédito: Marion Prévost

Sin duda alguna, los descubrimientos en la cueva de Tinshemet ofrecen una visión fascinante de las estructuras sociales, los comportamientos simbólicos y la vida cotidiana de los primeros grupos humanos. Revelan un periodo de profundas transformaciones demográficas y culturales, y muestra cómo las interacciones sociales y culturales entre Homo sapiens y neandertales contribuyeron al desarrollo de una sociedad más compleja.

A medida que las excavaciones continúan, se espera que Tinshemet proporcione aún más información sobre los orígenes de la sociedad humana y las dinámicas entre los diferentes grupos humanos que compartieron la región del Levante hace más de 100.000 años. ▪️

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