Los bonobos detectan la ignorancia del prójimo: otra habilidad que creíamos exclusiva de los seres humanos se derrumba

Los bonobos han demostrado una sorprendente capacidad para detectar la ignorancia en otros y actuar en consecuencia. Un nuevo estudio desafía la idea de que la teoría de la mente es exclusiva de los humanos.

Por Enrique Coperías

Kanzi, un bonobo del santuario Ape Initiative, en Iowa, participó en el experimento.

Nyota, un bonobo del santuario Ape Initiative, en Iowa, participó en el experimento. Cortesía: Ape Initiative

En un experimento aparentemente simple, unos bonobos señalaban con entusiasmo las golosinas a los humanos que desconocían su ubicación. Este estudio, el primero en demostrar que los grandes simios pueden comunicar información desconocida en un contexto de trabajo en equipo, también aporta la evidencia más clara hasta la fecha de que los bonobos, también conocidos como chimpancés pigmeos, son capaces de percibir la ignorancia de otros, una habilidad que antes se consideraba exclusiva de los humanos.

La investigación, llevada a cabo por el Grupo de Orígenes Sociales y Cognitivos de la Universidad Johns Hopkins, en Estados Unidos, aparece publicada en el último número de la revista Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS).

«La capacidad de detectar lagunas en el conocimiento ajeno es la base de nuestros comportamientos sociales más complejos. Es fundamental para nuestra manera de cooperar, comunicarnos y colaborar estratégicamente —explica Chris Krupenye, coautor del estudio y profesor de Ciencias Psicológicas y del Cerebro en la Johns Hopkins. Y añade—: Dado que esta llamada teoría de la mente sustenta habilidades humanas únicas, como la enseñanza y el lenguaje, muchos creen que los animales carecen de ella».

Tres bonobo a examen

En palabras de este experto en pensamiento animal, «nuestros hallazgos revelan, sin embargo, que los sereshumanos y otros simios comparten sofisticadas bases cognitivas, y sugieren que estas capacidades evolucionaron hace millones de años en nuestros ancestros comunes».

Krupenye y el coautor del trabajo Luke Townrow, estudiante de doctorado en la Johns Hopkins, realizaron el estudio con tres bonobos macho: Nyota, de 25 años; Kanzi, de 43; y Teco, de 13. Todos ellos residen en Ape Initiative, una organización sin ánimo de lucro dedicada a la investigación y la educación.

Durante el experimento, un bonobo se sentaba frente a Townrow en una mesa y observaba cómo otra persona colocaba una golosina —una uva o un Cheerio—bajo una de tres tazas. En algunos casos, Townrow podía ver dónde se escondía la golosina; en otros, no. Si Townrow encontraba la golosina, el bonobo podía quedársela.

¿Dónde está la uva?

Cuando Townrow preguntaba «¿Dónde está la uva?» y esperaba diez segundos, el comportamiento del bonobo dependía de lo que había observado. Si Townrow había visto dónde se escondía la golosina, el simio solía quedarse quieto, esperando recibirla. En cambio, cuando Townrow desconocía la ubicación de la golosina, el bonobo señalaba rápidamente la taza correcta, en ocasiones de manera bastante enfática.

«Sus dedos apuntaban directamente a través de la malla metálica; era evidente lo que intentaban comunicar —dice Krupenye. Y añade—: Kanzi, en particular, muy motivado por la comida, señalaba repetidamente en ciertas fases del experimento; golpeaba varias veces para llamar nuestra atención y era bastante insistente».

Este estudio es el primero en replicar en un entorno controlado hallazgos similares observados en la naturaleza, donde se ha visto que los chimpancés emiten vocalizaciones para advertir a sus compañeros de grupo sobre amenazas potenciales, como serpientes.

En el ensayo, los bonobos señalaron con entusiasmo la ubicación de los premios a los seres humanos que no sabían dónde estaban escondidos

En el ensayo, los bonobos señalaron con entusiasmo la ubicación de los premios a los seres humanos que no sabían dónde estaban escondidos. Cortesía: Johns Hopkins University

Los investigadores partieron de la hipótesis de que, si los bonobos realmente son capaces de reconocer la ignorancia de un compañero —o un cuidador—, señalarían más rápido y con mayor frecuencia cuando este careciera de información. Los resultados confirmaron esta predicción: los bonobos señalaron significativamente más cuando Townrow no sabía dónde estaba la golosina en comparación con cuando sí lo sabía. Además, el tiempo de respuesta fue más corto en las pruebas donde el experimentador desconocía la ubicación del premio.

Un análisis estadístico detallado mostró que los bonobos eran significativamente más propensos a señalar en las pruebas de ignorancia que en las de conocimiento. Los modelos de regresión logística y lineal revelaron que la frecuencia y la rapidez del señalamiento eran mayores en los ensayos donde Townrow no tenía información sobre la ubicación del objeto escondido. Esto sugiere que los bonobos no solo pueden percibir el desconocimiento de algo en otro individuo, sino que también pueden adaptar su comunicación en función de ello.

Implicaciones cognitivas y evolutivas

Uno de los aspectos más innovadores de este estudio es su contribución al debate sobre la teoría de la mente en primates. Hasta ahora, algunos investigadores sostenían que los primates no humanos solo son capaces de rastrear lo que otros saben, pero no de representar la ignorancia como un estado mental independiente.

Sin embargo, los hallazgos de Townrow y Krupenye desafían esta visión, y sugieren que los bonobos pueden simultáneamente mantener dos representaciones de la realidad: saben dónde está la comida, pero también comprenden que su compañero humano no lo sabe.

Estos resultados se alinean con estudios previos sobre la comunicación en chimpancés salvajes, en los que se ha observado que emiten vocalizaciones de advertencia cuando otros miembros del grupo ignoran la presencia de un peligro. Sin embargo, este estudio es uno de los pocos que demuestra en condiciones controladas que los primates pueden modificar su comunicación en función del estado mental de otro individuo y no simplemente en respuesta a su comportamiento.

Kanzi también participó en el ensayo en el que se ha demostrado que los simios usan la teoría de la mente, la capacidad de comprender que otros individuos tienen pensamientos, creencias y conocimientos diferentes a los propios.

Kanzi también participó en el ensayo en el que se ha demostrado que los simios usan la teoría de la mente, la capacidad de comprender que otros individuos tienen pensamientos, creencias y conocimientos diferentes a los propios. Cortesía: Ape Initiative

Son capaces de utilizar la teoría de la mente

«Nuestra investigación proporciona pruebas contundentes de que los simios pueden utilizar la teoría de la mente para facilitar la cooperación —explica Townrow. Y precisa—: En otras palabras, no solo están respondiendo a señales externas, sino que están haciendo inferencias sobre lo que su compañero sabe o no sabe, y están actuando en consecuencia».

Además, el estudio aporta información clave sobre la evolución de la cognición social. La capacidad de comprender la ignorancia de otro y actuar para corregirla es una característica esencial de la comunicación humana, ya que nos permite enseñar, coordinar acciones complejas y cooperar de manera más eficiente. Que los bonobos posean esta habilidad sugiere que los orígenes de la teoría de la mente podrían remontarse a un ancestro común con el género Homo, hace millones de años.

A pesar de estos hallazgos innovadores, aún quedan preguntas por responder. Por ejemplo, ¿los bonobos comunican información con la intención de cambiar el estado mental de su compañero o simplemente buscan modificar su conducta? Si bien este estudio demuestra que los bonobos ajustan su comunicación en función de la ignorancia de otro, no queda claro si lo hacen con el objetivo de influir en sus creencias.

Para responder a esta cuestión, las futuras investigaciones podrían diseñar experimentos que evalúen si los simios pueden modificar la información que comparten según las expectativas de su interlocutor. Además, sería interesante investigar si esta capacidad se extiende a otros contextos, como la cooperación en la resolución de problemas o la enseñanza de nuevas habilidades dentro del grupo.

«Lo que hemos demostrado aquí es que los simios se comunicarán con un compañero para cambiar su comportamiento —dice Townrow. Y concluye—: Pero una cuestión clave abierta para futuras investigaciones es si los simios también buscan cambiar el estado mental o las creencias de su compañero».

Con estos hallazgos, el equipo de investigación continúa explorando los límites de la cognición animal, desafiando la idea de que la teoría de la mente es exclusivamente humana y abriendo nuevas vías para comprender la evolución de la inteligencia social en primates. ▪️

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