La estimulación cerebral no mejora las habilidades motoras tras un ictus

Un estudio advierte de que la estimulación eléctrica cerebral leve no mejora la recuperación motora tras un ictus. Estos hallazgos desafían las expectativas previas y plantean nuevos retos en la rehabilitación neurológica.

Por Enrique Coperías

El doctor Wayne Feng muestra cómo se realiza la terapia de movimiento inducido por restricción con la estimulación cerebral transcranal.

El doctor Wayne Feng muestra cómo se realiza la terapia de movimiento inducido por restricción con la estimulación cerebral transcranal. Cortesía: Ziping Huang

Un estudio reciente ha revelado que la estimulación eléctrica cerebral leve no potencia significativamente la recuperación motora en los supervivientes a un accidente cerebrovascular o ictus. Estos hallazgos, presentados en la Conferencia Internacional sobre el Ictus 2025 de la Asociación Norteamericana del Ictus, en Los Ángeles, desafían las expectativas iniciales de los investigadores.

«Los resultados nos han sorprendido— dijo el doctor Wayne Feng, investigador principal del estudio y profesor de Neurología e Ingeniería Biomédica en la Facultad de Medicina de la Universidad Duke, en Estados Unidos. Y añade—: Esperábamos que una dosis más alta de 4 miliamperios de estimulación eléctrica produjera mejores efectos en comparación con una dosis más baja o con el grupo placebo, pero no encontramos diferencias significativas».

«Un ictus es un trastorno brusco en la circulación sanguínea del cerebro que puede ser producido por oclusión arterial (el 85% de los casos) o por hemorragia (el 15%)», explica la dcotora María Alonso de Leciñana, Coordinadora del Grupo de Estudio de Enfermedades Cerebrovasculares de la Sociedad Española de Neurología. Y añade—: «Puesto que el cerebro necesita un aporte constante de oxígeno y nutrientes, que le llegan a través de la circulación sanguínea, el daño cerebral que produce un ictus depende en gran medida del tiempo en el que dura este trastorno y de la zona que se haya visto afectada».

Cada año, entre 110.000 y 120.000 personas sufren un ictus en España

El ictus o infarto cerebral es la quinta causa de muerte en Estados Unidos y una de las principales razones de discapacidad a largo plazo, según el informe Heart Disease and Stroke Statistics 2025 Update de la American Heart Association, publicado recientemente.

En España el ictus también representa un grave problema de salud : es la segunda causa de muerte y la primera entre las mujeres. Además, constituye la principal causa de discapacidad adquirida en adultos y la segunda de demencia.

Cada año, entre 110.000 y 120.000 personas sufren un ictus en España, y aproximadamente la mitad de ellas fallecen o quedan con secuelas discapacitantes. Actualmente, más de 330.000 españoles presentan algún grado de limitación funcional a consecuencia de un ictus.

Aunque en las últimas dos décadas la mortalidad y la discapacidad asociadas al ictus han disminuido, se estima que en los próximos veinticinco años su incidencia aumentará un 27%, lo que subraya la necesidad de seguir avanzando en la prevención y el tratamiento de esta enfermedad.

Terapia de movimiento

Curiosamente, el 90% de los casos de ictus podrían prevenirse con una adecuada estrategia de prevención, centrada en el control y tratamiento de los factores de riesgo modificables. Entre ellos se incluyen la hipertensión arterial, la diabetes, la hipercolesterolemia, el tabaquismo, la obesidad, el sedentarismo, el consumo de alcohol, las terapias hormonales y las enfermedades cardíacas previas.

La afectación motora es la complicación más común tras un ictus, y afecta al movimiento de brazos y piernas, así como a la realización de numerosas actividades diarias, como bañarse, vestirse, comer y usar el baño.

Una de las terapias utilizadas en la rehabilitación motora es la terapia de movimiento inducido por restricción (TMIR), que limita el uso del brazo no afectado para fomentar el uso del lado afectado. Se ha demostrado su eficacia en pacientes con cierto nivel de movilidad en la mano, aunque requiere un tratamiento intensivo: la versión tradicional implica seis horas diarias de terapia, mientras que una versión modificada exige dos horas por sesión, cinco días a la semana, con ejercicios adicionales en casa.

«Este nivel de exigencia puede representar un reto para los supervivientes de ictus", señaló Feng.

Estimulación eléctrica transcraneal para mejorar el movimiento del brazo

El estudio dirigido por Feng analizó si la estimulación transcraneal de corriente directa podía potenciar los efectos de la TMIR y mejorar el uso del brazo afectado. Los doctores administraron a pacientes voluntarios una corriente eléctrica de hasta 4 miliamperios a través del cráneo mediante una batería de 9 voltios.

Hay que decir que la estimulación eléctrica transcraneal, también conocida como neuromodulación, es una técnica no invasiva que utiliza corrientes eléctricas de baja intensidad para modular la actividad cerebral. Se aplica mediante electrodos en el cuero cabelludo y puede influir en la excitabilidad neuronal. Existen diferentes tipos, como la estimulación transcraneal de corriente directa (tDCS), que usa corriente continua para aumentar o disminuir la actividad cerebral, y la estimulación transcraneal de corriente alterna (tACS), que emplea corrientes alternas para sincronizar las oscilaciones neuronales.

La estimulación eléctrica transcerebral se aplica para tratar afecciones como el ictus, la depresión y el dolor crónico, aunque su eficacia sigue en estudio.

La estimulación eléctrica transcraneal es una técnica de neuromodulación no invasiva que aplica corrientes de baja intensidad en el cuero cabelludo para activar o inhibir áreas específicas del cerebro.

La estimulación eléctrica transcraneal es una técnica de neuromodulación no invasiva que aplica corrientes de baja intensidad en el cuero cabelludo para activar o inhibir áreas específicas del cerebro.

La investigación, denominada TRANSPORT 2 (TRANScranial direct current stimulation for POst-stroke motor recovery — a phase II sTudy), es el primer ensayo multicéntrico sobre recuperación postictus financiado por la red StrokeNet de los Institutos Nacionales de Salud (NIH). Esta red agrupa centros y hospitales en Estados Unidos dedicados a ensayos clínicos en tratamientos agudos, prevención y rehabilitación del ictus.

El estudio evaluó a 129 supervivientes de ictus que participaron en un tratamiento con terapia de movimiento inducido por restricción en centros médicos de Estados Unidos durante dos semanas, con sesiones de media hora de estimulación eléctrica y 120 minutos de terapia TMIR. Se probaron tres niveles de estimulación: placebo, dosis baja (2 mA) y dosis alta (4 mA). Los investigadores midieron el deterioro motor, la funcionalidad del brazo y la calidad de vida tras diez sesiones, y realizaron seguimientos al mes y a los tres meses.

Los principales hallazgos del estudio indican que la estimulación transcraneal con corriente directa de hasta 4 mA no mejoró el efecto de la terapia de movimiento inducido por restricción (TMIR). Aunque todos los participantes mostraron mejoría tras dos semanas de tratamiento, y los avances se mantuvieron al mes y a los tres meses, no se observaron diferencias significativas entre los grupos.

Estimulación segura y bien tolerable

En palabras de Feng, ni el procedimiento placebo ni las dos dosis de estimulación cerebral transcraneal, que transmiten señales eléctricas a través del cráneo, mejoraron la recuperación de la movilidad en los supervivientes de un ictus sometidos a terapia de movimiento. La función motora fue similar en todos los grupos, tanto en aquellos que recibieron estimulación cerebral combinada con la terapia como en los que recibieron un placebo junto con el mismo tratamiento.

En cualquier caso, la estimulación fue segura y bien tolerada, y la combinación de ambas terapias —estimulación transcraneal y TMIR— demostró ser factible en un ensayo clínico multicéntrico. Como limitaciones, los autores del trabajo destacan la representación desigual de mujeres en los grupos, lo que podría influir en la respuesta a la estimulación, así como el impacto de la pandemia de covid-19 en la inscripción de participantes y la evaluación de los resultados primarios.

«En futuros ensayos, implementaremos mejoras —afirma Feng. Y añade—: Evaluaremos dosis superiores a 4 miliamperios, garantizaremos una distribución equitativa de hombres y mujeres en los grupos de estudio y aplicaremos métodos más rigurosos en la administración y puntuación de los resultados clínicos. Puede que se necesiten varios intentos antes de alcanzar el éxito». ▪️

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