Tu riesgo de sufrir un ictus podría ser mayor si tus padres se divorciaron durante tu infancia
Un estudio advierte de que los adultos cuyos padres se divorciaron durante su infancia tienen un riesgo mayor de ser víctimas de un accidente cerebrovascular que aquellos que no pasaron por esta experiencia. Esta conexión podría ayudar a prevenir los ictus.
Por Enrique Coperías
Un reciente estudio publicado en la revista de acceso abierto PLOS One por Esme Fuller-Thomson y sus colegas de la Universidad de Toronto, en Canadá, sugiere que las personas cuyos padres se divorciaron durante su infancia podrían enfrentar un mayor riesgo de sufrir un accidente cerebrovascular (ACV) o ictus en la adultez.
En España, cada año se registran entre 110.000 y 120.000 nuevos casos de ictus, según la Sociedad Española de Neurología (SEN), y es responsable de más de 24.000 muertes anuales y afecta a más de 34.000 personas que desarrollan una discapacidad como consecuencia del accidente cerebrovascular.
Sin ir más lejos, dos semanas después de un infarto cerebral, más del 60% de los pacientes requiere asistencia para realizar las actividades diarias, y entre el 70% y el 80% experimenta hemiparesia, esto es, debilidad o parálisis parcial en un lado del cuerpo, según un artículo publicado en la revista Medicina de Familia.
De hecho los ictus —una afectación cerebral brusca de las arterias cerebrales bien por una hemorragia o bien por una oclusión que produce una disfunción cerebral focal— son la primera causa específica de muerte en mujeres, la segunda en hombres y la primera causa de incapacidad en pacientes mayores de 65 años en nuestro país.
Cada 6 minutos se produce un nuevo caso de ictus en España
Diversos estudios han identificado numerosos factores sociodemográficos asociados con el riesgo de padecer un ACV, así como la conexión entre experiencias adversas en la infancia y el riesgo de padecer este tipo de urgencia médica: cada 6 minutos se produce un nuevo caso de ictus en España.
En el nuevo estudio, los investigadores se centraron específicamente en el impacto del divorcio parental en la infancia, y excluyeron a aquellos adultos con antecedentes de abuso infantil. Para ello, utilizaron datos de la Encuesta de Vigilancia de Factores de Riesgo del Comportamiento de 2022, que incluyó a 13.205 adultos de 65 años o más.
Fuller-Thomson y sus colegas encontraron que las personas que experimentaron el divorcio de sus padres antes de los dieciocho años tenían 1,61 veces más probabilidades de haber sufrido un ACV en comparación con aquellos cuyos padres no se separaron durante su niñez. Esta asociación no varió según el sexo, y permaneció incluso después de tener en cuenta otros factores de riesgo conocidos, como la diabetes, la depresión y el apoyo social limitado.
Aunque el estudio no estaba diseñado para analizar los mecanismos que podrían explicar esta asociación ni para establecer causalidad, los hallazgos sugieren una relación consistente entre el divorcio parental en la infancia y un mayor riesgo de padecer un ictus, incluso en ausencia de abuso infantil u otros traumas.
En palabras de Fuller-Thomson, «la magnitud de la asociación entre el divorcio parental y el accidente cerebrovascular fue comparable a factores de riesgo bien establecidos para este, como el género masculino y la diabetes».
«Nuestro estudio indica que incluso después de ajustar por factores de riesgo conocidos, como el tabaquismo, la inactividad física, los bajos ingresos y educación, la diabetes, la depresión y la falta de apoyo social, aquellos cuyos padres se divorciaron tienen un 61% más de probabilidades sufrir un ACV», dice Mary Kate Schilke, primera autora del estudio y profesora de Psicología en la Universidad Tyndale (Canadá).
La fuerte asociación encontrada entre el divorcio de los padres y el accidente cerebrovascular es comparable en magnitud a otros factores de riesgo bien establecidos, como la diabetes y la depresión. «Es crucial investigar los mecanismos subyacentes que podrían explicar esta asociación —dice Fuller-Thomson—. Aunque nuestro estudio no puede establecer causalidad, esperamos que nuestros hallazgos inspiren más investigación sobre este tema».
Un vínculo muy fuerte con la separación paterna
El estudio excluyó, como ya se ha apuntado, a los participantes con antecedentes de abuso infantil, lo que fortalece la interpretación de que el divorcio parental por sí mismo podría ser un factor de riesgo independiente para el ACV. «Incluso entre aquellos que no padecieron abuso infantil y vivían con adultos que les brindaban seguridad durante la niñez, encontramos que el riesgo de ACV era mayor si sus padres se habían divorciado», señala Philip Baiden, coautor del trabajo y profesor en la Facultad de Trabajo Social de la Universidad de Texas en Arlington.
Los investigadores especulan sobre los posibles factores biológicos y sociales que podrían explicar esta conexión. Desde una perspectiva biológica, Fuller-Thomson sugiere lo siguiente: «El divorcio de los padres durante la infancia podría resultar en niveles sostenidamente altos de hormonas de estrés, lo cual podría tener efectos duraderos en el cerebro en desarrollo y en la respuesta al estrés del niño».
Otros factores, como la falta de recursos emocionales o económicos derivados de la separación, también podrían jugar un papel nada desdeñable en esta conexión.
Un factor nuevo a tener en cuenta en la prevención del ictus
No obstante, Fuller-Thomson advierte de que, debido a la naturaleza del estudio, los resultados podrían no ser generalizables a generaciones más jóvenes, que han experimentado tasas de divorcio parental más altas. Además, factores potencialmente confusos, como la presión arterial, el colesterol, el uso de anticonceptivos, la edad al momento del divorcio de los padres y los tipos de ACV, no fueron considerados en los datos analizados.
«Si futuras investigaciones confirman estos vínculos entre el divorcio de los padres y el ictus, el conocimiento sobre la estructura familiar de un paciente podría ser útil para los profesionales de la salud en la prevención y educación sobre el accidente cerebrovascular», concluye Schilke.
Los hallazgos abren nuevas líneas de investigación para comprender mejor cómo los eventos tempranos de la vida pueden tener repercusiones duraderas en la salud cerebral y cardiovascular en edad adulta. ▪️
Información facilitada por la Universidad de Toronto
Fuente: Mary Kate Schilke, Philip Baiden, Esme Fuller-Thomson. Parental divorce’s long shadow: Elevated stroke risk among older Americans. PLOS One (2025). DOI: 10.1371/journal.pone.0316580