ADN antiguo: cómo el «Homo sapiens» salió de África y llegó a Asia Oriental
El ADN arcaico está reescribiendo nuestra historia: nuevas pruebas confirman que los primeros humanos modernos salieron de África y revelan cómo se adaptaron para poblar Asia y el resto del mundo.
Por Enrique Coperías
Un nuevo estudio refuerza la teoría de que el ser humano moderno surgió en África y que desde allí se dispersó por todo el planeta. Imagen generada con Bing
Investigadores de la Universidad de Tokio, en Japón, han chequeado los posibles escenarios del origen y la dispersión del Homo sapiens en Eurasia Oriental. Su análisis abarca las rutas migratorias, las contribuciones genéticas de los humanos arcaicos y las adaptaciones fisiológicas que ayudaron a conformar las poblaciones modernas. Además, han detectado una inconsistencia clave en la llamada hipótesis multirregional del origen humano.
En el nuevo estudio, publicado en el Journal of Physiological Anthropology, Steven Abood y Hiroki Oota han aplicado análisis genómicos y evaluaciones arqueológicas para zambullirse en las pautas migratorias y las adaptaciones fisiológicas que condujeron a la humanidad a conquistar el planeta.
Desde hace más de tres décadas, el origen del Homo sapiens, esto es, nuestra especie, y su dispersión por el mundo han sido objeto de debate, principalmente entre dos modelos rivales. Uno de ellos es el citado modelo de evolución multirregional, que sostiene que los humanos modernos evolucionaron simultáneamente en distintas regiones a partir de poblaciones arcaicas locales.
El otro modelo, más reciente, es el Out of Africa, que propone que Homo sapiens surgió en África y se dispersó globalmente, reemplazando en gran medida a las poblaciones locales.
El punto débil de la teoría multirregional
Si bien el modelo multirregional tuvo gran aceptación en el pasado, actualmente el consenso científico respalda mayoritariamente que todos los seres humanos modernos evolucionaron relativamente hace poco en África, migraron hacia Eurasia y reemplazaron todas la población descendiente del Homo erectus, sobre todo gracias a los avances en genómica y paleogenómica.
Uno de los problemas más serios del modelo multirregional es la baja probabilidad de que importantes mutaciones genéticas concretas, como las que promovieron la expansión cerebral, hayan ocurrido dekkforma independiente en múltiples regiones del mundo.
Aunque en Occidente esta teoría ha perdido peso, aún es defendida por algunos antropólogos chinos, quienes argumentan que los humanos modernos en Asia podrían haber evolucionado localmente a partir de Homo erectus pekinensis, conocido vulgarmente como el hombre de Pekín, sin necesidad de la presencia de antepasados africanos. Esta visión ha estado sustentada por los descubrimientos de homininos fósiles en China y, en algunos casos, por enfoques nacionalistas sobre el origen humano, que nada tienen que ver con la evidencia científica.
La prueba de la Eva mitocondrial
En los años 80, investigaciones lideradas por Allan C. Wilson y su equipo de la Universidad de California en Berkeley, en Esdtados Unidos, revelaron que el ADN mitocondrial (mtDNA) de todas las poblaciones humanas modernas puede rastrearse hasta una mujer africana que vivió hace unos 200.000 años.
A este linaje se le conoce como la Eva mitocondrial, el ancestro común más reciente femenino que poseía las mitocondrias —las centrales energéticas de las células que poseen su propio ADN— de las cuales descienden todas las mitocondrias de la población humana actual.
El análisis del ADN nuclear, sumado a la secuenciación del genoma neandertal en 2010, cuyo borrador se presentó en la revista Science, reforzó esta idea al mostrar que los Homo neanderthalensis y los Homo sapiens se separaron hace entre 500.000 y 600.000 años.
El mestizaje con neandertales y denisovanos
Sin embargo, los estudios también revelaron que hubo cierto grado de hibridación genética entre Homo sapiens y otras especies humanas arcaicas, particularmente con los neandertales y los denisovanos. Estos últimos son un grupo de humanos arcaicos que vivieron en Asia y se extinguieron hace aproximadamente 30.000 a 40.000 años. Fueron identificados a partir de restos óseos hallados en 2010 en la cueva de Denisova, en Siberia, y su existencia se confirmó mediante análisis de ADN.
Se estima que entre el 1 y el 4% del genoma de las poblaciones fuera de África proviene de loa neandertales, lo que indica que hubo mestizaje genético entre ambos grupos en su encuentro en Eurasia.
Asimismo, el descubrimiento de los denisovanos en Siberia ha mostrado que su ADN persiste en algunas poblaciones actuales, especialmente en los habitantes del Tíbet y Oceanía, lo que sugiere que sus genes han jugado un papel en la adaptación genética a climas extremos.
Las rutas migratorias hacia Asia Oriental
Por otro lado, la dispersión de los seres humanos modernos hacia Asia Oriental también es objeto de acalorado debate entre los paleoantropólogos. Estos se dividen en dos bandos: el que defiende una ruta norte, que atraviesa el centro de Asia y Siberia, y el que apuesta por una ruta sur, que bordea la costa del océano Índico, a través del subcontinente indio y el sudeste asiático.
Evidencias arqueológicas, como la presencia de herramientas líticas de microhojas en Siberia, parecen apoyar la hipótesis de la ruta norte, mientras que los estudios genéticos del Consorcio Pan-Asiático de SNP (Single Nucleotide Polymorphisms) sugieren que la ruta sur fue la principal vía de migración de los antepasados de los modernos asiáticos orientales, incluidos los chinos han —un grupo étnico de Asia Oriental originario de China—, los japoneses, salvo la cultura Jōmon, y muchas poblaciones del sudeste asiático.
Los jōmones, individuos pertenecientes a la cultura japonesa de hace 16.000 años, han sido objeto de estudio genómico. Los análisis del estudio s sugieren que no tienen contribución genética de la ruta norte, a diferencia de los norteasiáticos y nativos americanos, quienes muestran una mezcla de ambas rutas migratorias.
Cómo el ADN modeló a los humanos en Eurasia
La migración desde África hacia latitudes más frías trajo consigo nuevos desafíos ambientales, como las bajas temperaturas, la escasez de alimentos y la disminución de luz solar. Estudios recientes han identificado variantes en el gen PER2 que influyen en la sensibilidad a la luz y la producción de melatonina, lo que sugiere adaptaciones evolutivas en latitudes más altas.
El nuevo trabajo revela además que ciertas variantes genéticas fueron clave para la supervivencia en estas nuevas condiciones. Estas son algunas de ellas:
✅ Resistencia al frío: El gen TBX15/WARS2, heredado de los denisovanos, está vinculado con la termogénesis y la distribución de grasa corporal, y es particularmente frecuente en asiáticos orientales y inuit.
✅ Metabolismo acelerado: Los asiáticos orientales evolucionaron con una tasa metabólica basal más alta, lo que podría reducir su riesgo de obesidad en comparación con otras poblaciones.
✅ Adaptación a la altitud: El gen EPAS1, que facilita la adaptación a grandes altitudes, fue heredado de los denisovanos y es fundamental en los tibetanos.
✅ Sistema inmunológico: Genes neandertales en el grupo OAS fortalecieron la respuesta inmune antiviral en los humanos modernos.
✅ Pigmentación de la piel: Variantes genéticas heredadas de los neandertales ayudaron a ajustar la piel humana a la menor exposición solar en latitudes altas.
El descubrimiento de los denisovanos en Siberia ha mostrado que su ADN persiste en algunas poblaciones actuales, especialmente en los habitantes del Tíbet —arriba— y Oceanía, lo que sugiere que sus genes han jugado un papel en la adaptación genética a climas extremos. Foto: Eugene Nelmin
El lado oscuro de la evolución
Pero muchas de las adaptaciones genéticas que facilitaron la supervivencia de nuestros antepasados hoy pueden representar riesgos de salud. Los autores del estudio citan, por ejemplo, la obesidad y la diabetes tipo de 2: la hipótesis del gen ahorrador sugiere que los genes adaptativos al frío, que promovían el almacenamiento de grasa, se han convertido en una desventaja en la actualidad, donde el acceso a alimentos es abundante.
Es más, el gen SLC16A11, heredado de los neandertales, se ha asociado con un mayor riesgo de padecer diabetes de tipo 2, especialmente entre los latinoamericanos.
Un legado africano compartido
En palabras de Abood y Oota, los análisis genéticos de grandes proyectos internacionales, como el HapMap Project y el 1000 Genomes Project, han confirmado que dos cosas muy importantes: una, todas las poblaciones no africanas tienen un ancestro común que dejó África hace 60.000 años; y dos, las poblaciones africanas tienen la mayor diversidad genética, lo que respalda que todos los humanos modernos tienen un origen en África.
Sin duda alguna, el estudio de estos dos biólogos proporciona evidencia contundente de que la teoría del Out of Africa sigue siendo el mejor modelo para explicar el origen y diseminación del Homo sapiens. Sin embargo, la hibridación con neandertales y denisovanos ha jugado un papel crucial en la adaptación de los humanos modernos a nuevos ambientes, especialmente en Asia Oriental.
Nuestro ADN, según Abood y Oota, constituye un mapa viviente de nuestra historia evolutiva, con rastros de migraciones antiguas, mestizajes con especies extintas y adaptaciones que nos permitieron sobrevivir en un mundo en constante cambio.▪️
Fuente: Steven Abood & Hiroki Oota. Human dispersal into East Eurasia: ancient genome insights and the need for research on physiological adaptations. Journal of Physiological Anthropology (2025). DOI: 10.1186/s40101-024-00382-3