Descubren cómo los micro y nanoplásticos hacen que otros contaminantes sean más peligrosos para la salud

Los micro y nanoplásticos no solo contaminan el medioambiente, sino que también aumentan la absorción de toxinas en plantas y el cuerpo humano. Dos estudios sacan a la luz cómo estas partículas plásticas intensifican la contaminación en la cadena alimentaria y potencian riesgos para nuestra salud.

Por Enrique Coperías

Ya hemos vertido al medio ambiente unos 7.000 millones de toneladas métricas de plásticos que siguen fragmentándose", advierte Philip Demokritou.

«Ya hemos vertido al medio ambiente unos 7.000 millones de toneladas métricas de plásticos que siguen fragmentándose», advierte Philip Demokritou, autor principal de dos estudios que relacionan los micro y nanoplásticos con otros contaminantes y la salud de plantas y animales. Cortesía: Marc Newberry

Las partículas de plástico a micro y nanoescala presentes en el suelo y el agua pueden aumentar significativamente la absorción de sustancias químicas tóxicas en plantas y, lo que no es menos preocupante, por parte de nuestro organismo, en concreto, por las células intestinales humanas, según dos recientes estudios de la Rutgers Health, en Estados Unidos.

La contaminación por plásticos constituye una crisis ambiental global de primera magnitud con impactos devastadores en los ecosistemas, la biodiversidad y la salud humana. Cada año, se generan más de 400 millones de toneladas de plástico, de las cuales una gran parte termina acumulándose en los suelos, los océanos —unos 2,5 millones de toneladas de plásticos flotaban en los océanos del mundo en 2023— y otras masas de de agua. Y gran parte de estos residuos se fragmentan en micro, partículas de menos de 5 milímetros de tamaño, y nanoplásticos, cuyo tamaño es aún más pequeño, de uno a mil nanómetros, que se infiltran en la cadena alimentaria.

Se estima que más del 80% de los residuos plásticos no se reciclan, lo que agrava el problema, al acumularse en vertederos o dispersarse en el medioambiente durante siglos debido a su lenta degradación. Los ecosistemas marinos son especialmente vulnerables, con millones de animales afectados por la ingesta de plástico o su enredo en desechos plásticos, lo que altera los equilibrios ecológicos.

Microplásticos hasta en el cerebro humano

Además, los microplásticos han sido hallados en el agua potable, el aire e incluso en el cuerpo humano, incluido el cerebro, el hígado y los riñones, como advierte un reciente estudio publicado en Nature Medicine, lo que plantea riesgos potenciales para la salud.

A nivel global, los países están adoptando regulaciones para reducir el uso de plásticos de un solo uso, promover alternativas biodegradables y mejorar los sistemas de reciclaje, pero el desafío sigue siendo enorme y requiere una acción coordinada para disminuir la producción, fomentar la reutilización y desarrollar materiales sostenibles que minimicen la contaminación.

Pero de momento, la cantidad de plásticos que se desperdicia sin control no hace más que crecer, así como la acumulación de micro y nanoplásticos en el medioambiente. A ello hay que añadir los nuevos hallazgos de la Rutgers Health, que, sin duda alguna, generan nuevas preocupaciones sobre la seguridad alimentaria en un mundo cada vez más contaminado por plásticos.

Las lechugas expuestas a nanopartículas de plástico y arsénico absorbieron más toxinas que las expuestas solo a contaminantes.

Un estudio ha revelado de que as lechugas expuestas simultáneamente a nanopartículas de plástico y a contaminantes ambientales como el arsénico absorbieron una cantidad significativamente mayor de toxinas en comparación con aquellas expuestas solo a los contaminantes. Cortesía: Toinane

Lechugas con arsénico

El primer estudio, publicado en la revista NanoImpact, revela que las lechugas expuestas simultáneamente a partículas de plástico a nanoescala y a contaminantes ambientales comunes, como el arsénico, absorbían una cantidad sustancialmente mayor de toxinas en comparación con las plantas expuestas únicamente a los contaminantes.

Este resultado subraya los riesgos de la policontaminación en la cadena alimentaria. Un estudio complementario, publicado en la revista Microplastics, encontró efectos similares en el tejido intestinal humano.

La combinación de ambos estudios sugiere que los micro y nanoplásticos, subproductos de la fragmentación progresiva del plástico en el medioambiente, podrían estar alimentando un peligroso ciclo de contaminación. Por un lado, las plantas absorben mayores cantidades de sustancias químicas nocivas, que luego pueden ser ingeridas por los seres humanos.

Contaminan tel agua que bebemos, los alimentos que comemos y el aire que respiramos

Al mismo tiempo, nuestro organismo se vuelve más susceptible a la absorción tanto de estas toxinas como de los propios plásticos, aumentando así los riesgos para la salud, especialmente en poblaciones vulnerables.

«Ya hemos vertido al medio ambiente unos 7.000 millones de toneladas métricas de plásticos que siguen fragmentándose», advierte Philip Demokritou, director del Centro de Nanociencia y Materiales Avanzados del Instituto de Ciencias de la Salud Ocupacional y Medioambiental de la Universidad Rutgers y autor principal de ambos estudios. Y añade—: Contaminan todo lo que nos rodea: el agua que bebemos, los alimentos que comemos, el aire que respiramos».

Utilizando un modelo celular del intestino delgado humano y un aparato gastrointestinal de laboratorio que simula el sistema digestivo, los investigadores descubrieron que las partículas de plástico de tamaño nanométrico incrementaban la absorción de arsénico casi seis veces en comparación con la exposición al arsénico solo. Investigadores de Rutgers, la Estación Experimental Agrícola de Connecticut (CAES) y el Instituto de Tecnología de Nueva Jersey (NJIT) observaron el mismo efecto con el boscalid, un pesticida de uso común.

Nanoplásticos que burlan las defensas del organismo

Además, la relación entre los contaminantes y los plásticos funcionaba en ambos sentidos: la presencia de estas toxinas aumentaba considerablemente la cantidad de plástico absorbido por el tejido intestinal, y se duplicaba aproximadamente la absorción en comparación con la exposición a los plásticos solos.

«Sabemos que los materiales a nanoescala pueden eludir las barreras biológicas», explica Demokritou, que también es profesor de Nanociencia y Bioingeniería Ambiental en la Facultad de Salud Pública y la facultad de Ingeniería de la UnIversidad Rutgers. Y advierte: Cuanto más pequeñas son las partículas, más fácilmente atraviesan las defensas naturales de nuestro cuerpo».

En otro experimento, los investigadores expusieron plantas de lechuga a partículas de poliestireno de 20 nanómetros y 1.000 nanómetros, junto con arsénico y boscalid. Descubrieron que las partículas más pequeñas tenían el mayor impacto, al aumentar la absorción de arsénico en los tejidos vegetales comestibles casi tres veces en comparación con las plantas expuestas solo al arsénico.

Los micro y nanoplásticos se incorporan como polizones en la cadena trofica: recientes estudios ya han detectado estas partículas en el cerebro y otras partes del organismo humano.

Los micro y nanoplásticos se incorporan como polizones en la cadena trofica: recientes estudios ya han detectado estas partículas en el cerebro y otras partes del organismo humano. Cortesía: Teslariu Mihai

Desde las raíces hasta los brotes

Los efectos se manifestaron tanto en sistemas hidropónicos como en condiciones de suelo más realistas. Mediante técnicas avanzadas de análisis e imágenes, los investigadores demostraron que las partículas de plástico también se acumulaban en los tejidos de las plantas, y que las más pequeñas tenían más probabilidades de trasladarse de las raíces a los brotes.

Los micro y nanoplásticos provienen de la descomposición lenta de fragmentos de plástico de mayor tamaño en el medioambiente. «Incluso si dejáramos de producir o utilizar plásticos hoy, lamentablemente seguiríamos enfrentando enormes volúmenes de residuos plásticos», advierte Demokritou en un comunicado de la Rutgers Health.

Hay que decir que esta investigación forma parte de un proyecto más amplio financiado por el Departamento de Agricultura de Estados UNidos (USDA) que examina los problemas de seguridad alimentaria relacionados con los micro y nanoplásticos. Los científicos enfatizan en la necesidad de más estudios para comprender plenamente las implicaciones a largo plazo y desarrollar soluciones viables.

La jerarquía de las tres erres

«Debemos seguir la jerarquía de las tres erres: reducir el uso de plásticos, reutilizar y reciclar», afirma Demokritou. Y añade—: Para los sectores donde estas estrategias no se pueden aplicar fácilmente, como la agricultura, donde se usa una gran cantidad de plástico para el control de malezas y otras prácticas, la mejor opción es optar por plásticos biodegradables».

Los investigadores están trabajando en el desarrollo de nuevos materiales biodegradables para reemplazar los plásticos convencionales, así como en métodos más eficaces para detectar y medir la presencia de partículas plásticas en los alimentos y el agua. Sin embargo, insisten en que prevenir una mayor contaminación debe ser la prioridad principal.

«No es que técnicamente no podamos abordar algunos de estos problemas —comenta Demokritou. Y concluye—: Pero el verdadero desafío es conservar los beneficios de este material tan útil mientras reducimos los daños que causa. Existen obstáculos sociales y económicos en torno a la producción y el uso del plástico que debemos superar».

  • Información facilitada por la Rutgers Health

  • Fuente: Trung Huu Bui, Nubia Zuverza-Mena, Emilie Kendrick, Carlos Tamez, Manavi Yadav, Sarah Alotaibi, Christian Dimkpa, Glen DeLoid, Omowunmi Sadik, Philip Demokritou, Jason C. White. Micro-nanoscale polystyrene co-exposure impacts the uptake and translocation of arsenic and boscalid by lettuce (Lactuca sativa). NanoImpact (2025). DOI: https://doi.org/10.1016/j.impact.2025.100541.

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