Los plásticos les «suena» a comida a las ballenas que cazan a gran profundidad
Es muy posible que los animales que cazan con su sonar en la oscuridad de las profundidades oceánicas sean incapaces de distinguir la basura plástica de los calamares, advierte un nuevo estudio.
Por Enrique Coperías
Para una pareja de ballenas que caza con ondas sonoras en las profundidades sin luz del océano, un globo de fiesta de plástico rasgado puede parecerles un delicioso calamar, según un nuevo estudio que sometió algunos desechos plásticos de playa a pruebas acústicas submarinas.
«Estas firmas acústicas son similares, y esto podría ser una de las razones por las que estos animales se ven impulsados a consumir plástico en lugar de, o además de, su presa», dice el director de la investigación Greg Merrill, de la Universidad Duke, en Estados Unidos.
«El cien por cien de los desechos marinos de plástico analizados tienen una intensidad acústica similar o superior a la de las presas de las ballenas», afirman los autores en un artículo publicado online por el Marine Pollution Bulletin.
Un órgano lleno de grasa llamado melón
Para encontrar comida en la oscuridad, las ballenas que bucean a gran profundidad, como los cachalotes, los cachalotes pigmeos y los ballenatos de Cuvier, emiten chasquidos y zumbidos desde una estructura parecida a una cuerda vocal que tienen cerca del espiráculo.
Estos sonidos se transmiten al agua circundante a través de la estructura bulbosa en forma de melón llena de aceite que tienen sobre la boca. Actúa como una lente acústica por su composición lipídica de distintas densidades. Los sonidos que rebotan de los objetos en el agua son recibidos por los órganos sensoriales llenos de grasa de las mandíbulas inferiores y enviados al oído interno y al cerebro para su interpretación.
Este sistema de ecolocalización les ha sido útil durante al menos 25 millones de años.
El problema medioambiental de la basura plástica
Pero los plásticos oceánicos, como bolsas de compras, cuerdas y botellas, son un problema creciente y se encuentran habitualmente en los intestinos de las ballenas varadas y otros animales. Merrill quería probar las firmas acústicas de estos materiales para ver si las ballenas estaban siendo confundidas por los plásticos.
Hay que tener presente que la contaminación por plásticos en los océanos es un problema ambiental grave que afecta tanto la vida marina como la salud humana. Se estima que alrededor de 8 millones de toneladas de plástico entran en los océanos cada año. Esto equivale a un camión de basura lleno de plástico vertido en el océano cada minuto.
Los plásticos representan aproximadamente el 80% de toda la basura marina.
Después de reunir algunos desechos plásticos típicos y con incrustaciones de percebes de las playas de Beaufort y la cercana Atlantic Beach, Carolina del Norte, los investigadores los pusieron bajo el transpondedor de sonar del barco R/V Shearwater del Laboratorio Marino de Duke para probarlos. «Eran bolsas de plástico, globos, cosas que se observan comúnmente en los estómagos de las ballenas varadas», dice Merrill.
Hicieron un aparejo en forma de H con hilo de pescar y pesas en la parte inferior para sujetar las muestras a cuatro o cinco metros por debajo del transpondedor, que está en el fondo de una de las quillas del catamarán. A continuación se realizaron pruebas acústicas a tres frecuencias de sonar diferentes —38, 70 y 120 kilohercios—, que abarcan la gama de chasquidos que emplean las distintas especies de ballenas en inmersiones profundas.
Los desperdicios casi siempre suenan a comida
Para comparar, también probaron calamares reales (pero muertos) y trozos de pico de calamar que se habían recuperado del estómago de un cachalote muerto.
La basura casi siempre sonaba a comida, sobre todo películas de plástico y fragmentos de plástico, dos elementos especialmente ruidosos que se encuentran con más frecuencia en las ballenas muertas.
«Hay cientos de tipos de plástico, y las distintas propiedades del material, como la composición [química] del polímero, los aditivos, la forma, el tamaño, el envejecimiento y el grado de suciedad, probablemente influyan en las respuestas específicas de frecuencia observadas», señalan los autores.
Según Merrill, tal vez sea posible modificar algunos plásticos para que no presenten una firma acústica. «Pero no creo que sea una opción viable, porque si las redes y los sedales son invisibles, las ballenas también se enredan con ellos. Así que no queremos que no puedan identificar esas cosas». ▪️
Información facilitada por la Universidad Duke
Fuente: Greg B. Merrill, Z. T. Swaim, I. G. Benaka, A.L. Bishop, N. A. Kaney, S. Kuhlman, J. C. Matheson, E. Menini, S. Goh, S. Lei, D. P. Nowacek. Acoustic signature of plastic marine debris mimics the prey items of deep-diving cetaceans. Marine Pollution Bulletin (2024). DOI: https://doi.org/10.1016/j.marpolbul.2024.117069.