Códice de Türi: un estudio revela lo que dicen sus tapas de madera sobre el manuscrito más antiguo de Estonia
Bajo el cuero desgastado de un viejo manuscrito estonio se escondía una historia aún más antigua que sus palabras. El códex de Türi desvela, a través de sus tapas de roble, secretos del reciclaje medieval, el comercio báltico y la vida eclesiástica en el siglo XV.
Por Enrique Coperías
Las tapas de madera de roble del códice de Türi tienen orígenes distintos y arrojan luz sobre algunos de los enigmas de este manuscrito medieval. Cortesía: Ervin Sestverk in Läänelaid et al. 2025
A veces, un manuscrito no cuenta una sola historia, sino varias entretejidas no solo en sus palabras, sino también en los materiales que lo conforman. Este es el caso del códex de Türi, considerado el manuscrito fechado más antiguo de Estonia, cuyo estudio reciente ha revelado detalles fascinantes sobre su encuadernación medieval y el uso de materiales reciclados en la Edad Media.
Gracias a una investigación liderada por el Alar Läänelaid, del Departamento de Geografía de la Universidad de Tartu, en Estonia, y un equipo internacional de expertos, sabemos ahora que las tablas de roble que protegen este libro medieval no solo tienen orígenes distintos, sino también pasados diferentes. La historia, literalmente, está escrita en la madera de este códice.
El códice fue escrito en 1454 por una única mano, muy probablemente la de un sacerdote o clérigo local, identificado en una nota como her marten, fórmula de cortesía propia del bajo alemán, el entonces pueblo parroquial de Türi, en el centro de Estonia. Su contenido principal es el Vocabularius Ex quo, un popular diccionario latino-alemán del siglo XV concebido como una herramienta para ayudar a entender mejor la Vulgata —una traducción de la Biblia al latín realizada a finales del siglo IV por san Jerónimo con la ayuda de santa Paula— y otros textos religiosos.
Un códice dirigido a usuarios cultos
En palabras del investigador Kaspar Kolk, coautor del estudio del Instituto de Historia, Arqueología e Historia del Arte, en laUniversidad de Tartu, se trataba de un recurso lingüístico dirigido a usuarios cultos, probablemente clérigos, que requerían apoyo lingüístico para sus lecturas. El códice incluye también otro pequeño vocabulario jurídico, lo que muestra su intención pedagógica y práctica.
Poco después de que fuera redactado, el códice fue transferido al convento dominico de Tallin, en el condado de Harju, tal como lo indica una inscripción en latín Iste liber pertinet conuentui Reualiensi, o sea, Este libro pertenece al convento de Reval (Reval era el antiguo nombre latino de Tallin, la capital de la República de Estonia).
Allí pasó a formar parte de la biblioteca encadenada del convento, un sistema común en la época para evitar robos. Sin embargo, con la disolución del convento durante la Reforma luterana en 1525, el códice cayó en desuso y pasó siglos guardado en archivos históricos de Estonia.
Los anillos de los árboles y los isótopos de estroncio
Todo cambió en 2021, cuando el códice llegó a manos de restauradores del patrimonio documental de Estonia. Dado su deterioro —el cuero medieval estaba roto, la encuadernación suelta, los hilos desgastados— se decidió desmontarlo cuidadosamente para su conservación y análisis. Esta intervención brindó una oportunidad única: por primera vez en siglos, las tapas de madera de roble quedaron al descubierto, lo que permitió su estudio detallado con métodos científicos de datación y procedencia de materiales antiguos.
La investigación se apoyó en dos técnicas complementarias. Por un lado, la dendrocronología, que estudia los anillos de crecimiento de los árboles para estimar su edad y origen geográfico. Por otro, el análisis de isótopos de estroncio (87Sr/86Sr), un método geoquímico que permite rastrear el entorno geológico donde creció el árbol a partir de la composición química absorbida por sus raíces.
Los resultados sorprendieron a los investigadores. La tapa trasera del códice procede de un roble talado entre 1454 y 1466, coincidiendo con la fecha del manuscrito, y probablemente originario de la costa báltica, entre Letonia y Lituania.
Tapas con orígenes diferentes
Sin embargo, la tapa delantera era mucho más antigua: el último anillo conservado data de 1366, aunque el árbol fue talado probablemente después de 1375. Esta tabla presentaba además un agujero redondo tapado con madera, lo que indica que ya había sido utilizada anteriormente para otro fin, quizá como parte de un mueble o estructura.
Ambas maderas no solo eran distintas en edad, sino también en origen. Mientras que la trasera mostraba patrones típicos del roble del grupo Baltic 1, el de la delantera correspondía a robles que crecieron cerca del río Vístula, en el norte de la actual Polonia, dentro del grupo Baltic 2. El análisis isotópico respaldó estas conclusiones, a pesar de las limitaciones en los mapas de referencia geoquímica para Europa del Este.
Uno de los aspectos más novedosos del estudio es precisamente el uso combinado de técnicas científicas para el estudio de patrimonio histórico. Tal como explica Kolk, aunque la dendrocronología ya se ha aplicado antes a estructuras arquitectónicas históricas, apenas se ha explorado su uso en tapas de libros medievales.
Reciclaje de maderas nobles
Esto se debe a que, en muchos casos, la madera está cubierta y no se puede estudiar sin desmontar la encuadernación. La restauración del códice ofreció, por tanto, una ocasión excepcional para aplicar un enfoque interdisciplinar.
Los hallazgos no solo tienen valor histórico, sino que también ilustran una práctica común en la Edad Media: la reutilización de materiales nobles como el roble. Lejos de desechar lo viejo, se aprovechaban maderas resistentes y de calidad para darles una segunda vida, incluso en objetos tan refinados como los libros.
En este caso, una tabla cuidadosamente seleccionada fue ajustada y adaptada a su nuevo rol como cubierta de un códice religioso.
Alianza entre ciencia y humanidades
Este tipo de descubrimientos nos recuerda que la historia del libro no está solo en el contenido de los textos, sino también en los elementos materiales que los acompañan.
Cada anillo de árbol, cada marca en la madera, cada reparación cuenta una parte del relato. Y en el caso del códice de Türi, lo que parecía un libro medieval más, se revela como un testigo silencioso de redes comerciales, saberes eclesiásticos, prácticas artesanales y cambios sociales en la Europa del siglo XV, dice Läänelaid.
Este estudio pionero demuestra también el enorme potencial de combinar ciencia y humanidades para desvelar capas de historia escondidas en los objetos más insospechados. Gracias a la minuciosa labor del equipo dirigido por Läänelaid, ahora podemos mirar el códice de Türi con nuevos ojos: no solo como un testimonio escrito, sino como un artefacto histórico compuesto por materiales que también tienen algo que decir. ▪️
Fuente: Alar Läänelaid, Kristina Sohar, Aoife Daly, Alicia Van Ham-Meert, Päärn Paiste, Kaspar Kolk, Kadri Paloveer, Raivo Suni. New evidence of re-use of an oak panel in Estonia: Covers of the fifteenth century Codex of Türi. Journal of Cultural Heritage (2025). DOI: https://doi.org/10.1016/j.culher.2025.02.015.