Perros: el mejor amigo del hombre podría ser el peor enemigo de la naturaleza

Una nueva investigación advierte de que nuestros perros tienen un impacto ambiental profundo en la fauna, los ecosistemas y el clima. El estudio pide un enfoque más sostenible en la tenencia responsable de mascotas.

Por Enrique Coperías

Los comportamientos depredadores de los perros, como perseguir y acosar a la fauna silvestre, pueden alterar la conducta de los animales salvajes incluso mucho después de que nuestra mascota haya abandonado el lugar.

Los comportamientos depredadores de los perros, como perseguir y acosar a la fauna silvestre, pueden alterar la conducta de los animales salvajes incluso mucho después de que nuestra mascota haya abandonado el lugar. Imagen generada con DALL-E

Una nueva investigación de la Universidad Curtin, en Australia Occidental, sobre el impacto ambiental de los perros domésticos ha revelado efectos negativos de gran alcance en la vida silvestre, los ecosistemas naturales y el cambio climático.

Aunque el daño ecológico causado por los gatos ha sido ampliamente documentado, este nuevo estudio revela que los nuestros amigos peludos, como los carnívoros grandes más comunes del mundo, representan una amenaza ambiental significativa y de múltiples dimensiones.

No hay que olvidar que, según estimaciones recientes, la población mundial de perros asciende a aproximadamente 900 millones; en España, la presencia de perros en los hogares ha experimentado un notable incremento en los últimos años. Según datos de la Red Española de Identificación de Animales de Compañía (REIAC), en 2023 se registraron 10.165.498 perros.

Incluso cuando van con correa

El investigador principal, el profesor Bill Bateman, de la Facultad de Ciencias Moleculares y de la Vida de la Universidad Curtin, afirma que en el estudio han descubierto que los perros de compañía, incluso cuando van atados con correa junto al dueño, perturban y dañan directamente a la fauna silvestre, especialmente a las aves costeras.

«Además de comportamientos depredadores, como perseguir a la fauna silvestre (conejos, liebres, zorros, corzos, pájaros…), los perros dejan rastros de olor, orina y heces que pueden alterar la conducta de los animales salvajes mucho después de que el perro se haya marchado», explicó el profesor Bateman en un comunicado de la Curtin.

El profesor Bateman relata que diversos estudios en Estados Unidos han demostrado que animales como ciervos, zorros y linces reducen su actividad o incluso evitan por completo las zonas donde los perros pasean con frecuencia, aunque los estos no estén presentes en ese momento.

«Los residuos caninos también contribuyen a la contaminación de masas de agua y dificultan el crecimiento de la vegetación, mientras que el escurrimiento de productos químicos usados para bañar y proteger a los perros de parásitos puede introducir compuestos tóxicos en los entornos acuáticos», advierte el profesor Bateman.

Una importante huella de carbono

Por otro lado, dar de comer a nuestro mejor amigo no sale gratis desde el punto de vista medioambiental. En 2023, la producción mundial de comida para mascotas fue de aproximadamente 35,4 millones de toneladas métricas. Europa y Norteamérica contribuyeron con alrededor del 64% de este volumen, produciendo cada una más de 11 millones de toneladas, según Statista.

En palabras del profesor Bateman, «la industria de alimentos para mascotas, impulsada por una enorme población mundial de perros, tiene una huella de carbono, de uso de tierra y consumo de agua considerables».

Sin ir más lejos, un estudio de la Universidad de Edimburgo en 2020 reveló que cada año se utiliza una superficie equivalente al doble del tamaño del Reino Unido para producir alimento seco para perros y gatos, y que la huella de carbono de la industria dedicada a producción de comida para mascotas emite más gases de efecto invernadero anualmente que países como Mozambique y Filipinas.

La industria mundial de alimentos para mascotas genera más gases de efecto invernadero anualmente que países como Mozambique y Filipinas.

La industria mundial de alimentos para mascotas genera más gases de efecto invernadero anualmente que países como Mozambique y Filipinas. Foto: Kabo

El papel de los propietarios

Ante este panorama, el profesor Bateman señala que abordar estos desafíos requiere un equilibrio entre reducir el daño al medio ambiente y preservar el papel positivo de los perros como animales de compañía y de trabajo.

«Los perros son fundamentales para muchas personas, ya sea como compañeros emocionales o como aliados en tareas de conservación como perros detectores —indica el profesor Bateman. Y añade—: Sin embargo, la gran cantidad de perros domésticos a nivel mundial, combinada con comportamientos despreocupados o desinformados por parte de algunos dueños, está generando problemas ambientales graves que ya no podemos ignora».

El estudio también destaca las barreras para una tenencia responsable y sostenible de mascotas, y revela que, aunque la industria alimentaria para perros es un factor clave en los planes nacionales de sostenibilidad, solo entre el 12% y el 16% de los propietarios están dispuestos a pagar más por alimento ecológico para perros, debido en gran parte al aumento de los precios.

Prohibiciones en zonas ecológicamente sensibles

Además, la falta de conciencia ambiental entre los dueños agrava aún más el problema.

«Muchos propietarios simplemente no son conscientes del daño ecológico que pueden causar sus perros, desde alterar el equilibrio de la fauna hasta contaminar los ecosistemas naturales”, afirmó el profesor Bateman.

«Hay quien puede pensar que sus acciones individuales no tienen impacto, lo que genera una tragedia de los bienes comunes, donde espacios compartidos, como playas y bosques, sufren un deterioro acumulativo», advierte este experto.

«Medidas restrictivas, como la prohibición de perros en zonas ecológicamente sensibles, son necesarias para proteger especies vulnerables, pero no constituyen una solución definitiva —dice el profesor Bateman. Y concluye—: Hacemos una llamada a la colaboración entre dueños de mascotas, grupos conservacionistas y autoridades para desarrollar estrategias sostenibles que equilibren la tenencia de perros con la protección del medioambiente».

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