Perder a un ser querido acelera el envejecimiento

La experiencia de perder a un ser querido, sobre todo en las primeras etapas de la vida, podría hacer que la persona afectada envejezca más rápido, según un nuevo estudio publicado en el Journal of the American Medical Association.

Por Stephanie Berger

El duelo por la muerte de un ser querido acelera el envejecimiento biológico.

El duelo por la muerte de un ser querido acelera el deterioro de las células, los tejidos y los órganos. Imagen generada con Copilot

Perder a alguien cercano, como un familiar, puede acelerar el envejecimiento, según un nuevo estudio de la Facultad de Salud Pública Mailman de la Universidad de Columbia y del Centro de Envejecimiento Butler Columbia, ambos en Estados Unidos.

El estudio ha revelado que las personas que habían perdido a uno de sus padres, a su pareja, a un hermano o a un hijo mostraban signos de una edad biológica más avanzada en comparación con las personas que no habían pasado por este trance. La investigación aparece publicada en la revista JAMA Network Open.

A diferencia del envejecimiento cronológico, que comienza y avanza desde la fecha de nacimiento, el envejecimiento biológico es el deterioro gradual del funcionamiento de las células, los tejidos y los órganos, lo que aumenta el riesgo de padecer enfermedades crónicas. Los científicos miden este tipo de envejecimiento mediante marcadores de ADN conocidos como relojes epigenéticos.

La muerte de un ser querido acelera el declive biológico

“Son pocos los estudios que han analizado cómo afecta la pérdida de un ser querido en distintas etapas de la vida a estos marcadores de ADN, especialmente en muestras de estudio representativas de la población estadounidense —afirma Allison Aiello, catedrática de Longevidad Sanitaria en Epidemiología y autora principal del estudio. Y añade—: Nuestro estudio arroja fuertes vínculos entre la pérdida de seres queridos a lo largo de la vida, desde la infancia hasta la edad adulta, y un envejecimiento biológico más rápido en Estados Unidos”.

El trabajo, que es una colaboración con el Centro de Población de Carolina en la University of North Carolina at Chapel Hill, sugiere que el impacto de la pérdida de un ser querido en el envejecimiento puede verse mucho antes de la mediana edad y puede contribuir a las diferencias de salud entre grupos raciales y étnicos.

Los investigadores utilizaron datos del Estudio Longitudinal Nacional sobre la Salud de Adolescentes a Adultos, que se inició en 1994-95, y llevaron a cabo un seguimiento de los participantes desde la adolescencia hasta la edad adulta.

Recogida de muestras de sangre para analizar el ADN

Para medir la pérdida familiar durante la infancia o la adolescencia del estudio longitudinal, Aiello y sus colegas siguieron a los participantes a través de varias oleadas y períodos de envejecimiento. En la primera oleada se encuestó a 20.745 adolescentes, la mayoría de los cuales tenían en ese momento entre doce y diecinueve años. Desde entonces, se les hizo un seguimiento.

La quinta oleada se llevó a cabo entre los años 2016 y 2018; en ella se realizaron entrevistas a 12.300 de los participantes originales. En la última ola, entre 2016 y 2018, se invitó a los voluntarios a que se sometieran a un examen casero en que se recogieron un total de casi 4.500 muestras de sangre para realizar con ellas pruebas de ADN.

El estudio analizó las pérdidas de familiares y amigos experimentadas durante la infancia o la adolescencia (hasta los dieciocho años de edad) y la adultez (de diecinueve a 43 años). También se examinó el número de pérdidas experimentadas a lo largo de este periodo de tiempo.

La ciencia aún no sabe explicar del todo cómo la pérdida de un ser querido conduce a una mala salud y a una mayor mortalidad. Imagen generada con Copilot

Los datos sobre el envejecimiento biológico se evaluaron a partir de la metilación del ADN sanguíneo mediante relojes epigenéticos, como DunedinPACE, desarrollado por Dan Belsky, colega de Aiello en el Aging Center y coautor del estudio, y sus colaboradores de la Universidad de Duke.

La metilación del ADN es un proceso en el que se añaden grupos metilo —molécula pequeña compuesta por un átomo de carbono y tres átomos de hidrógeno—a las bases o letras del ADN. Dichas metilaciones afectan a la expresión de los genes sin alterar la secuencia genética.

Casi el 40% de los participantes sufrió al menos una pérdida de un ser querido en la edad adulta, entre los 33 y los 43 años. La pérdida de los padres fue más frecuente en la edad adulta que en la infancia y la adolescencia (27% frente al 6%). Una mayor proporción de participantes negros (57%) e hispanos (41%) experimentaron al menos una pérdida en comparación con los participantes blancos (34%).

La conexión entre la pérdida de seres queridos y los problemas de salud a lo largo de la vida está bien establecida

Las personas que padecieron dos o más pérdidas mostraban edades biológicas más avanzadas, según varios relojes epigenéticos. Experimentar dos o más pérdidas de seres queridos en la edad adulta se vinculó más fuertemente con el envejecimiento biológico que vivir solo una muerte y significativamente más que ninguna pérdida.

"La conexión entre la pérdida de seres queridos y los problemas de salud a lo largo de la vida está bien establecida —explica Aiello. Y continúa—: Pero algunas etapas de la vida podrían ser más vulnerables a los riesgos para la salud asociados con el fallecimiento de un ser querido, y la acumulación de pérdidas parece ser un factor significativo".

Por ejemplo, perder a uno de los padres o a un hermano en una etapa temprana de la vida puede ser muy traumático, y a menudo conlleva problemas de salud mental, problemas cognitivos, mayor riesgo de cardiopatías y más probabilidades de morir antes.

Perder a un familiar cercano a cualquier edad plantea riesgos para la salud, y las pérdidas repetidas pueden aumentar los riesgos de sufrir cardiopatías, de morir precozmente y de padecer demencia; además, las repercusiones pueden persistir o hacerse patentes mucho tiempo después del suceso traumático.

Para quienes sufren la muerte de un ser querido, es esencial proporcionar recursos para afrontarlas y abordar el trauma, dicen los autores del estudio. Imagen generada con Copilot

Aiello y sus coautores subrayan que, aunque la pérdida de un ser querido a cualquier edad puede tener repercusiones duraderas en la salud, los efectos pueden ser más graves durante periodos clave del desarrollo, como la infancia o los primeros años de la edad adulta.

“Aún no entendemos del todo cómo la pérdida de un ser querido conduce a una mala salud y a una mayor mortalidad, pero el envejecimiento biológico puede ser uno de los mecanismos, como sugiere nuestro estudio —razona Aiello. Y concluye—: La investigación futura debería centrarse en encontrar formas de reducir las pérdidas desproporcionadas entre los grupos vulnerables. Para quienes sufren la muerte de un ser querido, es esencial proporcionar recursos para afrontarlas y abordar el trauma”. ▪️

Anterior
Anterior

Un algoritmo ayuda a que los médicos identifiquen los tipos más agresivos de carcinoma basocelular 

Siguiente
Siguiente

Vídeos antiguos de chimpancés sugieren que estos son capaces de hablar