Los edulcorantes sin calorías pueden alterar las señales de apetito del cerebro
¿Un edulcorante sin calorías que estimula el hambre? Un nuevo estudio revela cómo la sucralosa altera el cerebro y podría sabotear los intentos por controlar el peso.
Por Enrique Coperías
Un nuevo estudio advierte de que la sucralosa—un edulcorante sin calorías— incrementa el hambre y la actividad del hipotálamo, especialmente en personas con obesidad. Foto: Towfiqu barbhuiya
En comparación con el azúcar, consumir sucralosa —un edulcorante artificial ampliamente utilizado como sustituto del azúcar— aumenta la actividad del hipotálamo, una región del cerebro que regula el apetito y el peso corporal, según un nuevo estudio de la Facultad de Medicina Keck, en la Universidad del Sur de California (USC).
Además, la sucralosa altera la comunicación del hipotálamo con otras regiones cerebrales, incluidas aquellas relacionadas con la motivación, según avanzan los autores del estudio publicado en la revista Nature Metabolism.
En España, el consumo de edulcorantes sin calorías ha aumentado significativamente en los últimos años, impulsado por la creciente preocupación por la salud y el deseo de reducir la ingesta de calorías o azúcar; y aproximadamente el 40 % de los estadounidenses los consumen.
¿Ayudan realmente a regular el peso corporal?
Este tipo de edulcorantes son sustancias que proporcionan sabor dulce sin aportar energía significativa al cuerpo; se utilizan como sustitutos del azúcar en alimentos y bebidas para reducir el consumo calórico, como es el caso de la sucralosa, el aspartamo y la estevia.
«Pero ¿realmente estas sustancias ayudan a regular el peso corporal? ¿Qué ocurre en el cuerpo y el cerebro cuando las consumimos? ¿Sus efectos varían de una persona a otra?», se pregunta la autora principal del estudio, la doctora Kathleen Alanna Page, directora del Instituto de Investigación sobre Diabetes y Obesidad de la USC y codirectora de la División de Endocrinología y Diabetes en la Facultad de Medicina Keck.
La doctora Page y su equipo diseñaron un experimento aleatorizado para analizar cómo la sucralosa afecta la actividad cerebral, las hormonas y el apetito. Investigaciones previas —principalmente en modelos animales y estudios poblacionales— habían sugerido una posible relación entre los edulcorantes sin calorías y la obesidad, pero no habían demostrado directamente cómo estas sustancias influyen en el apetito humano.
La sucralosa confunde a nuestros sesos
Con el respaldo de los Institutos Nacionales de Salud (NIH) estadounidenses, los investigadores analizaron cómo respondieron 75 participantes después de consumir agua, una bebida endulzada con sucralosa y otra bebida con azúcar común (sacarosa). Luego, tomaron imágenes cerebrales por resonancia magnética funcional (fMRI), muestras de sangre y evaluaciones del hambre antes y después del consumo.
Pues bien, la sucralosa incrementó el hambre y la actividad del hipotálamo, especialmente en personas con obesidad. También modificó la forma en que esta región cerebral se comunicaba con otras. A diferencia del azúcar, la sucralosa no elevó las hormonas que inducen saciedad, como la leptina.
Los resultados revelan cómo la sucralosa confunde al cerebro al ofrecer un sabor dulce sin las calorías esperadas, según la doctora Page, que también profesora asociada de Medicina en la USC. Esta discordancia podría influir en los antojos alimentarios y alterar el comportamiento alimentario a lo largo del tiempo.
Una dulce recompensa que no llega
«Si tu cuerpo espera una caloría por el sabor dulce, pero no la recibe, eso podría cambiar la forma en que el cerebro se programa para desear esas sustancias con el tiempo», explica la doctora Page en una nota de prensa de la USC.
El estudio involucró a 75 personas, repartidas equitativamente entre hombres y mujeres y con diferentes estados de peso (saludable, sobrepeso y obesidad). En tres visitas distintas, cada participante fue evaluado con sucralosa, azúcar o agua, lo que permitió a los investigadores observar variaciones individuales.
En cada sesión, se realizaron escaneos cerebrales y extracciones de sangre basales. Los participantes calificaron su nivel de hambre, luego consumieron 300 ml de agua, una bebida con azúcar o una bebida con sucralosa. Posteriormente, se repitieron las mediciones durante las siguientes dos horas.
Los edulcorantes sin calorías, presentes en algunos refrescos, podrían estar provocando cambios en los cerebros en desarrollo de los niños con riesgo de obesidad, según la doctora Page, una de las autoras del estudio. Foto: Michael Starkie
La sucralosa podría modificar los antojos y la conducta alimentaria
Comparado con el azúcar, beber sucralosa aumentó la actividad encefálica en el hipotálamo y la sensación de hambre. Frente al agua, también incrementó la actividad del hipotálamo, aunque sin alterar la percepción del apertito. Estos efectos fueron más marcados en personas con obesidad.
Los investigadores también analizaron la conectividad funcional cerebral con la ayuda de la fMRI, que permite observar cómo las diferentes regiones del cerebro se comunican entre sí. Así pudo saber la doctora Page que el consumo de sucralosa aumenta la conectividad entre el hipotálamo y zonas cerebrales implicadas en la motivación y el procesamiento sensorial, como la corteza cingulada anterior, que influye en la toma de decisiones.
«Esto sugiere que la sucralosa podría modificar los antojos y la conducta alimentario», señala la doctora Page.
Impacto mayor en personas obesas
Como era de esperar, el azúcar elevó los niveles de glucosa en sangre y de hormonas reguladoras, como la insulina y el péptido similar al glucagón tipo 1 (GLP-1). En contraste, la sucralosa no produjo estos efectos hormonales.
«El cuerpo usa estas hormonas para indicarle al cerebro que ha recibido calorías, lo que reduce el hambre —explica la doctora Page. Y continúa—: La sucralosa no provocó esta respuesta, y las diferencias hormonales fueron aún más notorias en participantes con obesidad».
Aunque este estudio responde preguntas clave sobre cómo la sucralosa impacta el cerebro y el cuerpo, también abre nuevas interrogantes como este: ¿tienen efectos duraderos los cambios observados en la actividad cerebral y hormonal? Los autores del trabajo hacen hincapié en que se requieren estudios longitudinales que midan el peso corporal y el comportamiento alimentario para entender mejor este vínculo.
En refrescos y salchichas
La doctora Page y su equipo también observaron diferencias según el sexo: las mujeres mostraron mayores cambios en su sesera que los hombres, lo que sugiere que la sucralosa podría tener efectos distintos según el género.
Ahora, los investigadores han iniciado un nuevo estudio enfocado en niños y adolescentes, que son los mayores consumidores de azúcar y edulcorantes artificiales. Basta con pensar que los edulcorantes bajos en calorías o sin ellas están presentes en casi el 80% de las bebidas sin alcohol y en el 8,5% de las salchichas y otros productos cárnicos, según un estudio publicado por la Fundación Española de la Nutrición (FEN).
«¿Están estas sustancias provocando cambios en los cerebros en desarrollo de los niños con riesgo de obesidad? El cerebro es especialmente vulnerable durante esta etapa, lo que representa una oportunidad crítica para intervenir», concluye la doctora Page. ▪️
Información facilitada por la Keck Medicine of USC
Fuente: Chakravartti, S.P., Jann, K., Veit, R. et al. Non-caloric sweetener effects on brain appetite regulation in individuals across varying body weights. Nature Metabolism (2025). DOI: https://doi.org/10.1038/s42255-025-01227-8