«La tostadora o un lugar llamado Cornualles», una obra de teatro que trata la demencia en la vejez
Cristina García-Tornel y Enrique Coperías acaban de publicar en la editorial Éride su primera obra de teatro, una tragicomedia que aborda con cariño y ternura el desafío de vivir la última etapa de la vida con dignidad, en especial, cuando el alzhéimer hace acto de presencia.
Por RexMolón Producciones
En una emotiva y profunda obra de teatro titulada La tostadora o un lugar llamado Cornualles, la filóloga Cristina García-Tornel y el periodista científico Enrique Coperías exploran la vida cotidiana de dos matrimonios de personas mayores —los García y los Menéndez— que deciden compartir un mismo apartamento para afrontar los últimos años de sus vidas con dignidad y apoyo mutuo. Este relato íntimo y conmovedor se centra en la lucha diaria de los esposos, Jaime (84 años) y Chema (82 años), quienes comienzan a manifestar los primeros síntomas del alzhéimer y la demencia. Sus parejas, Gabriela (79 años) y Carmen (81 años), respectivamente, son las que, a pesar de sus achaques, llevan el peso del hogar y mantienen la cordura en sus vidas.
A través de esta obra, los autores abordan temas cruciales en la vejez, como son la autosuficiencia, la dignidad, la solidaridad, la comprensión y las inexorables complicaciones que conlleva el deterioro cognitivo. Los personajes se enfrentan con valentía a los desafíos de la enfermedad, mientras intentan mantener su independencia y calidad de vida.
La tostadora o un lugar llamado Cornualles es una tragicomedia que utiliza el humor de forma inteligente para aliviar la tensión de un problema social grave y doloroso, como la demencia en personas mayores. Los autores combinan elementos de tragedia y comedia para ofrecer una visión compleja y matizada de la situación por la que atraviesan Jaime, Gabriela, Chema y Carmen. La llegada de una tostadora a casa supone un punto de inflexión y reflexión en sus vidas.
Las situaciones cómicas surgen de malentendidos, confusiones o comportamientos peculiares causados por la demencia. Sin embargo, el humor nunca se usa para ridiculizar la enfermedad, sino para todo lo contrario: mostrar la humanidad y la resistencia de los personajes frente a la adversidad. En palabras de los autores, todas las situaciones que pueden parecer al lector cómicas o rocambolescas reflejan la realidad de muchas familias que viven con esta enfermedad.
La mayor parte de las cosas que dicen y hacen Chema y Jaime están basadas en sucesos reales, en concreto, extraídas de las propias experiencias de Cristina y Enrique con dos seres queridos afectados por dos tipos diferentes de demencia y a los que cuidan en colaboración con otros familiares.
En palabras de los autores, la demencia es una enfermedad que hay que vivirla de cerca para comprenderla en toda su magnitud. Todo comienza con pequeños olvidos de cosas o acontecimientos recientes, extravío de objetos, percepciones equivocadas de abandono y soledad, despistes de fechas y del paso del tiempo, confusión en los nombres de amigos y familiares... Con el paso del tiempo, la memoria se agrava, surgen manías y pensamientos negativos, como la sensación de que alguien roba las pertenencias, las mismas ideas se repiten una y otra vez, el habla deja de ser fluida y los sueños y las pesadillas se tornan en experiencias vívidas.
El alzhéimer es un trastorno cruel, que afecta a quienes lo padecen y a sus cuidadores.
“El alzhéimer es un trastorno cruel, que afecta a quienes lo padecen y también a los cuidadores. Hemos vivido en primera persona su lenta e implacable progresión, cómo pasa de síntomas leves a moderados, y cómo las capacidades cognitivas continúan deteriorándose hasta el punto de necesitar atención y cuidados completos —dicen Cristina y Enrique. Y añaden—: Nuestra obra de teatro invita al público a comprender y empatizar con aquellos que viven con alzhéimer y otras formas de demencia, y subraya la necesidad de un enfoque más humano y solidario en el cuidado de nuestros mayores”.
Con una narrativa rica en detalles y emociones, esta pieza teatral promete tocar las fibras más sensibles del espectador, y brindar una perspectiva fresca y honesta sobre el envejecimiento, el temor a perder la dignidad y el recuerdo. Los cuatro protagonistas demuestran que, a pesar de las adversidades, la vida puede ser plena y significativa cuando se tiene el apoyo de quienes nos aman.
La tostadora o un lugar llamado Cornualles es, sobre todo, una reflexión sobre la importancia del amor, la amistad y la compasión en la tercera edad. Y la aborda a través de los cuatro protagonistas, dos matrimonios de clase media que viven en un barrio de cualquier ciudad española.
Como ya se ha mencionado, Carmen y Gabriela encaran con estoicismo el día a día deslustrado por los fallos de memoria de sus respectivos maridos, Chema y Jaime, que empiezan a ser víctimas de las penalidades y contratiempos de la demencia. Los cuatro han decidido encarar juntos el otoño de sus vidas, para apoyarse los unos en los otros, y de esta manera evitar un final que todos temen: acabar en una residencia. Pero la convivencia no es fácil, y está salpicada de roces, reproches y desaires.
Una tragicomedia que transmite un mensaje crudo y real.
Todo está bajo control hasta que llega a casa un objeto tan irrelevante como es una tostadora, la enésima tostadora que Chema ha comprado en Amazon. El aparato desata una cadena de sucesos que arrastra a los protagonistas a una situación límite que hace que Carmen y Gabriela se replanteen qué sentido tiene la vida cuando esta se apaga y cómo afrontar un futuro inminente en el que Chema y Jaime perderán para siempre sus recuerdos y autonomía.
"En general, no estamos acostumbrados a leer libros sobre la vejez, algo que forma parte de nuestra vida pero en lo que evitamos pensar, y esta obra de teatro la trata de una forma magnífica —dice la bloguera y bookstagramer Lucía Nieto Navarro. Y concluye—: Una tragicomedia que transmite un mensaje crudo y real, una historia y unos personajes con los que incluso te reirás y encariñarás".
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