¿Quiénes eran realmente los fenicios y los cartagineses? La genética tiene una nueva respuesta

Descubre cómo la genética está reescribiendo la historia de los fenicios y cartagineses: menos conquistas, más mestizaje. Un nuevo estudio revela que los cartagineses no eran fenicios, y que el legado cultural de estos últimos viajó más lejos que su sangre.

Por Enrique Coperías

Reconstrucción artística de un comerciante cartaginés en un puerto mediterráneo, un reflejo de la riqueza cultural y marítima del Imperio cartaginés en su apogeo.

Reconstrucción artística de un comerciante cartaginés en un puerto mediterráneo, un reflejo de la riqueza cultural y marítima del Imperio cartaginés en su apogeo. Imagen generada con DALL-E

Los fenicios, célebres comerciantes y navegantes de la Antigüedad, fueron pioneros en muchas cosas: desde el desarrollo del primer alfabeto hasta la creación de una vasta red de rutas marítimas que conectaban el Levante (actual Líbano y Siria) con buena parte del Mediterráneo.

A comienzos del primer milenio antes de Cristo, su influencia llegaba hasta la península ibérica, y su legado cultural —idioma, religión y comercio— se extendía por todo el Mediterráneo central y occidental como una mancha de aceite.

Con el tiempo, una de sus colonias más exitosas, Cartago (en la actual Túnez), se convirtió en el siglo VI a. C. en una superpotencia regional. Los romanos llamaron púnicos a los descendientes de estos fenicios africanos, famosos por protagonizar épicas guerras contra Roma, como la que llevó al general Aníbal a cruzar los Alpes con elefantes.

Más intercambio cultural y menos migraciones masivas

Ahora, un ambicioso estudio genético internacional ha ofrecido nueva luz sobre esta civilización. En el marco del Centro de Investigación Max Planck-Harvard para la Arqueociencia del Mediterráneo Antiguo, codirigido por Johannes Krause, director del Instituto Max Planck de Antropología Evolutiva, y Michael McCormick, de la Universidad de Harvard, un equipo de investigadores ha analizado el ADN antiguo de restos humanos encontrados en catorce yacimientos arqueológicos distribuidos por el Mediterráneo, desde el Levante hasta Sicilia, pasando por Cerdeña, Ibiza y el norte de África.

Los análisis genéticos revelaron un resultado inesperado. «Para nuestra sorpresa, encontramos poca contribución genética directa de los fenicios levantinos a las poblaciones púnicas del Mediterráneo occidental y central», afirma el autor principal Harald Ringbauer, que era científico postdoctoral en la Universidad de Harvard cuando comenzó esta investigación, y ahora es jefe de grupo en el Instituto Max Planck de Antropología Evolutiva de Leipzig (Alemania).

Y añade Ringbauer en un comunicado de la Instituto Max Planck de Antropología Evolutiva: «Esto proporciona una nueva perspectiva sobre cómo se extendió la cultura fenicia, no a través de migraciones masivas a gran escala, sino a través de un proceso dinámico de transmisión y asimilación cultural». Los ADN hacen sugerir pues que la expansión fenicia fue más una historia de intercambio cultural que de megamigraciones.

De carácter cosmopolita

El estudio pone de relieve que en los yacimientos púnicos vivían personas con perfiles de ascendencia muy diferentes. «Observamos un perfil genético extraordinariamente heterogéneo en el mundo púnico —afirma David Reich, profesor de Genética y Biología Evolutiva Humana de la Universidad de Harvard y codirector del estudio, que aparece publicado en la revista Nature. Y continúa—: En cada yacimiento, la ascendencia de las personas era muy variable, aunque la mayor fuente genética provino de individuos similares a los pueblos contemporáneos de Sicilia y el Egeo, y también de muchas personas con una ascendencia asociada significativa del norte de África».

Los resultados subrayan el carácter cosmopolita del mundo púnico. Los individuos de ascendencia norteafricana vivían junto a una mayoría de personas de ascendencia principalmente siciliana y egea en todos los yacimientos púnicos de la muestra, incluida Cartago, y unos y otros se mezclaron entre sí.

Además, las redes genéticas del Mediterráneo sugieren que los procesos demográficos compartidos, como el comercio, los matrimonios mixtos y la mezcla de poblaciones, desempeñaron un papel fundamental en la formación de estas comunidades.

Necrópolis púnica de Puig des Molins, en la isla de Ibiza. El nuevo estudio de ADN antiguo secuenció restos humanos de éste y otros importantes yacimientos arqueológicos fenicio-púnicos.

Necrópolis púnica de Puig des Molins, en la isla de Ibiza. El nuevo estudio de ADN antiguo secuenció restos humanos de éste y otros importantes yacimientos arqueológicos fenicio-púnicos. Cortesía: Raymar / MAEF

El aporte del ADN

Los investigadores hallaron incluso un par de parientes cercanos —seguramente, primos segundos— que acabaron a un lado y al otro del Mediterráneo, uno enterrado en un yacimiento púnico del norte de África y otro en Sicilia.

«Estos hallazgos refuerzan la idea de que las antiguas sociedades mediterráneas estaban profundamente interconectadas, y que la gente se movía y mezclaba a menudo a través de grandes distancias geográficas», afirma Ilan Gronau, profesor de Informática de la Universidad Reichman de Herzliya (Israel), que codirigió el trabajo.

En palabras de Gronau, «estos estudios ponen de relieve la capacidad del ADN antiguo para arrojar luz sobre la ascendencia y la movilidad de poblaciones históricas de las que tenemos relativamente pocos registros históricos directos».

En resumen, los fenicios no conquistaron el Mediterráneo con barcos llenos de soldados, sino con ideas, palabras y objetos que fueron cruzando puertos y generaciones. ▪️

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