Toma nota: eres más ágil de lo que crees
Un estudio realizado con las muñecas revela que subestimamos la movilidad de nuestro esqueleto y que desconocemos los verdaderos límites de nuestra capacidad de movimiento.
Por Enrique Coperías
Las personas pueden doblar la muñeca más de lo que creen. Esto es lo que han descubierto investigadores de la Universidad Ruhr de Bochum (Alemania) y la Universidad Católica de Lovaina (Bélgica). Pidieron a 84 personas que calcularan cuánto podían mover la mano en distintas direcciones.
Los participantes subestimaron sistemáticamente la movilidad de su muñeca. «Es evidente que el cerebro no tiene una imagen precisa de los límites de movimiento del cuerpo», explica el doctor Artur Pilacinski , de la Universidad Ruhr de Bochum, que ha publicado los resultados del estudio en la revista Communications Psychology, junto con Antoine Vandenberghe, Gabriella Andrietta y el profesor Gilles Vannuscorps.
La relación entre la movilidad corporal y la edad es un tema de gran interés en campos como la medicina, la fisioterapia y el envejecimiento. A medida que las personas envejecen es común observar cambios en la movilidad y la función física.
Un declive que comienza a los 30
Con la edad, especialmente a partir de los treinta años, se produce una disminución gradual de la masa muscular, conocida como sarcopenia. Esto puede afectar a la fuerza y la capacidad de realizar actividades físicas. Por otro lado, los cartílagos que amortiguan las articulaciones pueden desgastarse con el tiempo, lo que provoca rigidez y dolor. Además, los ligamentos pueden volverse menos elásticos, una merma que puede limitar el rango de movimiento.
La edad avanzada también puede afectar la propriocepción, esto es, la percepción del cuerpo en el espacio, lo que puede llevar a problemas de equilibrio y coordinación. Esto aumenta el riesgo de caídas, que son una preocupación significativa en las personas mayores.
También hay que tener en cuenta que enfermedades crónicas, como la artritis, la diabetes y las dolencias cardíacas, así como otros problemas de salud, pueden influir en la movilidad. Estas condiciones limitan la capacidad para moverse libremente y realizar ejercicios.
La falta de actividad física regular puede contribuir a una disminución de la movilidad. Mantener un estilo de vida activo puede ayudar a mitigar algunos de los efectos del envejecimiento en la movilidad. Sin lugar a dudas, la actividad física regular, que incluye ejercicios de fuerza, flexibilidad y equilibrio, permite mejorar la movilidad en todas las etapas de la vida. Programas de rehabilitación diseñados para adultos mayores ayudan a mejorar la función física y la calidad de vida.
Los expertos también advierten de que la percepción de la movilidad puede verse afectada por factores psicológicos. En efecto, algunas personas pueden evitar la realización de actividades físicas por miedo a caerse o por la sensación de que no pueden realizar ciertas tareas, lo que puede agravar la disminución de la movilidad.
Así pues, la movilidad corporal tiende a disminuir con la edad debido a cambios fisiológicos y condiciones de salud, pero un enfoque proactivo hacia el ejercicio y el cuidado de la salud puede ayudar a mantener y mejorar la movilidad en la vejez.
«Estudios anteriores de otros grupos ya habían demostrado que las personas tienen un esquema corporal distorsionado», explica Pilacinski. Y añade—: Por ejemplo, subestiman sistemáticamente el peso o el tamaño de sus manos. Nos interesaba saber si existe un sesgo similar para el resto de los movimientos corporales».
Los investigadores examinaron los movimientos de la muñeca en cuatro direcciones distintas. A algunos de los participantes se les pidió que visualizaran mentalmente los distintos movimientos de la mano. E indicaron en una regla angular hasta dónde esperaban poder moverse.
A los demás participantes se les mostraron varias posiciones en la regla angular y tuvieron que decidir para cada una de ellas si podían o no alcanzarla doblando la muñeca. Por último, se midió la movilidad real de la muñeca en las cuatro direcciones: los participantes tenían que doblar la mano hacia dentro y hacia fuera, hacia el antebrazo, e inclinar la muñeca hacia el pulgar o el meñique.
Los participantes del estudio subestimaron su movilidad en una media de al menos diez grados.
En tres de estos cuatro movimientos de la mano, hubo una diferencia significativa entre la movilidad supuesta y la real. Los participantes subestimaron su movilidad en una media de al menos diez grados. La única excepción fue el movimiento hacia el pulgar. «Presumiblemente porque la muñeca es la menos flexible en esta dirección, y la diferencia entre la movilidad supuesta y la real era demasiado pequeña para ser medible con nuestro método», explica Pilacinski.
Como revela el estudio, las personas desconocen los verdaderos límites de su movilidad. «Sólo podemos especular sobre las razones —dice Pilacinski. Y añade—: La explicación más probable es que este sesgo nos protege de las lesiones, porque nos impide excedernos. Así, puede que tengamos que hacer pequeñas correcciones durante nuestros movimientos, pero eso protege los músculos, los tendones y los ligamentos».
Los investigadores esperan un beneficio potencial de este hallazgo para el deporte o la rehabilitación, donde las personas son empujadas deliberadamente hasta los límites de su movilidad. Saber que el límite supuesto no es el límite real podría ayudar a imaginar mejor nuestros límites de movimiento y, en última instancia, a conseguir una mejor movilidad. ▪️
Información facilitada por la Universidad Ruhr de Bochum
Fuente: Pilacinski, A., Vandenberghe, A., Andrietta, G. et al. Humans underestimate the movement range of their own hands. Communications Psychology (2024). DOI: https://doi.org/10.1038/s44271-024-00153-x