Nuestros pensamientos influyen en lo que vemos, dice un nuevo estudio
Aunque creas que ves la realidad tal cual es, tu cerebro la adapta según tus pensamientos y objetivos. Nuevas investigaciones revelan que incluso las primeras áreas visuales modifican su interpretación en tiempo real.
Por Enrique Coperías
Cuando miras una patata, tu cerebro puede categorizarla casi de forma instantánea de muchas maneras, desde una verdura hasta un snack, en función, por ejemplo, del destino que vayas a darle, como una verdura para hacer un puré de patata para comer o unas patatas alioli para compartir, junto a otros tentempiés, con los amigos en el partido de fútbol que se emite por televisión esa tarde. Imagen generada con DALL-E
Imagina que estás en un supermercado y en la sección de verduras ves una bolsa de patatas. ¿Tu mente las agrupa con las zanahorias y las cebollas o con unas patatas bravas y unas alitas de pollo? La respuesta depende de si estás planeando hacer un guiso para comer con tu pareja o si vas a preparar unos aperitivos para ver con tus colegas un partido de la Liga de Campeones de la UEFA.
Este simple ejemplo esconde un fenómeno fascinante que un equipo de neurocientíficos acaba de explorar en profundidad: nuestro cerebro ajusta la forma en que interpreta lo que ve en función de las reglas de decisión que seguimos en cada situación.
Hasta hace poco, los científicos pensaban que categorizar un objeto —como decidir si la patata es una verdura o un snack de fiesta— era un trabajo exclusivo de la corteza prefrontal, la región del cerebro que gestiona el razonamiento y otras funciones cognitivas superiores. Según esa visión tradicional, las áreas visuales funcionarían como cámaras de vigilancia: recogen información de forma neutral y la envía para su análisis.
Más allá de recoger información visual
Sin embargo, un nuevo estudio, liderado por la neurocientífica y bioingeniera Nuttida Rungratsameetaweemana, de la Universidad de Columbia, en Estados Unidos, ha desafiado esta noción.
Publicado en la revista Nature Communications, el estudio demuestra que las regiones visuales del cerebro no solo recopilan datos, sino que también participan activamente en la interpretación de la información, ajustándose en tiempo real según lo que la mente necesita en cada momento.
Como explica Rungratsameetaweemana, «el sistema visual humano reconfigura de manera activa cómo representa exactamente el mismo objeto, y lo ejecuta en función de la tarea que estemos realizando». Y lo aún más sorprendente: estas adaptaciones ocurren incluso en áreas del cerebro muy cercanas a la entrada de datos provenientes de los ojos.
Viendo entre líneas
Para explorar este fenómeno, el equipo diseñó un experimento ingenioso. Reclutaron voluntarios y, mientras sus cerebros eran escaneados mediante resonancia magnética funcional (fMRI), les mostraron formas geométricas abstractas, que variaban a lo largo de dos ejes.
El reto era categorizar esas formas según reglas que cambiaban continuamente: a veces según fronteras simples (líneas rectas) y otras según límites más complicados (no lineales). Así, los participantes tenían que reorganizar mentalmente su criterio de clasificación sobre la marcha.
El análisis de los datos, que se efectuó con ayuda de herramientas avanzadas de aprendizaje automático, reveló algo asombroso: la actividad en la corteza visual —incluidas áreas primarias y secundarias que manejan directamente la información proveniente de los ojos— se reorganizaba dependiendo de la regla de decisión activa.
Áreas visuales activas y flexibles
Los patrones de activación cerebral se volvían más distintivos justo cuando las formas eran más difíciles de clasificar, es decir, cerca de las fronteras entre categorías. En palabras de Rungratsameetaweemana, «es exactamente en esos momentos de mayor ambigüedad donde el procesamiento extra resulta más útil».
Este ajuste no era trivial: se podía ver en los datos de las resonancias magnéticas que cuando el cerebro mostraba patrones neuronales más claros, las personas tenían un mejor desempeño en la tarea. Es decir, la reorganización de la actividad sensorial estaba directamente relacionada con la eficacia en la toma de decisiones.
A nivel de comportamiento, los participantes resolvieron mejor las tareas basadas en reglas lineales que aquellas con reglas no lineales, lo que no resulta sorprendente dado que las divisiones simples son más intuitivas para nuestra mente. Sin embargo, el hallazgo clave fue este otro: nuestras áreas visuales adaptan su funcionamiento de manera activa y flexible, incluso antes de que intervengan las regiones superiores del cerebro.
Una ayuda a la IA más flexible
Estas observaciones desafían la vieja idea de que las áreas visuales son meros recolectores pasivos de datos. Por el contrario, revelan que nuestros sentidos son parte integral del proceso de decisión, y afinan la percepción en función de los objetivos de cada momento.
Este proceso parece estar vinculado a mecanismos de atención selectiva. Según Rungratsameetaweemana, «la flexibilidad que encontramos en el sistema visual ofrece una nueva forma de pensar sobre la adaptabilidad del cerebro». No solo priorizamos mentalmente lo que es importante; nuestros propios sistemas sensoriales reconfiguran su forma de trabajar para resaltar aquello que es relevante en cada situación.
Además, la investigación tiene implicaciones más allá de la neurociencia. Comprender cómo el cerebro humano adapta su percepción en tiempo real podría ayudar a diseñar sistemas de inteligencia artificial (IA) más flexibles. Como destaca la autora principal, «incluso los sistemas de IA más avanzados luchan actualmente con tareas que requieren flexibilidad adaptativa. Nuestros resultados podrían inspirar nuevas formas de diseñar modelos que se adapten mejor no solo a nuevas entradas, sino también a nuevos contextos».
En palabras de la neurocientífica y bioingeniera Rungratsameetaweemana, esta investigación revela un principio fascinante: la percepción no es un simple espejo de la realidad, sino una construcción activa y dinámica, adaptada a nuestras necesidades y objetivos en cada instante. Crédito: Rungratsameetaweemana lab/Columbia Engineering
Cómo neuronas individuales reprograman su forma de trabajar
El estudio también podría ofrecer pistas sobre trastornos cognitivos donde la flexibilidad cerebral está afectada, como el trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH) y ciertas enfermedades neurodegenerativas.
Los investigadores ya están ampliando esta línea de trabajo. Hasta ahora, el estudio ha mostrado con resonancia magnética funcional cómo grandes áreas del cerebro cambian su comportamiento globalmente. Pero esta técnica no puede ver lo que hace cada neurona por separado.
Ahora los investigadores quieren ir más allá: meterse en el detalle fino y observar cómo se ajustan las señales eléctricas dentro de microcircuitos neuronales, para descubrir cómo cada pequeña parte del cerebro contribuye a esa flexibilidad para adaptarse rápidamente a lo que pensamos o decidimos.
De esta forma, esperan entender con mayor precisión cómo las neuronas individuales y los circuitos neuronales respaldan el comportamiento flexible orientado a objetivos.
Un sistema nervioso supereficiente
Volviendo al experimento original, otra conclusión importante es que esta flexibilidad no es ilimitada. Mientras que el cerebro mostró una notable capacidad de adaptación con reglas de separación lineales, no ocurrió lo mismo con las categorizaciones no lineales.
Estas exigían operaciones mentales más complejas, tal vez gestionadas en regiones como la corteza prefrontal. Así, parece que hay un límite en la medida en que las áreas sensoriales pueden adaptar sus representaciones.
Finalmente, el estudio dejó claro que esta reorganización activa ocurre sobre todo en los estímulos más ambiguos, donde la toma de decisión es más difícil. Cuando los estímulos eran muy distintos entre sí, esto es, lejos de las fronteras, el cerebro no necesitaba realizar grandes ajustes. Esto sugiere que nuestro sistema nervioso es increíblemente eficiente: invierte recursos cognitivos justo donde más los necesita.
En palabras de Rungratsameetaweemana, esta investigación revela un principio fascinante: la percepción no es un simple espejo de la realidad, sino una construcción activa y dinámica, adaptada a nuestras necesidades y objetivos en cada instante. Cada vez que vemos una patata como un aperitivo o como un tubérculo, estamos presenciando la asombrosa capacidad de nuestro cerebro para reescribir, sobre la marcha, su propia forma de ver el mundo. ▪️
Información facilitada por la Columbia Engineering
Fuente: Henderson, M.M., Serences, J. T. & Rungratsameetaweemana, N. Dynamic categorization rules alter representations in human visual cortex. Nature Communications (2025). DOI: https://doi.org/10.1038/s41467-025-58707-4