Tú eres único. Tus intestinos, también
Un estudio demuestra que los cambios en el entorno intestinal influyen en la composición y actividad de las bacterias que viven en nuestras tripas. Esto explicaría por qué reaccionamos de forma diferente a los mismos alimentos.
Por Enrique Coperías
Un nuevo estudio del Departamento de Nutrición, Ejercicio y Deporte de la Universidad de Copenhague, en Dinamarca, arroja nueva información sobre lo que sabemos del intestino y la vida de las bacterias que allí conviven.
El trabajo demuestra, entre otras cosas, que los cambios en el entorno intestinal influyen en la composición y la actividad de las bacterias intestinales. En última instancia, esto puede ayudar a explicar por qué todos tenemos bacterias intestinales diferentes y, probablemente, también por qué reaccionamos de forma distinta ante los mismos alimentos.
En 2021, medio centenar de voluntarios se tragaron una cápsula del tamaño de un dedal mientras desayunaban pan de centeno con mantequilla y mermelada, un huevo cocido, una porción de yogur natural con nueces y arándanos y un vaso de agua. La cápsula inició entonces su viaje por el estómago, el intestino delgado y el intestino grueso para recoger información sobre el pH, la temperatura y la presión.
Próxima parada, el ano
La cápsula salió en las heces entre 12 y 72 horas después, y los investigadores ya entonces observaron que tanto el ambiente intestinal como el tiempo de viaje de la cápsula por el intestino varían de una persona a otra.
«Pudimos comprobar, por ejemplo, que la cápsula tardaba dos horas en atravesar el intestino delgado en algunas personas y diez horas en otras —afirma en una nota de prensa el profesor Henrik Roager, del Departamento de Nutrición, Ejercicio y Deporte de la Universidad de Copenhague, y director del trabajo. Y añade—: Como ya sabemos que absorbemos la mayor parte de los nutrientes en el intestino delgado, las diferencias en el tiempo de viaje por este órgano tal vez influyan en la cantidad de nutrientes que absorbemos y en la cantidad que pasa al intestino grueso, donde entran en acción las bacterias intestinales».
Hasta ahora, la actividad intestinal se examinaba sobre todo con muestras de heces, que se comparaban con lo que la persona había comido. La cápsula, sin embargo, ofrece una visión más precisa de cómo cambia el entorno en todo el intestino; la longitud total del intestino humano varía entre 7 y 9 metros en un adulto promedio.
En su recorrido por el sistema digestivo, la cápsula y el alimento llegaron en primer lugar al estómago. Aquí, la cápsula registró un valor de pH muy bajo, porque en el estómago se libera el ácido que descompone los alimentos. A continuación, el alimento y la cápsula pasaron al intestino delgado. Aquí, las células intestinales liberan el bicarbonato alcalino que neutraliza el ácido estomacal, y es donde se absorben los nutrientes.
El resto no digerible del alimento y la cápsula pasan después al intestino grueso, donde las bacterias intestinales fermentan el alimento. Estos microbios producen ácidos grasos, que hacen que el valor pH descienda de nuevo en la primera parte del colon. Sin embargo, el valor del pH aumenta progresivamente a lo largo del intestino grueso a medida que los ácidos grasos se absorben de forma gradual a través de la pared intestinal y cambia la actividad de las bacterias intestinales.
Nutrición personal
«La cápsula registró todos estos cambios en los valores de pH, y podemos estimar cuánto tiempo estuvo el alimento en las distintas partes del intestino basándonos en los cambios de pH —afirma Roager. Y añade—: Sabemos que el pH es un factor crucial en el crecimiento y la actividad de las bacterias, así que tenía todo el sentido que pudiéramos ver que el entorno intestinal y el pH están relacionados con las diferencias en la composición y la actividad de las bacterias intestinales. Esto significa que las condiciones ambientales que tenemos cada uno en nuestro intestino pueden ayudar a explicar por qué tenemos bacterias diferentes en el intestino».
En palabras de Roager, los nuevos conocimientos podrían ser muy útiles para futuras directrices nutricionales.
«Nuestros resultados demuestran que todos somos únicos, también en nuestro intestino —explica Roager. Y continúa—: Estamos acostumbrados a suponer que todos digerimos y absorbemos los alimentos de la misma manera y en la misma medida, pero también vemos que no siempre es así. El estudio aporta más pruebas de que los individuos reaccionan de forma diferente a los alimentos, y aquí las diferencias en nuestro entorno intestinal podrían muy bien desempeñar un papel importante».
Los resultados indican que la fisiología y el entorno del intestino desempeñan un papel importante en las diferencias individuales del microbioma intestinal y el metabolismo humanos.
Información facilitada por la Universidad de Copenhague
Fuente: Procházková, N., Laursen, M.F., La Barbera, G. et al. Gut physiology and environment explain variations in human gut microbiome composition and metabolism. Nature Microbiology (2024). DOI: https://doi.org/10.1038/s41564-024-01856-x