¿Los perros realmente se crían para una tarea específica? Un nuevo estudio desafía lo que creemos sobre ciertas razas
Una investigación de la Universidad Chapman cuestiona la creencia de que ciertas razas caninas están morfológicamente especializadas para tareas como la mordida y el olfato. Los hallazgos sugieren que la selección humana ha priorizado la apariencia sobre la función.
Por Enrique Coperías
Desde su domesticación hace milenios, los perros han sido considerados los mejores amigos del hombre. A lo largo de los siglos, la cría selectiva los ha adaptado a tareas como el pastoreo, la caza, la defensa y la guardia. Sin embargo, un reciente estudio desafía la idea de que ciertas razas poseen ventajas innatas en actividades específicas debido a la forma de su cráneo.
Para la investigación, liderada por los investigadores Nicholas Hebdon y Lindsay Waldrop y publicada en la revista Science Advances, se empleó tecnologías avanzadas de reconstrucción en 3D para analizar 117 cráneos de cuarenta razas de perros domésticos y dieciocho especies de cánidos salvajes.
Los resultados revelaron un considerable solapamiento en las formas craneales entre diferentes razas y categorías funcionales, sin evidencia clara de que las razas seleccionadas para morder u olfatear hayan desarrollado adaptaciones morfológicas que mejoren estas habilidades.
La personalidad individual, influye en el desempeño de las tareas
Esto sugiere que la selección humana se ha centrado principalmente en la apariencia, mientras que otros factores, como la personalidad individual, influyen más en el desempeño de las tareas.
«En los últimos docientos años, los humanos han creado cientos de razas de perros con apariencias muy distintas y supuestamente especializadas en tareas como el pastoreo, la protección y la detección de olores —explica Waldrop, profesor de Ciencias Biológicas en la Universidad Chapman, en Estados Unidos. Y añade—: Se ha asumido que estas diferencias estéticas reflejan una especialización estructural para dichas tareas, pero nuestro estudio demuestra que, al menos en lo que respecta a sus cráneos, esto no es cierto para actividades como la mordida y el trabajo olfativo».
El estudio analizó razas empleadas en tareas como la aplicación de la ley —perros policía—, como el pastor alemán, el rottweiler, el labrador retriever, el pastor belga y el doberman; y el servicio militar, como el pastor alemán y belga malinois. Estos peludos son entrenados para patrullaje, detección, rescate, vigilancia, combate… Utilizando análisis tridimensionales del cráneo, los investigadores compararon distintas razas dentro de los grupos funcionales establecidos por organizaciones como el American Kennel Club (AKC) y el United Kennel Club (UKC).
Los hallazgos mostraron que, si bien los perros domésticos presentan una enorme diversidad en la forma de sus cráneos, existe una notable superposición en las estructuras relacionadas con tareas funcionales. Esto contradice la creencia de que ciertas razas están morfológicamente optimizadas para funciones específicas. Por ejemplo, las mediciones de fuerza de mordida no mostraron diferencias significativas entre las razas criadas para este propósito y aquellas que no.
«Frecuentemente vemos noticias sobre ataques de perros, y ciertas razas, como los pit bulls, suelen ser señaladas. Se dice que tienen una mordida más fuerte que otros perros de tamaño similar o que poseen mandíbulas con un mecanismo de cierre especial que los hace más peligroso —señala Waldrop. Y aclara—: Nuestro estudio demuestra que esto es un mito: los perros criados para morder no presentan diferencias estructurales significativas respecto a otros».
De manera similar, las razas seleccionadas para el trabajo olfativo no mostraron una morfología significativamente más desarrollada en comparación con otras. La única excepción fueron las razas braquicéfalas, como los bulldogs, caracterizadas por su hocico corto, aunque este rasgo responde más a preferencias estéticas humanas que a una especialización funcional.
Según Nicholas Hebdon, autor principal del estudio y exinvestigador postdoctoral en la Universidad Chapman, «o que más me sorprendió fue la similitud general entre los cráneos de la mayoría de los perros. Dada la intensa selección para modificar su apariencia, esperaba ver agrupaciones más marcadas, pero no fue así».
Los investigadores también compararon estas morfologías con las de cánidos salvajes, como lobos y zorros, cuyos cráneos sí muestran adaptaciones funcionales específicas. Estos animales tienen hocicos proporcionalmente más largos, una característica típica de especies que dependen en gran medida del olfato. Curiosamente, los cráneos de los zorros se superponen con los de algunas razas domésticas, en particular los terriers, criados históricamente para la caza de pequeñas presas.
Si bien estos hallazgos desafían la creencia de que las razas especializadas son superiores en tareas específicas, también sugieren que el comportamiento observable y la capacidad de entrenamiento tienen un papel más relevante que la morfología. Investigaciones recientes indican que muchos comportamientos asociados a la raza tienen una base genética parcial, lo que podría redefinir los criterios de selección en ámbitos como la aplicación de la ley y la búsqueda y rescate, priorizando la personalidad y la capacidad de aprendizaje sobre la apariencia física. ▪️
Información facilitada por la Chapman University
Fuente: Nicholas Hebdon et al. Dog skull shape challenges assumptions of performance specialization from selective breeding. Science Advances (2025). DOI: 10.1126/sciadv.adq9590