Productos químicos comunes en el hogar plantean una nueva amenaza para la salud del cerebro
Una investigación advierte de que sustancias químicas presentes en innumerables productos del hogar, desde muebles hasta productos para el pelo, dañan las células especializadas del cerebro. Podrían estar implicadas en enfermedades neurológicas como la esclerosis múltiple y los trastornos del espectro autista.
Por la Universidad Case de la Reserva Occidental
Un equipo de investigadores de la Facultad de Medicina de la Universidad Case Western Reserve, en Estados Unidos, ha aportado nuevos datos sobre los peligros que suponen para la salud cerebral algunas sustancias químicas habituales en el hogar. Sugieren que las sustancias químicas presentes en una amplia gama de artículos, desde muebles a productos para el cabello, pueden estar relacionadas con enfermedades neurológicas como la esclerosis múltiple y los trastornos del espectro autista.
Los trastornos neurológicos constituyen un importante problema de salud pública: la OMS estima que afectan al 15% de la población mundial, es decir, a unos 1.000 millones de personas. Pero solo una fracción de los casos puede atribuirse únicamente a la genética, lo que indica que factores ambientales desconocidos contribuyen de manera importante a las enfermedades neurológicas.
El nuevo estudio, publicado en la revista Nature Neuroscience, apunta a que algunos químicos domésticos de uso común afectan específicamente a los oligodendrocitos del cerebro. Estos son un tipo de célula glial del sistema nervioso central de los vertebrados, incluidos los seres humanos.
Afectan a los oligodendrocitos, las células son responsables de la formación de la mielina en el sistema nervioso central.
Los oligodendrocitos juegan un papel crucial en la función y la estructura del sistema nervioso. Estas células son responsables de la formación de la mielina en el sistema nervioso central, una sustancia grasa que envuelve las fibras nerviosas, o axones, y proporciona aislamiento eléctrico y aumenta la velocidad a la que los impulsos nerviosos se transmiten entre las células nerviosas.
Los oligodendrocitos se originan en la glía precursora oligodendrocítica y se distribuyen por todo el cerebro y la médula espinal. Una vez maduros, se extienden para envolver sus procesos alrededor de los axones, formando múltiples capas de membrana que constituyen la vaina de mielina. Esta vaina es esencial para la transmisión eficiente de señales eléctricas a lo largo de los nervios y para el mantenimiento de la salud del sistema nervioso.
Además de su función mielinizante, se cree que los oligodendrocitos desempeñan roles en el metabolismo neuronal, la regulación del entorno iónico alrededor de los axones y la respuesta a lesiones en el sistema nervioso central. La disfunción o daño a los oligodendrocitos está implicada en varias enfermedades neurológicas, incluida la esclerosis múltiple, donde la pérdida de mielina resulta en una disminución de la función neurológica.
"La pérdida de oligodendrocitos es la base de la esclerosis múltiple y otras enfermedades neurológicas— advierte el investigador principal del estudio, Paul Tesar, profesor de Terapéutica Innovadora Dr. Donald y Ruth Weber Goodman y director del Instituto de Ciencias Gliales de la Facultad de Medicina. Y añade—: Ahora hemos demostrado que sustancias químicas específicas en productos de consumo pueden dañar directamente los oligodendrocitos, lo que representa un factor de riesgo hasta hoy desconocidode sufrir enfermedades neurológicas".
Partiendo de la premisa de que no se ha investigado con suficiente profundidad el impacto de las sustancias químicas en la salud cerebral, los investigadores analizaron más de 1.800 sustancias químicas a las que pueden estar expuestos los seres humanos. Identificaron sustancias químicas que dañaban selectivamente los oligodendrocitos pertenecientes a dos clases: los retardantes de llama organofosforados y los compuestos de amonio cuaternario.
La pandemia de covid-19 ha aumentado el uso de compuestos de amonio cuaternario como desinfectante.
Dado que los compuestos de amonio cuaternario están presentes en muchos productos de cuidado personal y desinfectantes, que se utilizan con más frecuencia desde que comenzó la pandemia de covid-19, los seres humanos están expuestos regularmente a estas sustancias químicas. Y muchos productos electrónicos y muebles incluyen retardantes de llama organofosforados.
Recordemos estos compuestos químicos se utilizan para aumentar la resistencia de los materiales al fuego. Se aplican a una amplia gama de productos para mejorar la seguridad al retardar la ignición y la propagación de las llamas en caso de incendio, como en el campo de la electrónica y los dispositivos eléctricos, en el mobiliario y tapicería y en los materiales de construcción. Estos compuestos funcionan interrumpiendo el proceso de combustión a nivel químico, lo cual es esencial para evitar que los fuegos comiencen o se propaguen rápidamente.
Los investigadores utilizaron sistemas celulares y organoides en el laboratorio para demostrar que los compuestos de amonio cuaternario provocan la muerte de los oligodendrocitos, mientras que los retardantes de llama organofosforados impiden la maduración de los oligodendrocitos.
Demostraron cómo las mismas sustancias químicas dañan los oligodendrocitos en los cerebros en desarrollo de ratones. Los investigadores también relacionaron la exposición a una de las sustancias químicas con malos resultados neurológicos en niños estadounidenses.
Se necesitan más investigaciones.
"Hemos descubierto que los oligodendrocitos —y no otras células cerebrales— son sorprendentemente vulnerables a los compuestos de amonio cuaternario y a los retardantes de llama organofosforados— afirma Erin Cohn, autora principal y estudiante de posgrado del Programa de Formación de Científicos Médicos de la Facultad de Medicina. Y añade—: Comprender la exposición humana a estas sustancias químicas puede ayudar a explicar un eslabón perdido en cómo surgen algunas enfermedades neurológicas".
La relación entre la exposición humana a estas sustancias químicas y los efectos sobre la salud cerebral requiere más investigación, advirtieron los expertos. La investigación futura debe rastrear los niveles químicos en el cerebro de adultos y niños para determinar la cantidad y duración de la exposición necesarias para causar o empeorar la enfermedad.
"Nuestros hallazgos sugieren que es necesario un escrutinio más exhaustivo de los impactos de estos productos químicos domésticos comunes sobre la salud cerebral— apunta Tesar. Y concluye—: Esperamos que nuestro trabajo contribuya a tomar decisiones informadas sobre medidas reguladoras o intervenciones conductuales para minimizar la exposición química y proteger la salud humana".
Información facilitada por la Universidad Case de la Reserva Occidental
Fuente: Cohn, E.F., Clayton, B.L.L., Madhavan, M. et al. Pervasive environmental chemicals impair oligodendrocyte development. Nature Neuroscience (2024). DOI: https://doi.org/10.1038/s41593-024-01599-2