La concentración de mercurio en el atún no se ha reducido desde hace medio siglo
Los niveles de este metal tóxico en el atún se ha mantenido estable entre 1971 y 2022, aunque se hayan reducido las emisiones de mercurio por actividades humanas en el mismo periodo, según afirma un estudio.
Por la Sociedad Estadounidense de Química (ACS)
El atún es uno de los peces más populares en todo el mundo por su interés gastronómico. Pero este pescado rico en proteínas puede acumular altos niveles de metilmercurio al alimentarse de presas contaminadas, como peces más pequeños o crustáceos.
A pesar de los esfuerzos por reducir las emisiones de mercurio al medioambiente, los investigadores informan en Environmental Science & Technology Letters, de la Sociedad Estadounidense de Química, de que los niveles de este metal en el atún parecen no haber cambiado desde 1971. Advierten de que se necesitan objetivos más agresivos de reducción de emisiones para empezar a bajar los niveles de mercurio en el atún.
“Los túnidos, y en concreto las especies de grandes túnidos, son predadores apicales que acumulan mercurio porque ocupan niveles altos de la cadena trófica—afirma a SMC España Enrique Rodríguez-Marín, biólogo pesquero especialista en atún rojo atlántico, científico titular en el Instituto Español de Oceanografía (IEO-CSIC). Y añade: —Por tanto, son indicadores de la concentración de mercurio en los océanos y sobre todo en la cadena trófica. Otro factor a tener en cuenta es la peligrosidad del mercurio para los humanos, que se ve contrarrestada por el equilibrio con el selenio, cuya concentración en los túnidos también es grande”.
El metilmercurio es una sustancia química particularmente tóxica que afecta el sistema nervioso.
Las políticas de protección ambiental han ayudado a reducir la contaminación por mercurio proveniente de actividades humanas, como la quema de carbón y la minería en todo el mundo. Sin embargo, las personas aún pueden estar expuestas al metilmercurio, y los fetos y los niños pequeños corren mayor riesgo de sufrir daños.
El metilmercurio es una sustancia química especialmente tóxica que afecta al sistema nervioso, y se prevé que sea la principal forma de mercurio en referencia a la contaminación del atún. Así pues, los investigadores se propusieron determinar si la disminución de las emisiones atmosféricas se traducía en menores concentraciones de mercurio en los océanos, concretamente el metilmercurio que se encuentra en las fuentes de alimentos que se sitúan en la cima de la cadena alimentaria, como el atún.
Anne Lorrain, Anaïs Médieu y David Point trabajaron con un equipo internacional de investigadores para investigar las tendencias del mercurio en el atún en los últimos cincuenta años. También querían simular el impacto de distintas políticas medioambientales sobre los niveles de mercurio oceánico y del atún en el futuro.
La presencia del mercurio en el medio marino preocupa a científicos, administraciones y consumidores desde hace décadas.
“La presencia del mercurio en el medio marino ha preocupado a científicos, administraciones y consumidores desde hace décadas. Muchos son los estudios que muestran las concentraciones en diferentes especies marinas y regiones del mundo, con el ánimo de alertar sobre la salud de los ecosistemas marinos y la exposición del ser humano a través de productos del mar”, comenta a SMC España Diego Romero, profesor titular en el Área de Toxicología de la Facultad de Veterinaria de la Universidad de Murcia.
Romero puntualiza que España es un importante país en la acuicultura del atún rojo del Atlántico (Thunnus thynnus). “Es una especie migradora, pero que se cultiva en granjas (fattening), y sobre la que se ha conseguido el cierre del ciclo biológico en jaulas marinas y en tanques terrestres. Por este motivo, los esfuerzos en investigar la importancia del mercurio en esta especie se hacen ahora más necesarios”, señala este investigador.
Los investigadores del nuevo estudio recopilaron datos publicados anteriormente y los añadieron a los propios sobre los niveles totales de mercurio de casi 3.000 muestras de músculos de atún capturados en los océanos Pacífico, Atlántico e Índico entre 1971 y 2022. Examinaron específicamente el atún tropical: el bonito (Katsuwonus pelamis), el patudo o atún de ojos grandes (Thunnus obesus) y el atún yelowfen (Thunnus albacares).
Estas tres especies representan el 94% de las capturas mundiales de túnidos. Debido a que no experimentan migraciones transoceánicas, cualquier contaminación encontrada en los músculos de los animales probablemente reflejan la calidad de las aguas en las que nadan.
Tras normalizar los datos para poder compararlos entre décadas y regiones, los investigadores observaron concentraciones estables de mercurio en el atún en todo el mundo de 1971 a 2022, salvo un aumento en el noroeste del océano Pacífico a finales de los años noventa. Sin embargo, durante el mismo periodo, el mercurio transportado por el aire disminuyó en todo el mundo.
El papel del mercurio heredado.
El equipo cree que los niveles estáticos del metal tóxico en el atún pueden deberse a la mezcla ascendente de mercurio heredado de las profundidades del agua oceánica a las profundidades donde nadan y se alimentan los atunes tropicales. El mercurio heredado podría haberse emitido años o incluso décadas antes, y aún no refleja los efectos de la disminución de las emisiones en el aire.
Los modelos matemáticos de los investigadores que simulan tres políticas ambientales progresivamente más restrictivas respaldan su teoría. Los modelos predicen que incluso la política de emisiones más restrictiva tardaría entre diez y veinticinco años en influir en las concentraciones de mercurio oceánico, y luego se producirían caídas en el atún décadas más tarde.
Si bien los investigadores reconocen que sus pronósticos no consideran todas las variables en la ecología del atún o la biogeoquímica marina, afirman que sus hallazgos apuntan a la necesidad de un esfuerzo mundial para reducir de manera más agresiva las emisiones de mercurio y un compromiso con el monitoreo continuo y a largo plazo del mercurio en la vida oceánica.
“Este es un estudio interesante que muestra que una vez que se contamina el mar, la recuperación a niveles anteriores no es tan sencilla—declara a SMC España Joan O. Grimalt, profesor de investigación del CSIC y del Departamento de Química Medioambiental en el Instituto de Diagnóstico Ambiental y Estudios del Agua (IDAEA-CSIC). Y concluye:— El mar tiene una gran capacidad de almacenamiento de contaminación. Por ello, podemos utilizarlo de vertedero sin que a priori se note mucho. Sin embargo, precisamente por la gran cantidad de contaminantes que puede almacenar, cuando queremos volver atrás, ello no es tan simple”.
Información facilitada por la ACS
Fuente: Anaïs Médieu et al. Stable Tuna Mercury Concentrations since 1971 Illustrate Marine Inertia and the Need for Strong Emission Reductions under the Minamata Convention. Environmental Science & Technology Letters (2024). DOI: https://doi.org/10.1021/acs.estlett.3c00949