Cómo los excrementos de los animales fortalecen los ecosistemas frente al cambio climático
El calentamiento global derrite glaciares en los Andes, pero las vicuñas ayudan a restaurar ecosistemas fertilizando suelos con su estiércol y acelerando la colonización de plantas. Un estudio revela cómo esta conducta podría ser clave para la adaptación a los cambios ambientales.
Por Enrique Coperías
El cambio climático está derritiendo glaciares en todo el mundo, pero en la cordillera de los Andes, un pariente salvaje de la llama está ayudando a los ecosistemas locales a adaptarse a estos cambios, al dejar grandes montones de estiércol.
Este hallazgo, publicado en la revista Scientific Reports, revela que la actividad de este animal podría acelerar en más de un siglo el proceso de establecimiento de plantas en tierras recién liberadas del hielo, y recoge una sorprendente forma de adaptación al cambio climático.
«Es fascinante observar cómo el comportamiento social de estos animales puede transferir nutrientes a ecosistemas muy pobres», señala Cliff Bueno de Mesquita, coautor del estudio e investigador del Instituto Cooperativo de Investigación en Ciencias Medioambientales de la Universidad de California en Boulder. Sin embargo, advierte que el ritmo actual del cambio climático sigue superando la capacidad de las especies para encontrar nuevos hábitats.
Un mar de rocas y grava
Durante las últimas dos décadas, Steven Schmidt, autor principal del estudio y profesor en el Departamento de Ecología y Biología Evolutiva, ha investigado cómo la vida microbiana y las plantas responden al retroceso de los glaciares en los Andes peruanos de gran altitud.
Los suelos afectados recientemente por la desglaciación son muy pobres en nutrientes y agua, y aparecen como un mar de rocas y grava que puede permanecer estéril durante más de un siglo.
Sin embargo, durante unas recientes expediciones, Schmidt y su equipo comenzaron a observar pequeños parches de plantas, todos originados en montones de excremento de vicuña (Lama vicugna). Junto con la ecóloga Kelsey Reider de la Universidad James Madison, investigaron áreas de los Andes peruanos a más de 5.500 metros de altitud que previamente estaban cubiertas por glaciares.
Los bosteaderos de las vicuñas, fuente de abono
Tras tomar muestras de suelo con heces de vicuña, encontraron que los terrenos abonados de forma natural con este estiércol contenían significativamente más humedad y nutrientes clave, como carbono orgánico, nitrógeno y fósforo, que los suelos estériles de su alrededor.
Por ejemplo, los terrenos ricos en bosteaderos (acumulación de heces de vicuña) tenían un 62% de materia orgánica, mientras que los terrenos próximos afectados por el deshielo, expuesto durante 85 años a la intemperie, solo contenía un 1,5%.
Las cámaras de monitorización mostraron que estos parches de plantas atraían a varios animales, que incluían grandes carnívoros, como el puma, y especies raras que no se habían visto antes a tales altitudes. Además, las vicuñas consumen la vegetación que crece en sus propos bosteaderos.
El retroceso de los glaciares gana a la colonización de especies
Aunque la transformación de esta zona afectada por el deshielo glaciar en una pradera podría llevar cientos de años, este proceso podría mitigar los efectos negativos que enfrentan muchas especies que prefieren climas fríos debido al cambio climático, según Reider. Sin embargo, incluso con la ayuda de las vicuñas, la velocidad de colonización de nuevas tierras es mucho más lenta que el retroceso de los glaciares.
En los últimos veinte años, el derretimiento de los glaciares se ha acelerado globalmente. Entre 2000 y 2019, los glaciares perdieron aproximadamente 267.000 millones de toneladas de hielo al año. Si esta tendencia continúa, la Tierra podría perder hasta el 68% de sus glaciares, según estimaciones previas.
En algunas regiones de los Andes y otras cordilleras, como las montañas Rocosas, millones de personas dependen de la nieve y el deshielo de los glaciares para abastecerse de agua. La disminución de los glaciares y la capa de nieve podría amenazar el abastecimiento de agua de casi una cuarta parte de la población mundial.
«Es probable que las vicuñas estén ayudando a algunos organismos alpinos, pero no podemos asumir que todos estarán bien, porque nunca hemos visto un cambio climático de esta velocidad —advierte Bueno de Mesquita en un comunicado de la Universidad de Colorado en Boulder. Y añade—: el cambio climático actual es probablemente la crisis más grave a la que nuestro planeta y todos los seres vivos se han enfrentado en los últimos 65 millones de años».
Los bosteaderos crean un microclima
A gran altitud, las temperaturas fluctúan significativamente durante el día, y caen por debajo del punto de congelación por la noche, incluso en verano. «Es muy difícil para los organismos sobrevivir, pero la materia orgánica ayuda a que las temperaturas y los niveles de humedad no fluctúen tanto. Los bosteaderos crean un microclima diferente al del entorno», explica Schmidt.
El equipo también descubrió altas concentraciones de ADN y una gran diversidad de microorganismos en las muestras de tierra de los bosteaderos, lo que sugiere que estos lugares proporcionan un terreno fértil para la proliferación de microbios y plantas.
Según los investigadores, el estiércol de vicuña probablemente aceleró en un siglo la colonización de plantas en este hábitat estéril, al transferir nutrientes y semillas de plantas de elevaciones más bajas, las cuales germinan y atraen a otros organismos, incluidos animales herbívoros. ▪️
Información facilitada por la Universidad de Colorado en Boulder
Fuente: Reider, K.E., Bueno de Mesquita, C.P., Anderson, K. et al. Wild Andean camelids promote rapid ecosystem development after glacier retreat. Scientific Reports (2024). DOI: https://doi.org/10.1038/s41598-024-83457-6