¿Feliz o enojado? Cómo el cerebro reconoce las emociones

Un equipo de neurocientíficos ha descubierto uno de los circuitos cerebrales a través del cual reconocemos y respondemos a las emociones de los demás.

Por el Instituto Italiano de Tecnología

Usando técnicas de vanguardia, un equipo de investigadores de Italia ha descubierto un nuevo circuito cerebral involucrado en los procesos sociocognitivos que consiste en un grupo de células neuronales específicas que conectan dos áreas del cerebro, distantes entre sí: la corteza prefrontal y la corteza retrosplenial. Imagen generada con Copilot.

El grupo de investigación Genética de la Cognición, coordinado por Francesco Papaleo en el Instituto Italiano de Tecnologia, ha descubierto una red cerebral presente en los animales, incluidos los seres humanos, que permite reconocer las emociones de los demás.

Estos hallazgos, publicados en la revista Nature Neuroscience, allanan el camino para desarrollar nuevas estrategias terapéuticas más eficaces para abordar las enfermedades del neurodesarrollo, caso de la esquizofrenia y el autismo, en las que habilidades sociales como el reconocimiento de las emociones y los sentimientos de los demás están alteradas.

Reconocer y responder adecuadamente a las emociones expresadas por otras personas es una habilidad fundamental de los animales, ya que mejora su capacidad para interactuar eficazmente con sus congéneres, aumentando así la probabilidad de supervivencia. A pesar de su importancia, los mecanismos cerebrales que subyacen a este proceso siguen siendo en gran medida desconocidos, incluso en los seres humanos.

Usando técnicas de vanguardia, el equipo de Papaleo descubrió un circuito cerebral involucrado en estos procesos sociocognitivos y que nunca había sido estudiado anteriormente. Consiste en un grupo de células neuronales específicas que conectan dos áreas del cerebro, distantes entre sí: la corteza prefrontal y la corteza retrosplenial.

Rostros con expresiones de enojo, felicidad y neutras.

La corteza prefrontal es una de las áreas más complejas del encéfalo humano y juega un papel crucial en diversas funciones cognitivas y emocionales. Entre ellas, la toma de decisiones informadas y razonadas, el control adecuado de los impulsos, la planificación de acciones complejas y la organización de actividades futuras y la memoria de trabajo.

También ayuda a moderar y controlar las respuestas emocionales a través de su conexión con áreas del cerebro involucradas en las emociones, como la amígdala; a resolver problemas, especialmente aquellos que requieren un pensamiento flexible y creativo; a la capacidad de enfocarse en tareas específicas, ignorando distracciones irrelevantes; y a la comprensión y manejo de las normas sociales.

Imagen generada con DALL-E

Por su parte, la corteza retrosplenial es una región menos conocida del cerebro, pero desempeña roles cruciales en varios procesos cognitivos, como la orientación espacial y la navegación y el recuerdo de eventos autobiográficos y experiencias personales. Además, contribuye a cómo se procesan y se integran las emociones, especialmente en términos de cómo las emociones afectan a la memoria y la percepción espacial.

En humanos, la función de la conexión entre las cortezas prefrontal y retrosplenial se probó mediante un experimento que involucró a más de mil voluntarios. Cada sujeto tenía que observar una pantalla donde se proyectaban rostros con expresiones de enojo, felicidad o neutras.

Los resultados confirman una correlación entre la corteza prefrontal y la corteza retrosplenial y el reconocimiento de emociones.

Durante la prueba, los investigadores registraron su actividad cerebral con técnicas de imagen por resonancia magnética para ver qué áreas del cerebro se activaban. Los resultados confirmaron una correlación entre la actividad de las dos áreas del circuito cerebral —la corteza prefrontal y la corteza retrosplenial— y el reconocimiento de emociones.

“Estamos entusiasmados con estos nuevos resultados porque profundizan en nuestra comprensión de los circuitos cerebrales que codifican y, por tanto, nos hacen reaccionar ante las emociones de los demás— dice Papaleo. Y añade—: Nos gustaría tener una visión más amplia del funcionamiento de estos mecanismos, en particular de cómo se alteran en los trastornos psiquiátricos y del neurodesarrollo”.

“Los fármacos actuales para tratar los trastornos del neurodesarrollo no son selectivos, ya que afectan indistintamente a muchos tipos de neuronas— señala Anna Monai, investigadora del laboratorio de Genética de la Cognición. Y concluye—: La idea es desarrollar estrategias terapéuticas dirigidas a circuitos cerebrales específicos, a fin de disminuir los efectos secundarios y aumentar al mismo tiempo la eficacia del tratamiento”.

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