Este pequeño artrópodo da las volteretas hacia atrás más rápidas del mundo

Hay un nuevo campeón de saltos mortales en la ciudad: el colémbolo globular Dicyrtomina minuta. Las grabaciones de cámaras de alta velocidad muestran que leste diminuto artrópodo gira hasta 368 vueltas por segundo cuando salta para alejarse del peligro.

Por la Universidad Estatal de Carolina del Norte

Imagen compuesta del salto del colémbolo Dicyrtomina minuta. Crédito: Adrián Pérez

Los colémbolos globosos (Dicyrtomina minuta) son diminutos, normalmente de sólo un par de milímetros de longitud. No vuelan, muerden ni pican. Pero pueden saltar. De hecho, saltar es su mejor —y único- plan para evitar a los depredadores. A simple vista, parece como si desaparecieran por completo cuando despegan. Ahora, un nuevo estudio presenta la primera mirada en profundidad a su destreza saltarina.

«Cuando los colémbolos globulares saltan, no se limitan a brincar, sino que dan volteretas en el aire: es lo más parecido a un salto de Sonic the Hedgehog en la vida real —explica Adrian Smith, profesor adjunto de biología de la Universidad Estatal de Carolina del Norte, en Estados Unidos, y jefe del laboratorio de investigación de Biología Evolutiva y Comportamiento del Museo de Ciencias Naturales de Carolina del Norte. Y añade—: Así que, naturalmente, quería ver cómo lo hacen».

Encontrar los colémbolos globulares fue bastante fácil: están por todas partes. Los de este estudio suelen salir de diciembre a marzo. Smith reclutó a los sujetos de su investigación rebuscando entre la hojarasca de su propio jardín. Pero la siguiente parte resultó ser la más difícil.

40.000 fotogramas por segundo

«Los colémbolos globosos saltan tan rápido que no se ven en tiempo real —comenta Smith. Y añade—: Si se intenta filmar el salto con una cámara normal, el colémbolo aparece en un fotograma y luego desaparece. Si se mira la imagen de cerca, se pueden ver los tenues rizos de vapor que quedan en el lugar por el que saltó en un fotograma».

Smith resolvió ese problema utilizando cámaras que graban 40.000 fotogramas por segundo. Instó a los colémbolos a saltar iluminándolos con una luz o pinchándolos ligeramente con un pincel de artista. Luego observó cómo despegaban, lo rápido y lejos que llegaban y cómo aterrizaban. Aquí encontrarás un vídeo explicativo de esta investigación:

Los colémbolos globosos no utilizan las patas para saltar. En su lugar, tienen un apéndice llamadoo fúrcula que se pliega bajo su abdomen y tiene una estructura diminuta y bifurcada en la punta. Cuando los colémbolos saltan, la fúrcula se pliega hacia abajo y la punta bifurcada empuja contra el suelo, lanzándolos en una serie de volteretas increíblemente rápidas.

¿Qué queremos decir con increíblemente rápido?

«Un colémbolo globular sólo tarda una milésima de segundo en dar una voltereta hacia atrás y puede alcanzar una velocidad máxima de 368 rotaciones por segundo —explica Smith. Y añade—: Aceleran sus cuerpos en un salto más o menos a la misma velocidad que una pulga, pero encima giran. Ningún otro animal en la Tierra da una voltereta hacia atrás más rápido que un colémbolo globular».

Estos artrópodos hexápodos también eran capaces de lanzarse más de 60 milímetros en el aire, más de sesenta veces su propia altura. Y en la mayoría de los casos, iban hacia atrás.

Saltos que alejan del peligro

«Pueden inclinarse en un salto e ir ligeramente hacia los lados, pero cuando se lanzan desde una superficie plana, se desplazan sobre todo hacia arriba y hacia atrás, nunca hacia delante —dice Jacob Harrison, investigador postdoctoral del Instituto de Tecnología de Georgia y coautor del artículo. Y añade—: Su incapacidad para saltar hacia delante nos indicó que el salto es principalmente un medio para escapar del peligro, más que una forma de locomoción general».

Se observaron dos estilos de aterrizaje: incontrolado y anclado. Los colémbolos globosos tienen un tubo bifurcado pegajoso que pueden evertir —o empujar fuera de su cuerpo— para agarrarse a una superficie o detener su impulso, pero Smith observó que rebotar y dar tumbos hasta detenerse era tan común como los aterrizajes anclados.

«Es la primera vez que alguien hace una descripción completa de las medidas de ejecución de los saltos del colémbolo globular, y lo que hacen es casi imposiblemente espectacular —afirma Smith. Y añade—: Es un gran ejemplo de cómo podemos encontrar organismos increíbles, y en gran medida no descritos, que viven a nuestro alrededor». ▪️

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