Confirmado: las ballenas francas viven 130 años… o más
Biólogos marinos se sorprenden al constatar que las ballenas francas pueden superar los 130 años de edad, casi el doble de lo que se creía. Conocer la longevidad de estos cetáceos amenazados es clave para su conservación.
Por Enrique Coperías
Un nuevo estudio publicado en Science Advances afirma que las ballenas francas pueden vivir más de 130 años, casi el doble de lo que se creía anteriormente. Este hallazgo resalta la longevidad extrema de las ballenas de la familia Balaenidae, que incluye tres especies principales: la ballena franca austral (Eubalaena australis), la ballena franca del Atlántico Norte (Eubalaena glacialis) y la ballena franca del Pacífico Norte (Eubalaena japonica).
Se trata de un rasgo biológico que comparten con sus parientes cercanos, las ballenas de Groenlandia o boreales (Balaena mysticetus).
Un equipo de científicos, en colaboración con cazadores de subsistencia indígenas de Utqiaġvik, en Alaska, analizaron químicamente tejidos de ballenas de Groenlandia capturadas y llegaron a la conclusión de que algunos ejemplares pueden superar los 200 años de vida.
Con puntas de arpón del siglo XIX incrustadas en su piel
Estos resultados se vieron reforzados por el hallazgo de puntas de arpón del siglo XIX incrustadas en los cuerpos de ballenas cazadas en tiempos modernos, una prueba tangible de su sorprendente longevidad.
Las ballenas francas, parientes cercanas de las ballenas de Groenlandia, parecen compartir una esperanza de vida comparable. Al igual que estas últimas, las ballenas francas se alimentan por filtración de pequeños organismos como kril, copépodos y otros zooplánctones. Nadan lentamente con la boca abierta para atrapar su alimento, utilizando sus barbas para filtrar el agua y retener el alimento.
También realizan migraciones estacionales hacia aguas más cálidas para dar a luz. En el pasado, los balleneros consideraban a las ballenas francas las presas ideales, debido a su gruesa capa de grasa, que no solo les proporcionaba valioso aceite, sino que también hacía que flotaran tras su muerte.
Especies tan longevas como vulnerables
Estos descubrimientos no solo revelan los asombrosos límites de la longevidad en los mamíferos marinos, sino que también subrayan la importancia de la conservación de estas especies vulnerables, cuya historia y biología son fundamentales para los ecosistemas oceánicos.
Para acometer el nuevo estudio, los investigadores analizaron cuatro décadas de datos recopilados por programas de fotoidentificación que rastrean a ballenas individuales de dos especies: la ballena franca austral, que habita en los océanos del hemisferio sur, y la ballena franca del Atlántico Norte, una especie en peligro crítico de extinción que se encuentra a lo largo de la costa atlántica de Norteamérica.
Los investigadores utilizaron estos datos para construir curvas de supervivencia, gráficos que ilustran la proporción de una población que sobrevive a cada edad, similares a las herramientas utilizadas por las compañías de seguros para calcular la esperanza de vida de sus clientes.
Una tarta con 150 velas
El análisis reveló que las ballenas francas australes, que se pensaba que vivían entre 70 y 80 años, pueden llegar a cumplir los 130 años, e incluso algunos individuos podrían alcanzar la edad de 150 años. En contraste, la esperanza de vida promedio de la ballena franca del Atlántico Norte es considerablemente menor, apenas veintidós años, con muy pocos ejemplares superando los cincuenta años.
Greg Breed, profesor de la Universidad de Alaska Fairbanks y autor principal del estudio, atribuye este marcado contraste en la longevidad de dos especies estrechamente relacionadas al impacto humano. Las ballenas francas del Atlántico Norte se enfrentan a amenazas como colisiones con embarcaciones y enredos en redes de pesca, que limitan drásticamente su supervivencia en comparación con sus parientes australes, que no suelen tener estos problemas.
Este hallazgo subraya la urgente necesidad de medidas de conservación para proteger a las ballenas francas del Atlántico Norte y garantizar su supervivencia a largo plazo.
Breed, que ha dedicado años al estudio de mamíferos marinos, incluidos los narvales, con una esperanza de vida de más de un siglo, y focas, algunas de las cuales pueden vivir hasta medio siglo, destaca que la falta de datos precisos sobre el envejecimiento de las ballenas llevó a subestimaciones importantes en el pasado.
«No supimos cómo determinar la edad de las ballenas con barbas hasta 1955, justo al final de la era de la caza industrial de ballenas —se lamenta Breed en una nota de prensa de la Universidad de Alaska Fairbanks. Y añade—: Para entonces, ya no quedaban muchas ballenas viejas para estudiar, así que simplemente asumimos que no vivían tanto tiempo».
El estudio tiene implicaciones significativas para la conservación. Según Breed, la recuperación de estas especies de cetáceos para alcanzar poblaciones saludables, que incluyan individuos longevos, podría llevar siglos. «Para animales que viven entre 100 y 150 años y que solo producen una cría viable aproximadamente cada década, es razonable esperar un proceso de recuperación muy lento», dice este biólogo.
De generación en generación
Este hallazgo subraya la importancia de proteger a las ballenas francas del Atlántico Norte de las amenazas humanas y ambientales para garantizar su supervivencia a largo plazo.
El estudio también destaca la importancia de los conocimientos culturales en las poblaciones de ballenas. «Cada vez es más evidente que la recuperación no solo se trata de aumentar la biomasa o el número de individuos —explica Greg Breed—. Se trata también de los conocimientos que estos animales transmiten a la próxima generación».
Breed enfatizó que estos conocimientos no se limitan a factores genéticos, sino que incluyen aspectos culturales y comportamentales. «Los individuos mayores enseñan técnicas esenciales de supervivencia. Los más jóvenes aprenden observando y replicando las estrategias de los mayores», comenta el biólogo.
Se necesitan a las ballenas «abuelas»
La pérdida de ballenas longevas interrumpe esta transferencia crítica de conocimientos, lo que puede afectar significativamente la supervivencia de las crías y, en última instancia, el éxito de la población.
El equipo de Breed planea expandir su investigación a otras poblaciones de ballenas, con el objetivo de determinar si otras especies, actualmente estimadas con una esperanza de vida de alrededor de ochenta años, podrían vivir mucho más tiempo.
Asimismo, buscan comprender cómo la caza de ballenas ha impactado la proporción de individuos longevos en las poblaciones actuales y predecir cuánto tiempo tomará para que estas vuelvan a niveles anteriores a la actividad cinegética. Este enfoque ayudará a evaluar de manera más integral los esfuerzos necesarios para la conservación y recuperación de estas especies. ▪️
Información facilitada por la Universidad de Alaska Fairbanks
Fuente: Greg A. Breed et al. Extreme longevity may be the rule not the exception in Balaenid whales. Science Advances (2024. DOI: 10.1126/sciadv.adq3086