Cómo el ejercicio moderado puede mantener a raya el apetito
Un reciente estudio revela que solo una hora de ejercicio moderado puede ayudar a controlar el apetito y mejorar la gestión del peso. Descubre cómo este simple hábito puede transformar tu salud y calidad de vida.
Por Enrique Coperías
Un reciente estudio realizado por investigadores del Instituto de Futuros de la Salud de la Universidad Murdoch, en Australia, ha revelado que el ejercicio de intensidad moderada puede tener un impacto significativo en las hormonas y percepciones relacionadas con el apetito en hombres con obesidad.
Este estudio, que aparece publicado en el último número de la revista Physiological Reports, ofrece nuevas perspectivas sobre cómo el ejercicio puede ser una herramienta eficaz en el control del apetito y la gestión del peso, sobre todo en el caso de la obesidad, una de las principales preocupaciones de salud pública en todo el mundo.
El profesor Timothy Fairchild, uno de los autores del estudio perteneciente a la Escuela de Salud Aliada de Murdoch, sostiene que los resultados confirman investigaciones anteriores, y subraya los beneficios de incorporar el ejercicio regular en las rutinas diarias para quienes buscan gestionar su peso y mejorar la salud en general.
Ejercicios moderados para hombres con obesidad
«Mucha gente entiende que el ejercicio ayuda a quemar energía. Sin embargo, existe la percepción común de que también puede aumentar el hambre y la ingesta de energía posteriormente —explica el profesor Fairchild. Y añade—: Hemos demostrado en otros estudios anteriores, con ejercicios de alta intensidad, que esto no necesariamente es cierto. Este trabajo corrobora que incluso el ejercicio de intensidad moderada puede tener efectos inmediatos y beneficiosos sobre el control del apetito en hombres con obesidad».
Este estudio se centra en factores clave como las concentraciones hormonales, que influyen directamente en la sensación de hambre y saciedad. Los investigadores midieron diversas hormonas, como la interleucina 6 (IL-6), la irisina, la interleucina 7 (IL-7), el neuropeptido Y (NPY) y la leptina, y encontraron resultados significativos que ofrecen una visión más completa de cómo el ejercicio influye en la regulación del apetito.
Uno de los hallazgos más notables fue el aumento significativo de la IL-6 y la irisina tras el ejercicio. La IL-6, una citoquina inflamatoria que se libera desde los músculos durante el ejercicio, desempeña un papel clave en la regulación del apetito. De hecho, investigaciones anteriores han demostrado que un aumento en la IL-6 puede reducir la ingesta de alimentos, y favorecer así el control del peso.
El potente efecto de la interleucina 6
Este efecto de la IL-6 es tan potente que incluso se ha planteado la hipótesis de que su liberación tras el ejercicio podría ser un factor importante en la llamada anorexia inducida por el ejercicio. Como explica el profesor Fairchild, «hemos observado que la IL-6 se eleva inmediatamente después de una sesión de ejercicio moderado, lo que puede contribuir a la sensación de saciedad y a la regulación del apetito en personas con obesidad».
Por otro lado, la irisina, una hormona derivada de los músculos que se libera en respuesta al ejercicio, también mostró un aumento significativo tras realizar ejercicio moderado, lo que respalda su papel en la supresión del apetito.
La irisina ha sido estudiada en diversas investigaciones, y se ha encontrado que su presencia elevada en el cuerpo está asociada con la reducción del apetito, así como con el aumento de la oxidación de las grasas, lo que resulta en una mejor gestión del peso corporal. «Este incremento de irisina tras el ejercicio moderado sugiere que esta hormona podría jugar un papel crucial en el control del apetito», explicó el orofesor Fairchild en una nota de prensa de su universidad.
Sin cambios en la leptina
A pesar de estos resultados prometedores con la IL-6 y la irisina, otros factores, como la IL-7 y la leptina, no mostraron cambios significativos tras el ejercicio. Esto es interesante, porque, aunque la leptina, que promueve la reducción de la ingesta energética por medio de la señal de saciedad en el cerebro y está muy vinculada a la regulación del apetito y la energía, no todos los estudios han mostrado efectos consistentes tras el ejercicio.
En este estudio en particular, la leptina no experimentó cambios significativos, lo que podría indicar que otras hormonas y factores, como la IL-6 y la irisina, desempeñan un papel más destacado en la regulación del apetito postejercicio.
Además, uno de los hallazgos más reveladores fue la disminución del neuropeptido Y (NPY), una hormona clave en la estimulación del apetito, una hora después del ejercicio. Esta merma del NPY es especialmente relevante, ya que indica que el ejercicio moderado podría ser una herramienta efectiva para contrarrestar los factores biológicos que inducen el hambre.
El ejercicio influye en los mecanismos cerebrales del hambre
«La reducción del NPY sugiere que el ejercicio no solo regula las hormonas relacionadas con el apetito, sino que también puede influir en los mecanismos cerebrales involucrados en el control del hambre», sostiene el profesor Fairchild.
El estudio no solo midió los efectos hormonales, sino que también evaluó cómo estas variaciones hormonales se traducen en una percepción reducida del apetito en los participantes. De hecho, los resultados mostraron que los participantes experimentaron una disminución significativa en la percepción del apetito inmediatamente después de la sesión de ejercicio y durante la siguiente hora.
Esta supresión del apetito tras el ejercicio resalta la eficacia de la actividad física para reducir las señales de hambre, y puede contribuir a la reducción de la ingesta calórica, y facilitar la gestión del peso.
Mejor que los fármacos para adelgazar
«A pesar de que la sociedad actual se centra mucho en los fármacos para adelgazar, este estudio demuestra que los factores relacionados con el estilo de vida siguen teniendo un papel importante y relevante a la hora de ayudar a las personas a llevar una vida más sana», dice el Profesor Fairchild. Y añade—: De hecho, las hormonas que se ha demostrado que aumentan tras el ejercicio, son las mismas hormonas que imitan los fármacos para adelgazar más exitosos».
En palabras de este experto, «la ventaja añadida del ejercicio es que también se obtienen beneficios adicionales para la salud física y mental».
Además de los beneficios físicos inmediatos del ejercicio, este tipo de actividad también tiene efectos positivos a largo plazo. Un estilo de vida activo no solo regula el apetito, sino que también mejora la salud cardiovascular, reduce el riesgo de diabetes de tipo 2 y promueve la salud mental. Por ejemplo, alivia el estrés y mejora el estado de ánimo.
Efectos sinérgicos del ejercicio
Los estudios demuestran que el ejercicio tiene efectos sinérgicos que van más allá del control del peso, ya que promueven un bienestar integral.
Este estudio subraya la importancia de integrar el ejercicio en las rutinas diarias, especialmente para personas con obesidad, quienes se enfrentan a mayores desafíos en la regulación del apetito. «Los resultados son alentadores —señala el profesor Fairchild. Y concluye—: Aunque se necesita más investigación para comprender completamente todos los mecanismos involucrados, los hallazgos de este estudio refuerzan la idea de que el ejercicio moderado es una herramienta eficaz para mejorar la regulación del apetito y ayudar en la gestión del peso». ▪️
Información facilitada por la Universidad Murdoch
Fuente: Sogand Asri, Farhad Rahmani-nia, Payam Saidie, Timothy J. Fairchild, Shahin Khodabandeh. Acute effect of exercise on appetite-related factors in males with obesity: A pilot study. Physiological Reports (2024). DOI: https://doi.org/10.14814/phy2.70167