Un estudio mundial explora el uso "problemático" de la pornografía
Un equipo de investigadores se han zambullido en la Red para explorar cómo la pornografía online afecta a las personas en todo el mundo de manera diferente. Y no solo a los hombres, sino también a las mujeres y a las personas no binarias.
Por la Universidad de Montreal
Un importante estudio internacional dirigido por una psicóloga canadiense arroja luz sobre un fenómeno oculto: cómo afecta el consumo problemático de pornografía a personas de distintas partes del mundo, de diversos géneros y orientaciones sexuales.
Publicada en la revista Addiction, la investigación destaca porque, entre las 82.000 personas de 42 países estudiadas, analiza grupos que a menudo se pasaban por alto en el pasado en este tipo de estudios, como son las mujeres y las personas que no encajan en las categorías tradicionales de género.
En sus conclusiones, basadas en gran medida en encuestas y cuestionarios, Beáta Bőthe, la psicóloga de la Universidad de Montreal (Canadá), y sus colegas se centran en lo que los expertos denominan uso problemático de la pornografía o UPP, esto es, el consumo de porno sin autocontrol.
Sentirse culpable por consumir pornografía no significa necesariamente que alguien sea realmente un consumidor problemático.
Este uso indebido empieza a tener graves repercusiones negativas en las vidas de quienes lo sufren, como son la pérdida de empleo o unos niveles elevados de angustia. Es importante destacar que el estudio aclara que sentirse culpable por consumir pornografía no significa necesariamente que alguien sea realmente un consumidor problemático.
“Mucha gente ve pornografía", afirma Bőthe, que forma parte del grupo de 79 expertos que firman el trabajo y que incluye miembros del consorcio International Sex Survey de Estados Unidos, China, Europa y otras partes del mundo.
"En Norteamérica, Europa y Australia, entre el 70% y el 94% de los adultos han consumido pornografía en algún momento de su vida— apunta Bőthe. Y añade: “Antes sabíamos que los hombres pueden convertirse a menudo en consumidores problemáticos de pornografía, pero había poca información sobre cómo se ven afectadas las mujeres y las personas con identidades de género diversas, y respecto a cómo afecta esta cuestión a las personas en función de su orientación sexual."
El suyo es uno de los primeros estudios sobre pornografía que incluye un amplio abanico de personas, y tiene en cuenta los distintos géneros y hacia quién se sienten atraídas. Al profundizar en los datos, Bőthe y sus coinvestigadores utilizaron herramientas analíticas especiales diseñadas para medir la gravedad del problema con la pornografía de estas personas.
Gracias a ellas descubrieron que poco más del 3% de los participantes podría tener un problema real con la pornografía. Los hombres parecían mostrar más problemas en comparación con las mujeres, pero el estudio no encontró grandes diferencias cuando se tenía en consideración si las personas eran heterosexuales, homosexuales o bisexuales, o si reportaban otras orientaciones sexuales. Por otro lado, los investigadores se toparon con que pocas personas susceptibles de tener un problema con la pornografía buscaban ayuda profesional en algún momento.
Muchos de los afectados están luchando por salir de su adicción al porno, pero son pocos los que buscan ayuda profesional.
"Nuestra investigación muestra que el uso problemático de la pornografía puede ser más común de lo que muchos podrían pensar, y afecta a una amplia gama de personas—dice Bőthe. Y continúa—: Hay que destacar que, si bien muchos de los afectados están luchando por salir de su adicción al porno, son pocos los que buscan ayuda. Esto es importante porque sugiere que es necesario trabajar más para comprender y apoyar a quienes se ven afectados por este problema".
"No medimos qué tipo de pornografía ve la gente, por lo que no sabemos si los materiales vistos se alinean con la orientación sexual de una persona determinada— precisa Bőthe. Y añade—: Pero podemos decir que no hay diferencias en el PPU entre personas con diferentes orientaciones sexuales, y que los hombres reportan PPU con más frecuencia que las mujeres o las personas de género diverso".
En algunas culturas, aunque se consume ampliamente, la pornografía todavía se considera tabú, y esto puede tener el efecto de que las mujeres la rehuyan más que los hombres, según esta psicóloga.
Un medio para explorar la sexualidad.
Los jóvenes, en particular aquellos que han crecido con fácil acceso a internet, generalmente consumen más sexo online que las generaciones mayores que no tuvieron ese acceso en sus años de formación. Y, aunque la mayoría de las personas utilizan la pornografía para buscar gratificación sexual, otras lo hacen por curiosidad, con fines educativos o como un medio para explorar su sexualidad.
Las personas que se identifican como transexuales o no binarias pueden tener preferencias específicas diferentes de las de los individuos cisgénero (aquellos cuya identidad de género y sexo asignado al nacer son coincidentes), señala el estudio. Para estas personas, el consumo de porno puede verse influido por factores como la búsqueda de representación o la exploración de la identidad sexual y de género.
"Y aunque las personas pertenecientes a minorías sexuales vean porno con más frecuencia que sus compañeros heterosexuales, porque puede resultarles más difícil encontrar pareja romántica o sexual o porque utilizan el porno para aprender sobre su sexualidad, no declaran tener más problemas con su consumo de porno que sus compañeros heterosexuales", afirma Bőthe.
En general, concluye la psicóloga, "es importante reconocer que estas pautas están influenciadas por una compleja interacción de factores personales, sociales y culturales, y que pueden variar mucho dentro de un mismo grupo". Y la percepción y el impacto del consumo de pornografía pueden variar mucho entre los individuos de estos grupos.
En internet hay todo tipo de contenidos sexualmente explícitos, la mayoría gratuitos.
Vídeos y películas. Tal vez sean las formas más comunes de pornografía, con diversos tipos de actividades sexuales representadas en formato de vídeo. Pueden ser desde grabaciones amateur hasta producciones profesionales.
Imágenes y fotografías. Incluyen imágenes fijas, que pueden ser fotografías u obras de arte creadas digitalmente, que muestran desnudos o actos sexuales.
Relatos y literatura eróticos. Estos materiales escritos describen escenarios y fantasías sexuales y se encuentran en sitios web y foros en línea.
Shows de cámaras en directo. Consisten en la retransmisión en directo de actos sexuales o actuaciones eróticas por parte de individuos o grupos, lo que a menudo permite a los espectadores interactuar con los artistas.
Realidad virtual (RV) y contenidos interactivos. Actualmente se utilizan tecnologías avanzadas para crear experiencias pornográficas inmersivas e interactivas, a menudo utilizando cascos de realidad virtual.
Salas de chat y foros. Estas plataformas facilitan conversaciones e intercambios sexualmente explícitos, que a veces incluyen el intercambio de contenido sexual personal.
Contenido animado y hentai. Esto incluye pornografía animada, a menudo con escenarios fantásticos o exagerados, e incorpora un subgénero conocido como "hentai", que es una forma de pornografía japonesa de anime y manga.
Información facilitada por la Universidad de Montreal
Fuente: Beáta Bőthe, Léna Nagy, Mónika Koós, Zsolt Demetrovics, Marc N. Potenza, International Sex Survey Consortium, Shane W. Kraus. Problematic pornography use across countries, genders, and sexual orientations: Insights from the International Sex Survey and comparison of different assessment tools. Addictions (2024). DOI: https://doi.org/10.1111/add.16431