Un estudio genómico identifica pelo humano y de animales en dientes de los leones «devoradores de hombres»
Genetistas analizan los pelos pelos incrustados en las piezas dentales astilladas de dos leones «devoradores de hombres» que mataron al menos a veintiocho personas en la región keniata de Tsavo. Corría el año 1898.
Por Enrique Coperías
Los leones devoradores de hombres de Tsavo, en Kenia, son una de las historias más fascinantes y escalofriantes de la historia de la conservación de la fauna. Estos leones se hicieron famosos entre 1898 y 1899, durante la construcción del ferrocarril de Uganda por parte de los británicos, cuando comenzaron a atacar y matar a los operarios que trabajaban en el área del Parque Nacional Tsavo de Kenia.
En aquellas fechas, dos leones macho aterrorizaron un campamento de constructores de puentes en el río Tsavo. La pareja de felinos, dos ejemplares enormes y sin melena, se colaban en el campamento por la noche, asaltaban las tiendas y se llevaban a sus víctimas.
Los infames devoradores de hombres de Tsavo mataron al menos a veintiocho personas antes de que el teniente coronel John Henry Patterson, el ingeniero civil del proyecto, los abatiera a tiros. Patterson vendió los restos de los leones al Museo Field de Historia Natural de Chicago, en 1925.
En un nuevo estudio, investigadores del Museo Field han colaborado con sus colegas de la Universidad de Illinois Urbana-Champaign para llevar a cabo un análisis en profundidad de muestras de pelo extraídas cuidadosamente de los dientes astillados de los leones.
Los expertos utilizaron técnicas microscópicas y genómicas para identificar algunas de las especies que consumía la pareja de leones. Los resultados de la investigación aparecen publicados en la revista Current Biology.
El descubrimiento original de los pelos se produjo a principios de la década de 1990, cuando Thomas Gnoske, gestor de colecciones del Museo Field, encontró los cráneos de los leones almacenados y los examinó en busca de posibles huellas de sus actividades de caza.
Dos machos adultos de edad avanzada
Gnoske fue el primero investigador en determinar que se trataba de machos adultos de edad avanzada, a pesar de carecer de cráneo. También fue el primero en darse cuenta de que miles de pelos rotos y compactados se habían acumulado en las cavidades expuestas de los dientes dañados de los leones a lo largo de su vida.
En 2001, Gnoske y Julian Kerbis Peterhans, profesor de la Universidad Roosevelt y conservador adjunto del Museo Field, informaron por primera vez del estado dañado de los dientes, que, según su hipótesis, podría haber contribuido a que los leones depredaran a los humanos.
También dieron cuenta de la presencia de pelos incrustados en los dientes rotos y parcialmente curados. Un análisis preliminar de algunos de los pelos sugería que eran de antílopes eland, impalas, oryx, puercoespines, facóqueros y cebras.
En el nuevo estudio, Gnoske y Peterhans facilitaron un nuevo examen de algunos de los pelos. Los coautores Ogeto Mwebi, investigador científico principal de los Museos Nacionales de Kenia, y Nduhiu Gitahi, investigador de la Universidad de Nairobi, realizaron el análisis microscópico de los pelos.
La investigadora postdoctoral Alida de Flamingh, de la Universidad de Illinois en Urbana-Champaign, dirigió una investigación genómica de los cabellos con el profesor Ripan S. Malhi, antropçólogo de la misma univerdsidad. Ambos e centraron en una muestra separada de cuatro pelos individuales y tres grupos de cabellos extraídos de los dientes de los leones.
Malhi, de Flamingh y sus colegas están desarrollando nuevas técnicas para explorar el pasado mediante la secuenciación y el análisis de ADN antiguo conservado en artefactos biológicos. Su trabajo en colaboración con las comunidades indígenas ha aportado numerosos datos sobre las migraciones humanas y la historia precolonial y poscolonial de América.
También han ayudado a desarrollar herramientas para determinar la especie y el origen geográfico de colmillos actuales y antiguos de elefantes africanos. Y han avanzado en el aislamiento y secuenciación del ADN de especímenes conservados en museos y han trazado la historia migratoria y genómica de los perros en América.
En el trabajo actual, De Flamingh buscó y halló en primer lugar los rasgos característicos de la degradación relacionada con la edad a partir del ADN nuclear presente en los pelos de los dientes de los leones.
El ADN mitocondrial de los pelos
«Para establecer la autenticidad de la muestra que estábamos analizando, observamos si el ADN tiene estos patrones que normalmente se encuentran en el ADN antiguo», dice De Flamingh en una nota de prensa de la Universidad de Illinois en Urbana-Champaign.
Una vez autenticadas las muestras, De Flamingh se centró en el ADN mitocondrial, esto es el que contienen la mitocondrias, las centrales energéticas de las células. En los seres humanos y otros animales, el genoma mitocondrial se hereda de la madre y se puede utilizar para rastrear linajes matrilineales a lo largo del tiempo.
Hay varias ventajas de enfocarse en el ADN mitocondrial del pelo, según los investigadores. Estudios anteriores han encontrado que la estructura del cabello preserva este tipo de material genético y lo protege de la contaminación externa. El ADN mitocondrial también es mucho más abundante que el ADN nuclear en las células.
«Como el genoma mitocondrial es mucho más pequeño que el nuclear, resulta más sencillo reconstruirlo en las posibles especies que fueron cazadas por los leones», explica De Flamingh.
El equipo de investigadores creó una base de datos de perfiles de ADN mitocondrial de las posibles especies que dio caza la pareja de leones devoradores de hombres. Esta base de datos de referencia se comparó con los perfiles de ADN mitocondrial obtenidos de los pelos. Para ello, los investigadores tuvieron en cuenta las especies sugeridas en el análisis anterior y las que se sabía que estaban presentes en Tsavo en la época en que vivían los leones.
Los investigadores también desarrollaron métodos para extraer y analizar el ADN mitocondrial de los fragmentos de pelo. «Incluso pudimos obtener ADN de fragmentos más cortos que la uña del dedo meñique», explica De Flamingh en la nota de prensa.
Los leones devoradores de hombres eran hermanos
«Tradicionalmente, cuando la gente quiere obtener ADN de los pelos, se centran en el folículo, que va a ofrecer una gran cantidad de ADN nuclear —dice Malhi—. Pero estos fragmentos de cabello tenían más de cien años».
El resultado fue un tesoro de información. «El análisis del ADN del pelo permitió identificar diferentes presas, como jirafas, seres humanos, órices, antílopes acuáticos, ñus y cebras; y también pelos procedentes de leones», aseguran los investigadores.
Estos descubrieron además que los leones devoradores de hombres compartían el mismo genoma mitocondrial heredado por vía materna, lo que corroboraba la teoría de que eran hermanos. Su ADN mitocondrial también concordaba con un origen en Kenia o Tanzania.
De Flamingh y sus compañeros también pudieron determinar que esta pareja de felinos había consumido al menos dos jirafas, junto con una cebra, que probablemente procedía de la región de Tsavo.
El hallazgo de ADN mitocondrial de ñu fue una sorpresa, porque la población de ñus más cercana a finales de la década de 1890 estaba a unos 80 km de distancia, según los investigadores. Sin embargo, los informes históricos señalaban que los leones abandonaron la región de Tsavo durante unos seis meses antes de reanudar sus embestidas contra el campamento de los constructores del puente.
«La ausencia de ADN de búfalo y la presencia de un solo pelo de búfalo —identificado mediante microscopía— también fue asombriosa —confiesa Flamingh. Y añade—: Sabemos por lo que comen hoy los leones en Tsavo que el búfalo es su presa favorita».
«El coronel Patterson escribió a mano un diario de campo durante su estancia en Tsavo —dice Peterhans. Y añade—: Pero nunca registró haber visto búfalos o ganado autóctono en su diario».
Sin rastro de búfalos
En ese momento, las poblaciones de ganado y búfalos en esta parte de África fueron devastadas por la peste bovina, una enfermedad viral altamente contagiosa traída a África desde la India a principios de la década de 1880, según Peterhans. «Prácticamente acabó con el ganado y sus parientes salvajes, incluido el búfalo del Cabo», dice.
El mitogenoma o ADN miticondrial del cabello humano tiene una amplia distribución geográfica, y los científicos se negaron a describirlo o analizarlo más a fondo para el estudio actual. «Es posible que todavía haya descendientes en la región hoy en día, y para practicar una ciencia responsable y ética, estamos utilizando métodos basados en la comunidad para ampliar los aspectos humanos del proyecto más amplio», escriben los autores en el informe que han publicado en Current Biology.
Según los investigadores, los nuevos hallazgos suponen una importante ampliación de los tipos de datos que pueden extraerse de cráneos y pelos conservados desde hace años o siglos.
«Ahora sabemos que podemos reconstruir genomas mitocondriales completos a partir de fragmentos de pelo de leones que vivieron hace más de cien años», afirma De Flamingh.
Según el equipo de investigadores, había miles de pelos incrustados en los dientes de los leones, compactados durante un siglo. Otros análisis permitirán a los científicos reconstruir, al menos parcialmente, la dieta de los leones a lo largo del tiempo y, tal vez, determinar con exactitud cuándo empezó su hábito de depredar a los seres humanos. ▪️
Información facilitada por la Universidad de Illinois en Urbana-Champaign
Fuente: Alida de Flamingh, Thomas P. Gnoske, Julian C. Kerbis Peterhans, Velizar A. Simeonovski, Nduhiu Gitahi, Ogeto Mwebi, Bernard R. Agwanda, Julian M. Catchen, Alfred L. Roca, Ripan S. Malhi. Compacted hair in broken teeth reveals dietary prey of historic lions. Current Biology (2024). DOI: https://doi.org/10.1016/j.cub.2024.09.029.