Los restos de ganado en un galeón hundido permiten conocer la alimentación de los marinos en el siglo XVI
En el galeón, hallado en el estuario de la ría gallega de Ribadeo, los investigadores han recuperado 78 huesos de animales, lo que ayuda a conocer cuál era el menú de la tripulación.
Por Isabel Fernández Morales y Celia Ramos
En 1597, un galeón de guerra construido en Nápoles (Italia) naufragó en aguas gallegas. Este buque, el San Giacomo di Galizia, también conocido como Santiago, se hundió en el estuario de Ribadeo, donde ahora el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) lidera su análisis siglos después, con el objetivo de conocer cómo era la vida de sus tripulantes.
El yacimiento subacuático de los restos del Santiago, o el Pecio Ribadeo I, es un caso excepcional para estudiar un navío de guerra del siglo XVI en aguas territoriales españolas. La investigación de este pecio –un fragmento de una nave naufragada– ofrece una ventana al pasado que permite conocer, por ejemplo, desde el ganado consumido por los marineros hasta el tipo de cerámica utilizada para almacenar agua y conservar alimentos.
Un equipo internacional de científicos liderados por el CSIC ha logrado reconstruir la historia del Santiago. Gracias al estudio de los artefactos sumergidos y a la revisión de documentos históricos y análisis espectroscópicos, los investigadores se han aproximado como nunca a las actividades que se desarrollaron a bordo del navío durante su breve período de servicio en la Armada española. El barco fue construido en un astillero de Nápoles, alrededor de 1590, y naufragó en 1597.
Los resultados de la investigación, que ha sido liderada por las científicas Ana Crespo y Marta Moreno, del Instituto de Historia (IH-CSIC); y Sagrario Martínez, del Instituto de Estructura de la Materia (IEM-CSIC), han sido presentados en la revista Heritage, en un número monográfico especial donde se ahondan en la cultura material y la vida a bordo de barcos de los siglos XVI al XIX, y ofrece una visión más amplia de las interacciones del entorno marino.
De acuerdo con la nueva publicación, este naufragio, así como otros de la misma época, representa un valioso patrimonio histórico-arqueológico que ha recibido una atención limitada desde la perspectiva de la investigación subacuática. En este sentido, su estudio proporciona nuevas perspectivas sobre los contextos históricos y materiales de los siglos pasados, según Crespo. La científica, especializada en Historia y Arqueología Submarina, subraya que estos estudios “ofrecen una riqueza de datos significativos sobre la cultura material de la época, las dinámicas a bordo, las prácticas marítimas, las redes comerciales, los comportamientos y los conocimientos náuticos, así como el subsiguiente desarrollo y transformación de los sitios arqueológicos, los cuales se convierten en cápsulas históricas del tiempo”.
Crespo lideró el proyecto europeo ForSEAdiscovery, que llevó a cabo la excavación subacuática entre 2012 y 2022. Actualmente, el trabajo continúa bajo la dirección de Miguel San Claudio Santa Cruz, arqueólogo de la Xunta de Galicia.
Raciones de ternera, cordero, ganso y hasta merluza.
El estudio de los 78 huesos recuperados a bordo del Santiago revela, según el análisis arqueozoológico del Laboratorio de Arqueobiología de IH-CSIC, que los restos corresponden a diferentes porciones cárnicas procedentes de vacas, corderos y cerdos. También han aparecido restos de ganso e incluso de merluza. Esta muestra sugiere el papel fundamental del ganado como fuente primaria de proteínas para la tripulación. Según Moreno, el mayor número de desechos de vaca frente a las otras especies apunta a que el vacuno fue una fuente importante de proteínas para la tripulación. Además, la identificación de partes de animales con menor valor cárnico, como cráneos y extremidades distales de las patas, plantea la posibilidad de que se transportara ganado vivo para su posterior procesamiento a bordo.
Los patrones en la carnicería, como la frecuencia y ubicación de marcas de troceado en porciones pequeñas y manejables, indican a los científicos que los métodos de cocción más habituales eran la ebullición y el guiso. Además, los datos de envejecimiento denotan el probable consumo de carne tierna de vaca y cordero, lo que indica diferencias entre la alimentación de los oficiales de alto rango y el resto de la tripulación. Por último, la recuperación de un tarsometatarso de ganso, un hueso sin rendimiento cárnico, supondría la presencia de aves de corral vivas a bordo, mientras que una vértebra de merluza se relacionaría con la provisión de pescado seco.
La cerámica, clave en el almacenamiento de agua y víveres.
Los análisis arqueométricos y químicos de las cerámicas, artefactos y restos óseos de fauna del yacimiento, han permitido a Ramírez, especialista en materiales del IEM-CSIC, reconstruir el itinerario de navegación del galeón. Combinado con el registro arqueológico y la documentación histórica, ahora se puede afirmar que el buque partió de Nápoles y pasó por Cádiz y Lisboa antes de hundirse en Galicia.
La cerámica se ha revelado como uno de los hallazgos más comunes, seguida de la madera y la piedra. Principalmente de manufactura portuguesa, estas vasijas no cumplían primordialmente funciones culinarias, sino de almacenamiento de agua y conservación de alimentos durante las extensas travesías marítimas. Además, “el estudio de las cerámicas y algunas piezas metálicas apuntan a diferentes técnicas de producción y a una importante cadena de conocimientos y mano de obra en su elaboración”, detalla Crespo.
Las muestras se analizaron desde el punto de vista químico y mineralógico utilizando diferentes técnicas instrumentales en el IEM-CSIC, lo que ha permitido determinar dos tipos de cerámicas cocidas a diferentes temperaturas (<800ºC y >900ºC). Las primeras se relacionan con jarras para almacenar aceite, mientras que las segundas corresponden a piezas de vajilla, lo que confirmar la presencia de cerámica vinculada a la vida cotidiana a bordo de un barco militar.
Construcción naval mediterránea.
En el monográfico también se publican los resultados de una intervención arqueológica del CSIC en el pecio de Mortella II en 2021, que se realizó como complemento de la excavación del pecio del Mortella III efectuada entre 2010 y 2019, y al que está históricamente vinculado. Ambos barcos eran mercantes genoveses que navegaban juntos y que se hundieron en 1527 en el contexto del séptimo conflicto italiano de la guerra entre Francia y España. La revista recoge los principales resultados de las líneas de investigación sobre construcción naval y artefactos (anclas y artillería), del Renacimiento. La excavación de los pecios de la Mortella II y III la financiación el CSIC (Convocatoria PIAR), y dirigió Arnaud Cazenave de la Roche y Ana Crespo.
Información facilitada por el CSIC