¿Por qué los perros mojados se sacuden para secarse? La neurociencia ya tiene una respuesta
Experimentos con ratones de laboratorio sacan a la luz los nervios y receptores de la piel que desencadenan este comportamiento en los mamíferos peludos.
Por Enrique Coperías
Poder descifrar cómo los mamíferos responden a las sensaciones a través de su pelaje podría inspirar nuevas investigaciones sobre la sensibilidad de la piel, dicen los expertos. Cuando un perro mojado, por ejemplo, se sacude para quitarse el agua de su pelaje, la acción no es simplemente un conjunto aleatorio de movimientos, ni un esfuerzo deliberado por empapar a quienes están cerca de él.
Este reflejo instintivo, compartido por muchos mamíferos peludos —como ratones, gatos, ardillas, leones, tigres y osos— es un método eficiente para eliminar el agua de su pelaje y también para deshacerse de productos irritantes, nudos de pelo, insectos y parásitos.
Esta sacudida es particularmente efectiva en zonas como el cuello y la espalda, donde los animales tienen más dificultad para alcanzar con el lamido o el mismo acicalamiento. Detrás de estas sacudidas se encuentra un mecanismo neurológico complejo que hasta hace poco era un misterio.
Tras sus mecanismos neuronales
La piel peluda de los mamíferos contiene más de doce tipos de neuronas sensoriales, cada una con funciones específicas para detectar y analizar diversas sensaciones y desencadenar respuestas como la sacudida. Aunque este comportamiento es común en muchas especies, los mecanismos neuronales que lo generan han sido poco estudiados.
Ahora, un equipo de científicos ha identificado el circuito neuronal que desencadena el característico comportamiento de sacudida en ratones cuando están empapados de agua, lo cual involucra una clase específica de receptores táctiles y neuronas que conectan la médula espinal con el cerebro. Los hallazgos de esta investigación aparecen publicados en la revista Science.
«El sistema táctil es tan complejo y rico que puede distinguir entre una gota de agua, un insecto que se arrastra o el toque suave de un ser querido —explica Kara Marshall, neurocientífica del Colegio de Medicina de Baylor en Houston (Estados Unidos), en Science. Y añade—: Es realmente notable poder vincular un subconjunto muy específico de receptores táctiles a este comportamiento tan familiar y comprensible».
Un receptor para las sensaciones agradables
Para este estudio, los investigadores se centraron en un tipo de receptor de detección táctil ultrasensible conocido como los mecanorreceptores de umbral bajo de tipo C (C-LTMR), que envuelven los folículos pilosos y están asociados con sensaciones de afecto agradable.
Primero, el equipo aplicó varios tipos de estímulos, como aceite y agua, en el lomo y el cuello de ratones, para observar la respuesta de diferentes neuronas mecanosensoriales. Luego, modificaron genéticamente a algunos de los ratones con el fin de eliminar la mayoría de los C-LTMR.
Al retirar estos receptores, los ratones dejaron de sacudirse, lo que indica que estos receptores son esenciales para controlar la sensación que desencadena la sacudida.
De la piel a la médula espinal
Luego, los investigadores exploraron cómo las señales de los C-LTMR viajaban por el sistema nervioso de los ratones. Rastrearon esta vía hacia un grupo de neuronas en la médula espinal, que conecta con el núcleo parabranquial, una región del cerebro que ayuda a procesar sensaciones de dolor, tacto y temperatura.
Utilizando técnicas avanzadas, modificaron las neuronas para que respondieran a la luz, permitiéndoles activar o desactivar estas neuronas y así mapear el recorrido que seguían las señales sensoriales.
«Este descubrimiento es extraordinario, porque nos permite comprender mejor cómo los receptores táctiles específicos están vinculados a un comportamiento muy reconocible y comprensible —explica Marshall. Y concluye—: El sistema táctil es tan complejo y rico que puede distinguir entre una gota de agua, un insecto que se arrastra o el toque suave de un ser querido». ▪️
Fuente: Dawei Zhang et al. C-LTMRs evoke wet dog shakes via the spinoparabrachial pathway. Science (2024). DOI:10.1126/science.adq8834