Pequeñas reducciones en la producción de carne en los países ricos podrían ayudar a combatir el cambio climático
La eliminación de una fracción de la producción actual de carne de vacuno en los países más ricos podría eliminar tres años de emisiones mundiales de combustibles fósiles, afirma un nuevo estudio.
Por Enrique Coperías
Científicos y activistas medioambientales han reclamado sistemáticamente reducciones drásticas de la producción de carne como una forma eficaz de disminuir las emisiones de gases de efecto invernadero y, con ello, combatir el cambio climático.
Sin embargo, un nuevo análisis concluye que una reducción menos agresiva, llevada a cabo por las naciones más ricas, podría eliminar de la atmósfera 125.000 millones de toneladas de dióxido de carbono, una cifra superior al total de las emisiones mundiales de combustibles fósiles lanzadas a la atmósfera en los últimos tres años.
Los investigadores señalan que pequeños recortes en los países de renta alta —aproximadamente el 13% de la producción total— reducirían la cantidad de tierra necesaria para el pastoreo, lo que permitiría que los bosques volvieran a crecer de forma natural en los pastos actuales, según una investigación publicada en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS).
El retorno de los árboles, conocidos desde hace tiempo por su capacidad para absorber o secuestrar dióxido de carbono (CO2), provocaría un descenso significativo de las emisiones de combustibles fósiles, que los autores del estudio calculan que equivaldrían aproximadamente a tres años de emisiones mundiales.
El análisis reveló que los pastizales, especialmente en zonas que fueron bosques, son muy prometedores para mitigar el cambio climático. Cuando se retira el ganado de estas zonas de «bosque nativo potencial», los ecosistemas pueden volver a su estado boscoso natural, y capturar carbono en los árboles y en el suelo.
Los autores del estudio, que ha sido dirigido por Hayek, consideran que los países de renta alta y media-alta son candidatos viables para reducir la producción de carne de vacuno, ya que cuentan con algunas zonas de pastos que no producen mucha hierba por hectárea y donde la hierba solo crece durante un corto periodo vegetativo.
Además se encuentran en zonas en las que, en cambio, podrían crecer vastos y frondosos bosques con suelos profundos que trabajarían secuestrando carbono. Esto difiere significativamente de otras regiones, como el África subsahariana y Sudamérica, donde pueden crecer muchos más pastos durante todo el año, lo que se traduce en una producción de más alimento para los animales por hectárea que los países del norte.
Por otro lado, el equipo de investigación considera que las regiones de renta baja podrían aumentar la eficiencia de la alimentación y la cría del ganado con pasto como forma de compensar la pequeña pérdida de producción de los países de renta alta.
«Esta no es una solución única para todos — enfatiza Hayek. Y añade—: Nuestros hallazgos muestran que las mejoras estratégicas en la eficiencia de los hatos de ganado en algunas áreas, junto con la disminución de la producción en otras, podrían conducir a un escenario de beneficio mutuo para el clima y la producción de alimentos».
El estudio revela un potencial aún más espectacular para la mitigación del clima si se ampliara el alcance de la restauración. Los investigadores descubrieron que la eliminación del ganado vacuno, ovino y de otros animales de pastoreo de todas las áreas potencialmente forestales nativas a nivel mundial podría secuestrar la asombrosa cantidad de 445 gigatoneladas de CO2 para fines de este siglo, el equivalente a más de una década de emisiones globales actuales de combustibles fósiles.
«Y lo que es más importante, este planteamiento permitiría que el ganado siguiera pastando en praderas autóctonas y pastizales secos, que son lugares donde no es fácil que crezcan cultivos o bosques —explica Hayek. Y continúa—: Estas zonas sustentan más de la mitad de la producción mundial de pastos, lo que significa que este ambicioso escenario de restauración forestal exigiría reducir a menos de la mitad la cabaña mundial de ganado vacuno, ovino y otros tipos de ganado».
Bueno para nuestra salud como para el medioambiente
En palabras de Hayek, «estos resultados subrayan el inmenso potencial de la restauración de los bosques naturales como solución climática».
El estudio publicado en PNAS utilizó tecnología de teledetección para rastrear la productividad de los pastos —la cantidad de hierba producida anualmente que puede consumir el ganado— con el fin de estimar los beneficios climáticos que reportarían las reducciones.
«Aunque dos zonas distintas puedan volver a generar la misma cantidad de carbono en los árboles, ahora podemos saber cuántos pastos y, por tanto, la cantidad de carne de vacuno que tendríamos que perder en cada zona para que esos árboles volvieran a crecer», explica Johannes Piipponen, doctorando de la Universidad Aalto de Finlandia y coautor del estudio
«Para muchos consumidores de regiones de renta alta, como Europa y Norteamérica, reducir el consumo excesivo de carne beneficia tanto a su salud como al medioambiente. Sin embargo, hasta ahora no estaba muy claro por dónde podían empezar los descensos necesarios en la producción», dice Piipponen.
Los mapas producidos por la investigación del equipo pueden identificar áreas en las que se podrían priorizar las políticas para reducir la producción de carne de vacuno y acelerar la recuperación de los bosques, por ejemplo, ofreciendo incentivos para la conservación de tierras forestales o compras a los productores de carne de vacuno.
Los autores reconocen que el restablecimiento de los ecosistemas no es un sustituto de los esfuerzos para reducir las emisiones de combustibles fósiles. Pero, puede servir como un poderoso complemento para combatir el cambio climático.
Volver a plantar especies diversas de árboles autóctonos
«En muchos lugares, este rebrote podría producirse mediante la dispersión natural de las semillas y el rebrote de los árboles sin ninguna intervención humana —afirma Hayek. Y añade—: Sin embargo, en algunos lugares, con entornos o suelos especialmente degradados, la plantación de árboles autóctonos y diversos podría acelerar la restauración forestal, echando una mano al resurgimiento vegetal».
Para Hayek esta reforestación «beneficiaría a largo plazo al clima durante décadas, con un reverdecimiento forestal y una captura de carbono significativos que comenzarían en pocos años en muchas zonas y durarían 75 años o más hasta que los bosques estuvieran casi maduros».
Los autores también subrayan que, aunque los resultados no exigen cambios extremos en los patrones mundiales de producción y comercio de alimentos, es necesario actuar con rapidez para cumplir los objetivos climáticos.
«En las próximas dos décadas, los países se proponen alcanzar objetivos críticos de mitigación climática en virtud de acuerdos internacionales, y la restauración de ecosistemas en pastizales reconvertidos puede ser una parte fundamental de ello —observa Hayek. Y continúa—: Las conclusiones de nuestro estudio podrían ofrecer vías de avance a los responsables políticos que pretendan abordar tanto la mitigación del cambio climático como los problemas de seguridad alimentaria».
«A medida que los países de todo el mundo se comprometen a alcanzar ambiciosos objetivos de reforestación, esperamos que esta investigación pueda ayudar a identificar y priorizar las áreas más eficaces para los esfuerzos de secuestro de carbono, teniendo en cuenta al mismo tiempo las necesidades alimentarias mundiales», concluye este experto. ▪️
Información facilitada por la Universidad de Nueva York
Fuente: M. N. Hayek, J. Piipponen, M. Kummu, K. Resare Sahlin, S. C. McClelland, K. Carlson. Opportunities for carbon sequestration from removing or intensifying pasture-based beef production. Proceedings of the National Academy of Sciences (2024). DOI: https://doi.org/10.1073/pnas.2405758121