Los recuerdos no solo se fabrican en el cerebro

Un estudio demuestra que las células renales y del tejido nervioso, por ejemplo, aprenden y crean recuerdos de forma similar a como lo hacen las neuronas de nuestra sesera.

Por Enrique Coperías

Células el cuerpo, diferentes a las neuronas, activan un gen de la memoria, el mismo gen que activan las células del encéfalo cuando detectan un patrón en la información y reestructuran sus conexiones para formar recuerdos.

Células el cuerpo, diferentes a las neuronas, activan un gen de la memoria, el mismo gen que activan las células del encéfalo cuando detectan un patrón en la información y reestructuran sus conexiones para formar recuerdos, según una nueva investigación. Imagen generada con DALL-E

Es de conocimiento popular que nuestros cerebros —y, específicamente, nuestras células cerebrales— almacenan recuerdos. Sin embargo, un equipo de científicos ha descubierto que células de otras partes del cuerpo también desempeñan actividades memorísticas, lo que abre nuevas ventanas para comprender cómo funciona la memoria. También ofrece nuevas herramientas para mejorar el aprendizaje y tratar afecciones relacionadas con la pérdida de memoria.

«Se suele asociar el aprendizaje y la memoria únicamente con los cerebros y las células cerebrales, pero nuestro estudio muestra que otras células en el cuerpo también pueden aprender y formar recuerdos», explica Nikolay V. Kukushkin, autor principal del estudio realizado en la Universidad de Nueva York (NYU), en Estados Unidos, y publicado en la revista Nature Communications.

Los científicos implicados en la investigación se marcaron como objetivo entender mejor si las células no cerebrales ayudaban a la memoria recurriendo a una propiedad neurológica establecida desde hace mucho tiempo: el efecto de masificación-espaciado. Según este, el entrenamiento distribuido en varias sesiones (entrenamiento espaciado) produce una memoria más fuerte que la misma cantidad de entrenamiento aplicada en un solo episodio (entrenamiento masivo).

Activado un «gen de la memoria»

En la investigación de Nature Communications, los científicos reprodujeron el aprendizaje a lo largo del tiempo estudiando en un laboratorio dos tipos de células humanas no cerebrales: una procedente del tejido nervioso y otra de tejido renal. Para ello, las expusieron a diferentes patrones de señales químicas, al igual que las células cerebrales se exponen a patrones de neurotransmisores cuando aprendemos nueva información.

En respuesta, las células nerviosas y renales activaron un «gen de la memoria», el mismo gen que activan las células del encéfalo cuando detectan un patrón en la información y reestructuran sus conexiones para formar recuerdos.

Para monitorizar el proceso de memoria y aprendizaje, los científicos modificaron genéticamente a estas células no cerebrales con el propósito de que produjeran una proteína luminosa, que indica cuándo el gen de la memoria está activo y cuándo, inactivo.

Un investigador de la Universidad de Nueva York administra señales químicas a células no neuronales cultivadas en una placa de cultivo.

Un investigador de la Universidad de Nueva York administra señales químicas a células no neuronales cultivadas en una placa de cultivo. Crédito: Nikolay Kukushkin.

Aprender con pausas o de una sentada

Los resultados demostraron que estas células podían determinar cuándo los impulsos químicos, que imitaban ráfagas de neurotransmisores en el cerebro, se repetían en lugar de simplemente prolongarse, igual que las neuronas de nuestro cerebro pueden registrar cuándo aprendemos con pausas en lugar de empollar todo el material de una sentada.

En concreto, cuando los pulsos se administraban a intervalos espaciados, activaban el gen de la memoria con más fuerza y durante más tiempo que cuando el mismo tratamiento se administraba de una sola vez.

«Esto refleja el efecto de masificación-espaciado” — afirma Kukushkin, profesor clínico asociado de la NYU Liberal Studies. Y añade— Demuestra que la capacidad de aprender de la repetición espaciada no es exclusiva de las células cerebrales, sino que, de hecho, podría ser una propiedad fundamental de todas las células».

Recuerdos de la quimioterapia

Los investigadores añaden que los hallazgos no solo ofrecen nuevas formas de estudiar la memoria, sino que también apuntan a posibles beneficios relacionados con la salud.

En palabras de Kukushkin, «este descubrimiento abre nuevas puertas a la comprensión del funcionamiento de la memoria, y podría conducir a mejores formas de potenciar el aprendizaje y tratar los problemas de memoria. Y añade—: Al mismo tiempo, sugiere que, en el futuro, tendremos que tratar nuestro cuerpo más como si se tratara del cerebro; por ejemplo, considerar lo que nuestro páncreas recuerda sobre el patrón de nuestras comidas pasadas, para mantener niveles saludables de glucosa en sangre, o considerar lo que una célula cancerosa recuerda sobre el patrón de la quimioterapia [que ha recibido]». ▪️

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