Las nuevas células que podrían ser clave para tratar la obesidad

Comprender cómo se forma y funciona el tejido adiposo es crucial para abordar la obesidad y las enfermedades metabólicas relacionadas con ella. Sin embargo, el tejido adiposo o grasa corporal se comporta de manera diferente según su ubicación en el cuerpo, afirma un nuevo estudio.

Por la Escuela Politécnica Federal de Lausana

Personas obesas.

El tejido adiposo es un tipo de tejido conjuntivo especializado en almacenar energía en forma de grasa. Además de su función de almacenamiento de energía, el tejido adiposo desempeña roles importantes en el aislamiento térmico, la protección mecánica de órganos y la secreción de hormonas y otras sustancias. También puede participar en la respuesta inflamatoria mediante la secreción de citoquinas y otros mediadores inflamatorios y regular el metabolismo de los lípidos a través de la liberación de ácidos grasos y glicerol cuando es necesario.

Existen dos tipos principales de tejido adiposo: el tejido adiposo blanco y el tejido adiposo marrón. El exceso del primero, especialmente en la región abdominal, está asociado con un mayor riesgo de enfermedades metabólicas como la obesidad, la diabetes de tipo 2, las enfermedades cardiovasculares y ciertas formas de cáncer.

Comprender cómo se forma y funciona el tejido adiposo es crucial para abordar la obesidad y las enfermedades metabólicas relacionadas con ella. Sin embargo, el tejido adiposo o grasa corporal se comporta de manera diferente según su ubicación en el cuerpo, según un nuevo estudio.

El tejido adiposo omental está asociado con la forma del cuerpo de manzana.

Tomemos, por ejemplo, el epiplón, también llamado omento o redaño. Se trata de un tejido graso grande en forma de delantal que cuelga del estómago y que cubre los órganos dentro del peritoneo, como el estómago y los intestinos. El epiplón no solo almacena grasa, sino que también desempeña un papel importante en la regulación inmune y la regeneración de los tejidos.

El tejido adiposo omental está asociado con la forma del cuerpo de manzana, que surge cuando este depósito de grasa se expande de forma significativa. Este hecho aumentando el riesgo de que aparezcan enfermedades metabólicas. Esta expansión no se debe a la formación de nuevas células grasas, un proceso conocido como adipogénesis, sino principalmente al agrandamiento de las células existentes, un proceso llamado hipertrofia. Esto puede provocar inflamación crónica y resistencia a la insulina.

Recordemos que la adipogénesis es el proceso mediante el cual las células precursoras, denominadas preadipocitos, se diferencian en adipocitos maduros, que son las células especializadas en almacenar grasa. Este proceso es crucial para la regulación del metabolismo energético y está influenciado por una variedad de factores hormonales, nutricionales y genéticos.

La limitada capacidad de la grasa omental para formar nuevas células adiposas, a pesar del exceso de calorías, contrasta con la grasa subcutánea, y sigue siendo poco conocida. Ahora, científicos dirigidos por el profesor Bart Deplancke, de la Escuela Politécnica Federal de Lausana (EPFL), han identificado en el tejido adiposo omental humano una población de células que dificulta la citada adipogénesis.

El descubrimiento, publicado en la revista Cell Metabolism, aporta una nueva perspectiva sobre la limitada capacidad de la grasa omental para llevar a cabo la adipogénesis y tiene importantes implicaciones para el tratamiento de la obesidad.

Imagen microscópica de tejido adiposo omental humano (grasa visceral).

Imagen microscópica de tejido adiposo omental humano (grasa visceral). Cortesía: Dr. Radiana Ferrero and Julie Russeil (EPFL)

Los investigadores utilizaron la secuenciación avanzada de ARN unicelular para analizar células de varios depósitos de grasa humana, aislar distintas subpoblaciones celulares y comprobar su capacidad para convertirse en nuevas células adiposas. El estudio contó con la participación de más de treinta donantes humanos voluntarios para realizar una comparación detallada entre las distintas localizaciones de la grasa.

El método permitió identificar una población de células presentes en el tejido adiposo omental que bien podría ser la clave para explicar sus inusuales propiedades. Estas células, denominadas células mesoteliales, suelen recubrir ciertas cavidades internas del cuerpo a modo de capa protectora.

Entre estas células mesoteliales, algunas de ellas se aproximaron extrañamente a la transición a células mesenquimales, que pueden convertirse en diversos tipos celulares, incluidos los adipocitos (células adiposas). Esta transición dinámica entre estados celulares puede ser un mecanismo clave a través del cual estas células ejercen su influencia sobre el potencial adipogénico del tejido adiposo omental.

El estudio descubrió que las propiedades de estas células similares a las mesenquimales están asociadas a una mayor capacidad para modular su microentorno, lo que proporciona un mecanismo regulador para limitar la expansión del tejido adiposo. Al alternar entre estos dos estados, las células pueden influir en el comportamiento metabólico general del depósito de grasa omental, así como en su capacidad para acumular grasa sin desencadenar complicaciones metabólicas.

Terapias dirigidas a modular el comportamiento de depósitos de grasa específicos.

“Y lo que es más importante, también hemos descubierto, al menos parte, el mecanismo molecular por el que esta nueva población de células omentales afecta a la adipogénesis— afirma Radiana Ferrero, de la EPFL, una de las autoras principales del estudio. Y añade—: En concreto, las células expresan altos niveles de la proteína de unión a factor de crecimiento similar a la insulina 2 (IGFBP2), una proteína conocida por inhibir la adipogénesis, y secretan esta proteína en el microentorno de las células. Esto, a su vez, afecta a receptores específicos de las células madre y progenitoras adiposas cercanas, lo que impide de manera eficaz que se conviertan en células adiposas maduras”.

“Los nuevos hallazgos tienen profundas implicaciones para comprender y potencialmente controlar la obesidad metabólicamente insana— explica Pernille Rainer (EPFL), otra de las investigadoras principales del estudio. Y concluye—: Saber que la grasa omental tiene un mecanismo incorporado para limitar la formación de células adiposas podría conducir a nuevos tratamientos que modulen este proceso natural. Además, la investigación abre posibilidades para desarrollar terapias dirigidas a modular el comportamiento de depósitos de grasa específicos”.

  • Información facilitada por la Escuela Politécnica Federal de Lausana -Adaptación: Enrique Coperías / Rexmolón Producciones

  • Fuente: Radiana Ferrero, Pernille Yde Rainer, Marie Rumpler, Julie Russeil, Magda Zachara, Joern Pezoldt, Guido van Mierlo, Vincent Gardeux, Wouter Saelens, Daniel Alpern, Lucie Favre, Nathalie Vionnet, Styliani Mantziari, Tobias Zingg, Nelly Pitteloud, Michel Suter, Maurice Matter, Kai-Uwe Schlaudraff, Carles Canto and Bart Deplancke. A human omentum-specific mesothelial-like stromal population inhibits adipogenesis through IGFBP2 secretion. Cell Metabolism (2024). DOI: https://doi.org/10.1016/j.cmet.2024.04.017

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