¿Favorece la evolución planetaria la vida inteligente? Un nuevo estudio aumenta las probabilidades de que no estemos solos

Una nueva teoría desafía la idea de que la inteligencia humana es un evento improbable y sugiere que la evolución natural de los planetas podría favorecer el surgimiento de vida similar a la nuestra en otros mundos. ¿Estamos realmente solos en el universo? La ciencia ahora apunta a que no.

Por Enrique Coperías

Una nueva teoría sugiere que la humanidad y otras formas de vida similares fuera de la Tierra podrían ser el resultado natural de la evolución biológica y de los cambios en los planetas, en lugar de un evento extremadamente raro o improbable. Imagen genareda con Grok

La humanidad podría no ser un fenómeno extraordinario, sino el resultado natural de la evolución en la Tierra y, posiblemente, en otros planetas. Así lo sugiere un nuevo modelo científico que desafía la teoría de los «pasos difíciles», la cual sostiene que el surgimiento de la vida inteligente fue un evento altamente improbable.

Este nuevo modelo, desarrollado por un equipo de investigadores de Penn State, en Estados Unidos, plantea que la aparición de la inteligencia en la Tierra no fue un accidente extremadamente raro, sino una consecuencia natural de la evolución planetaria. Según los padres de esta idea, esta interpretación incrementa la probabilidad de que existan formas de vida inteligente en otras partes del universo.

La teoría de los pasos difíciles, propuesta por el físico teórico australiano Brandon Carter en 1983, sostiene que la evolución de la vida inteligente en la Tierra fue un evento extremadamente improbable debido a la necesidad de superar una serie de transiciones evolutivas altamente improbables en un tiempo limitado.

La hipótesis de los pasos difíciles

Según esta hipótesis, cada uno de estos pasos difíciles —como el origen de la vida, la aparición de células eucariotas, la multicelularidad, la inteligencia y la civilización— tenía una baja probabilidad de ocurrir dentro de la vida útil del Sol. Como resultado, Carter concluyó que la existencia de civilizaciones tecnológicas similares a la humana en el cosmos debe ser extremadamente rara.

Esta teoría ha sido influyente en la astrobiología y en la paradoja de Fermi —la aparente contradicción entre la alta probabilidad de que existan civilizaciones inteligentes en el universo y la falta de evidencia de su existencia—, pero recientes estudios sugieren que la evolución de la vida puede estar más vinculada a factores ambientales y planetarios que a la simple improbabilidad de ciertos eventos biológicos.

Sin embargo, el nuevo estudio propone una visión alternativa basada en la evolución del entorno terrestre y la interacción entre la vida y su ambiente. Sus defensores, un equipo interdisciplinario de astrofísicos y geobiólogos, explican que la Tierra inicialmente presentaba condiciones inhóspitas para muchas formas de vida. Sin embargo, los procesos evolutivos clave se activaron cuando el planeta alcanzó un estado «permisivo».

La teoría de los pasos difíciles sostiene que la evolución de la vida inteligente en la Tierra fue un evento extremadamente improbable debido a la necesidad de superar una serie de transiciones evolutivas altamente improbables en un tiempo limitado.

La teoría de los pasos difíciles sostiene que la evolución de la vida inteligente en la Tierra fue un evento extremadamente improbable debido a la necesidad de superar una serie de transiciones evolutivas altamente improbables en un tiempo limitado. Y según este razonamiento, la probabilidad de la existencia de seres inteligentes en otros mundos rozaría el cero. Imagen generada con Grok

Un «chute» de oxígeno

«Por ejemplo, la vida animal compleja requiere un cierto nivel de oxígeno en la atmósfera —explica Dan Mills, investigador postdoctoral de la Universidad de Múnich y autor principal del estudio, en un comunicado de la Penn State. Y añade—: La oxigenación de la atmósfera terrestre, impulsada por microbios y bacterias fotosintéticas, no fue un evento fortuito, sino un paso evolutivo natural que allanó el camino para formas de vida más complejas».

Mills también señala que la evolución humana ocurrió «a tiempo», cuando las condiciones ambientales eran propicias, y no como resultado de una serie de eventos fortuitos. «Si la evolución de la inteligencia es un proceso vinculado a la evolución planetaria, entonces podría ser solo cuestión de tiempo para que ocurra en otros mundos —dice Mills. Y continúa—: Algunos planetas podrían haber alcanzado estas condiciones más rápido que la Tierra, mientras que otros podrían tardar más».

Según la teoría de los pasos difíciles, la rareza de la inteligencia se debe a la baja probabilidad de eventos clave como el origen de la vida, la aparición de células complejas y el desarrollo de la cognición humana. Como ya se ha avanzado, Carter basó su hipótesis en la edad del Sol, que es de aproximadamente 10.000 millones de años, y la de la Tierra, que ronda los 5.000 millones de años.

El tiempo evolutivo ha de medirse en escalas geológicas

Sin embargo, el nuevo modelo argumenta que el tiempo evolutivo debe medirse en escalas geológicas, que reflejan los cambios en la atmósfera y el paisaje planetario.

«En lugar de considerar la vida útil del Sol, deberíamos centrarnos en el tiempo geológico, ya que es el período en el que se producen transformaciones clave en el ambiente planetario —sostiene Jason Wright, profesor de Astronomía y Astrofísica en la Penn State y coautor del artículo. Y añade—: Si la vida evoluciona junto con su planeta, entonces lo hace a un ritmo planetario».

Wright también explica que la teoría de los pasos difíciles ha dominado el pensamiento científico durante décadas en parte porque se originó en la astrofísica, el campo que tradicionalmente estudia la formación de planetas y sistemas estelares. No obstante, el nuevo estudio es una colaboración entre físicos y geobiólogos, lo que permitió integrar diferentes perspectivas para una comprensión más completa de la evolución de la vida.

Los científicos proponen que la evolución de la vida en otros mundos han estado ligada a ventanas de habitabilidad. Cortesía: Alazar Kassahun

¿Solos en el cosmos?

«Este artículo representa un esfuerzo interdisciplinario sin precedentes —destaca Jennifer Macalady, profesora de Geociencias en Penn State y coautora del estudio, publicado en la revista Science Advances. Y añade—: Nuestros campos de estudio estaban separados, pero logramos unirlos para abordar una de las preguntas más fundamentales: ¿cómo llegamos aquí y estamos realmente solos en el universo?".

La reevaluación del modelo de los pasos difíciles muestra que muchas de las transiciones evolutivas consideradas improbables podrían haber sido simplemente resultado de condiciones ambientales cambiantes. Los científicos proponen que la evolución de la vida en la Tierra ha estado ligada a ventanas de habitabilidad, esto es, períodos en los cuales los cambios en la química atmosférica y oceanográfica permitieron la aparición de nuevas formas de vida.

Un ejemplo de ello es la aparición de la fotosíntesis oxigénica, que permitió el aumento de oxígeno en la atmósfera y el desarrollo de organismos aeróbicos. Este proceso, junto con otros cambios ambientales, generó un entorno cada vez más propicio para formas de vida más complejas, lo que sugiere que la evolución de la inteligencia puede no haber dependido tanto de la suerte, sino de procesos físicos y químicos inevitables en la historia de los planetas.

Inteligencias pasadas… y extintas

El equipo también cuestiona la idea de que la inteligencia humana sea un fenómeno único e irrepetible. «Es posible que en el pasado hayan existido otras formas de inteligencia en la Tierra, pero que no hayan dejado rastro debido a la extinción u otros factores —comenta Wright. Y añade—: Esta idea se refuerza con la hipótesis de que eventos clave como la aparición de células eucariotas y la multicelularidad animal pueden haber ocurrido en varias ocasiones, pero fueron eliminados por eventos ambientales adversos».

Para poner a prueba su modelo, los investigadores proponen examinar la validez de los pasos difíciles evolutivos. Entre los experimentos sugeridos se incluyen la búsqueda de biofirmas en las atmósferas de exoplanetas, como la presencia de oxígeno, y estudios en laboratorio sobre la resiliencia de formas de vida unicelulares y multicelulares en condiciones extremas de oxígeno y temperatura.

Hablamos de los microorganismos extremófilos, seres unicelulares capaces de sobrevivir y prosperar en condiciones extremas que serían letales para la mayoría de las formas de vida. Pueden encontrarse en entornos como aguas termales, regiones ácidas, el fondo del océano, el hielo polar o incluso en ambientes con alta radiación. Su capacidad de adaptación los convierte en un modelo clave para la astrobiología, ya que podrían existir en otros planetas con condiciones hostiles similares a las de la Tierra primitiva.

«Nuestra perspectiva sugiere que el surgimiento de la vida inteligente podría no ser un fenómeno tan raro como se pensaba —propone Wright. Y concluye—: Más que una serie de eventos improbables, la evolución podría ser un proceso predecible que ocurre cuando las condiciones globales lo permiten. Si esto es cierto, entonces la probabilidad de que existan otras civilizaciones en el universo es mucho mayor de lo que imaginábamos».▪️

  • Información facilitada por la Penn State

  • Fuente: Daniel B. Mills et al. A reassessment of the “hard-steps” model for the evolution of intelligent life. Science Advances (2025). DOI: 10.1126/sciadv.ads5698

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