¿Es bueno incluir las calorías en los menús? No siempre, advierte un estudio

El etiquetado calórico en las cartas de los restaurantes busca combatir la obesidad, pero un nuevo estudio muestra que puede perjudicar a las personas con trastornos alimentarios, al exacerbar los comportamientos restrictivos.

Por Enrique Coperías

Las personas con trastornos alimentarios muestran una mayor tendencia a fijarse en las etiquetas de calorías, a prestarles más atención y a modificar su comportamiento en función de sus contenidos

Las personas con trastornos alimentarios muestran una mayor tendencia a fijarse en las etiquetas de calorías, a prestarles más atención y a modificar su comportamiento en función de sus contenidos, según un nuevo estudio.

Un nuevo estudio publicado en la revista médica BMJ Public Health destaca los efectos negativos de las etiquetas de calorías en los menús de los restaurantes en las personas con trastornos alimentarios, como anorexia, trastorno por atracón y bulimia.

Esta revisión, que es la primera de su tipo, fue realizada por investigadores del King's College London, en el Reino Unido, y ha revelado que aquellas personas diagnosticadas con trastornos alimentarios tienden a modificar sus comportamientos cuando se les presenta un menú con información calórica.

Aunque no es obligatorio, algunos restaurantes en España han optado por incluir información calórica en sus menús como medida voluntaria para promover elecciones alimentarias más informadas entre los clientes. Pero no en todos los países es así. Desde su implementación en Inglaterra en 2022, las etiquetas de calorías han sido obligatorias en los menús de los restaurantes, cafeterías y establecimientos de comida para llevar con 250 o más empleados.

En España, unas 400.000 personas sufren algún trastorno de la conducta alimentaria

El objetivo de esta medida no es otro que combatir la creciente obesidad, pero también ha generado controversia debido a sus posibles efectos negativos en personas con trastornos alimentarios. Según la organización benéfica Beat, al menos 1,25 millones de personas en el Reino Unido padecen un trastorno alimentario, y el número de hospitalizaciones por este motivo ha aumentado en un 7 % cada año desde 2005.

En España, aproximadamente 400.000 personas sufren algún trastorno de la conducta alimentaria, de las cuales 300.000 son jóvenes de entre doce y veinticuatro años, lo que convierte a estos trastornos en la tercera causa de enfermedad crónica en la adolescencia, según datos de la Asociación TAC de Aragón.

«Nuestro estudio subraya la frustración de las personas con trastornos alimentarios al sentirse excluidas de la conversación sobre las etiquetas de calorías —advierte el doctor Tom Jewell, autor principal del estudio y profesor de Enfermería de Salud Mental en el King's College London. Y añade—: Es crucial equilibrar los efectos positivos y negativos de estas etiquetas en cualquier política de salud pública. Las decisiones sobre el etiquetado nutricional deben tener en cuenta tanto la obesidad como los trastornos alimentarios».

Patrones inquietantes

En palabras de la doctora Nora Trompeter, coautora del estudio e investigadora del University College London «nuestro trabajo aporta una importante contribución a la base de pruebas sobre las etiquetas calóricas. Aunque se presta mucha atención a la eficacia de estas políticas para reducir la obesidad, también es esencial investigar si pueden perjudicar inadvertidamente a las personas con trastornos alimentarios».

El estudio, que revisó dieciséis investigaciones en diferentes países y en el que han participado un total de 8.074 personas, revela patrones inquietantes. Los individuos con trastornos alimentarios mostraron una mayor tendencia a fijarse en las etiquetas de calorías, a prestarles más atención y a modificar su comportamiento en función de sus contenidos.

Esta reacción no es anecdótica, sino que se ha identificado como un fenómeno generalizado entre quienes padecen trastornos como la anorexia nerviosa, la bulimia y los trastornos de la conducta alimentaria no especificados.

Asociar las calorías con el control del peso

Las personas con trastornos alimentarios tienden a asociar las calorías con el control de su peso, lo que puede llevar a decisiones alimentarias dañinas, como evitar ciertos alimentos y reducir su ingesta calórica. Estas conductas pueden exacerbar los síntomas de su trastorno.

Un hallazgo alarmante fue que algunos participantes en el estudio indicaron que ver las etiquetas de calorías reforzaba sus creencias y comportamientos relacionados con sus trastornos alimentarios, lo que complicaba aún más su recuperación.

Por otro lado, la investigación también encontró que las etiquetas de calorías podían tener efectos positivos en ciertos grupos. Algunas personas con trastornos de la conducta alimentaria, especialmente aquellas con trastornos como la bulimiay el trastorno por atracón, informaron que las etiquetas les ofrecían una sensación de seguridad, al permitirles controlar mejor su ingesta calórica. Esto les ayudaba a reducir su ansiedad al comer.

En algunos países, las grandes cadenas de restauración están obligadas a mostrar el valor energético de sus platos en los menús.

En algunos países, las grandes cadenas de restauración están obligadas a mostrar el valor energético de sus platos en los menús.

Efecto negativo en la anorexia nerviosa

En estos casos, las etiquetas calóricas ofrecían una percepción de control, algo que puede ser beneficioso para aquellos que tienen dificultades para manejar su relación con la comida.

Sin embargo, los efectos perjudiciales parecían ser más pronunciados en personas con trastornos restrictivos, como la anorexia nerviosa, que a menudo veían las etiquetas como una herramienta para reforzar su conducta restrictiva. Estos individuos solían elegir opciones de bajo contenido calórico, incluso si esto los dejaba con hambre, lo que evidenció cómo las etiquetas podían facilitar comportamientos nada saludables.

Un aspecto importante del estudio es que también dedica un espacio a cómo estas políticas públicas afectaban la salud mental de los individuos. Los participantes indicaron que las etiquetas de calorías no solo afectaban a sus decisiones alimentarias, sino que también interferían en su bienestar emocional.

Ansiedad, culpa y el aislamiento social tras las etiquetas calóricas

La ansiedad, la culpa y el aislamiento social fueron consecuencias comunes entre quienes se veían obligados a interactuar con las etiquetas calóricas. Muchos informaron que evitar los restaurantes o incluso socializar con amigos se convirtió en una tarea difícil, ya que la presión por cumplir con las expectativas de bajo consumo calórico los aislaba de situaciones sociales importantes.

El estudio también destaca que las etiquetas de calorías pueden contribuir a un aumento de las conversaciones sobre dietas entre amigos y familiares, lo que a su vez puede aumentar la angustia emocional y las tensiones. Como destacó uno de los participantes, la simple presencia de una etiqueta de calorías puede hacer que el comensal se sienta expuesto, especialmente si pide una carta de menú sin calorías para evitar esta información, lo que puede revelar su trastorno alimentario.

Este miedo a ser juzgado o etiquetado socialmente puede hacer que algunas personas opten por no comer fuera de casa o de la oficina o por evitar situaciones en las que se vean forzadas a enfrentarse con sus propios trastornos alimentarios.

Especificar las calorías de los platos que aparecen en un menú puede resultar beneficioso para aquellas personas que buscan una alimentación sana y equilibrada, pero puede tener un efecto negativo en personas con anorexia nerviosa.

Especificar las calorías de los platos que aparecen en un menú puede resultar beneficioso para aquellas personas que buscan una alimentación sana y equilibrada, pero puede tener un efecto negativo en personas con anorexia nerviosa.

Frustración por sentirse ignorados

Los resultados de esta investigación refuerzan las preocupaciones sobre la falta de consideración en la formulación de políticas de salud pública dirigidas a la obesidad, denuncian los autores. Si bien las etiquetas de calorías pueden tener efectos beneficiosos para algunas personas, especialmente para quienes buscan control sobre su alimentación, su impacto en las personas con trastornos alimentarios debe ser cuidadosamente evaluado.

«Es fundamental que los responsables de las políticas de salud pública equilibren los efectos potencialmente negativos de las etiquetas de calorías en las personas con trastornos alimentarios, a la par que abordan la obesidad"», aconseja el doctor Jewell.

A lo largo de los estudios revisados, los participantes expresaron frustración por sentirse ignorados en el debate sobre las políticas de etiquetado nutricional. A menudo se percibía que las necesidades de las personas con trastornos alimentarios eran vistas como menos importantes en comparación con los esfuerzos para combatir la obesidad, lo que creó un sentimiento de alienación, según la doctora Trompeter.

Por último, este trabajo de revisión también hace un llamamiento para que haya una mayor investigación, especialmente dirigida a las poblaciones más jóvenes y diversas, como adolescentes y hombres, quienes también sufren de trastornos alimentarios pero cuyos casos a menudo quedan marginados en la investigación y las políticas públicas.

De hecho, hasta un 25 % de las personas con trastornos alimentarios son del género masculino, y se ha demostrado que las políticas actuales no reflejan adecuadamente las experiencias de todas las personas afectadas. ▪️

  • Información facilitada por el King's College de Londres

  • Fuente: Nora Trompeter, Fiona Duffy, Imogen Peebles, Emily Wadhera, Kate Chambers, Helen Sharpe, Ellen Maloney, Dasha Nicholls, Ulrike Schmidt, Lucy Serpell, Tom Jewel. Impact of out-of-home nutrition labelling on people with eating disorders: a systematic review and meta-synthesis: BMJ Public Health (2025). DOI: 10.1136/bmjph-2023-000862

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