Un cambio climático radical puso en serios apuros a los cazadores-recolectores en Europa

Con ayuda del mayor conjunto de datos de fósiles humanos de la Edad de Hielo de Europa hasta la fecha, un equipo de investigación internacional ha descubierto cómo los cazadores-recolectores prehistóricos se enfrentaron a un cambio climático hace entre 47.000 y 7.000 años. El frío se llevó por delante a los habitantes de Europa Occidental.

Por el Senckenberg Research Institute and Natural History Museum

Reconstrucción artística de un grupo de cazadores-recolectores de la Edad de Hielo

Reconstrucción artística de un grupo de cazadores-recolectores de la Edad de Hielo. Crédito: Tom Björklund

Hace unos 45.000 años, los primeros seres humanos modernos emigraron a Europa durante la última Edad de Hielo. Este hito marcó el inicio del llamado Paleolítico superior. Estos primeros grupos poblaron continuamente el continente europeo, incluso durante el denominado último máximo glacial, hace unos 25.000 años, cuando los glaciares cubrieron grandes zonas del norte y centro de Europa.

«Los arqueólogos han debatido durante mucho tiempo la influencia de los cambios climáticos y las nuevas condiciones ambientales asociadas en la demografía de los cazadores-recolectores de aquella época —dice Hannes Rathmann, del Centro Senckenberg de Evolución Humana y Paleoambiente de la Universidad de Tubinga, en Alemania. Y añade—: Debido al limitado número de fósiles disponibles y a su conservación a nivel molecular, a menudo deficiente para el análisis del ADN antiguo, ha sido muy difícil extraer conclusiones sobre el impacto de los factores climáticos en la migración, el crecimiento, el declive y la extinción de la población».

Por ello, junto con un equipo de investigadores de Italia, Estados Unidos y Alemania, Rathmann optó por un nuevo enfoque para aclarar esta cuestión. En lugar de analizar los pocos individuos prehistóricos dispersos de los que se dispone de ADN antiguo, el equipo examinó sus dientes.

Los dientes son el tejido más duro del cuerpo humano

«Los dientes son el tejido más duro del cuerpo humano y, por tanto, son los elementos esqueléticos fósiles más comunes encontrados por los arqueólogos. Y añade—: Esto nos ha permitido recopilar un conjunto de datos sin precedentes que es significativamente mayor que los anteriores conjuntos de datos esqueléticos y genéticos. Nuestra colección recién recopilada incluye datos dentales de 450 seres humanos prehistóricos de toda Europa, que abarcan el periodo comprendido entre hace 47.000 y 7.000 años» .

Los investigadores se centraron en los rasgos dentales morfológicos, es decir, pequeñas variaciones dentro de la dentición, como el número y la forma de las cúspides de la corona, los patrones de crestas y surcos en la superficie de masticación o la presencia o ausencia de muelas del juicio.

«Estos rasgos son heredables, lo que significa que podemos utilizarlos para rastrear las relaciones genéticas entre los seres humanos de la Edad de Hielo sin necesidad de contar con ADN antiguo bien conservado», explica Rathmann. Como estos rasgos pueden observarse a simple vista, el equipo también examinó cientos de fotos publicadas de fósiles.

«Examinar fotografías históricas en busca de rasgos dentales fue especialmente emocionante, ya que nos permitió incluir fósiles importantes que desgraciadamente ya no existen, como los perdidos o destruidos durante la Segunda Guerra Mundial», dice Rathmann.

Estos tres cráneos humanos hallados en la cueva de Hohlenstein-Stadel, en el sur de Alemania, datan de hace unos 8.500 años, probablemente pertenecientes a una misma familia: un hombre (izquierda), una mujer (derecha) y un niño (centro). Crédito: Colección Osteológica / Universidad de Tübingen

Los resultados del estudio muestran que desde hace unos 47.000 a 28.000 años, durante el Pleniglacial medio, las poblaciones de Europa Occidental y Oriental estaban genéticamente bien conectadas. «Este hallazgo es consistente con nuestro conocimiento previo de los estudios arqueológicos, que identificaron similitudes generalizadas en las herramientas de piedra, las armas de caza y el arte portátil de las diferentes regiones», explica la coautora del trabajo Judith Beier, del Centro DFG de Estudios Avanzados Palabras, Huesos, Genes, Herramientas de la Universidad de Tubinga.

Durante este período, Europa se caracterizó en gran medida por paisajes de estepa abierta que podían albergar grandes manadas de mamíferos, la principal fuente de alimento para los cazadores-recolectores. Es probable que estas condiciones favorecieran la interrelación de las poblaciones.

En el periodo posterior, el Pleniglaciar tardío, hace entre 28.000 y 14.700 años, los investigadores no hallaron conexiones genéticas entre Europa Occidental y Oriental. Además, los análisis muestran que ambas regiones experimentaron una reducción significativa del tamaño de sus poblaciones, lo que provocó una pérdida de diversidad genética.

Cambios climáticos masivos con termómetros bajo cero

«Este drástico cambio demográfico fue causado probablemente por cambios climáticos masivos: las temperaturas durante este periodo descendieron a los valores más bajos de todo el Paleolítico superior y culminaron en el último máximo glacial, una época en la que las capas de hielo alcanzaron su mayor extensión y cubrieron la mayor parte del norte y centro de Europa», explica Beier.

En palabras de Beier, «el deterioro del clima provocó un cambio en la vegetación, que pasó de un paisaje estepario a otro predominantemente de tundra, lo que afectó a los hábitats de las presas y, en consecuencia, a los cazadores-recolectores que dependían de ellas”, explica Rathmann.

En palabras de Beier, «los resultados apoyan la teoría, sostenida desde hace tiempo, de que las poblaciones no solo fueron empujadas hacia el sur por el avance de las capas de hielo, sino que también se separaron en refugios en gran medida aislados con condiciones ambientales más favorables».

Las poblaciones de Europa Occidental se extinguieron y fueron más tarde por una nueva población que emigró desde Europa Oriental

Otro hallazgo destacable del estudio, que ha sido publicado en la revista Science Advances, es el descubrimiento de que las poblaciones de Europa Occidental se extinguieron en la transición del Pleniglaciar medio al Pleniglaciar tardío, y fueron sustituidas por una nueva población que emigró desde Europa Oriental.

Después del Pleniglacial Tardío, las temperaturas volvieron a subir de manera constante, los glaciares retrocedieron y la vegetación esteparia y forestal regresó, lo que permitió la primera recolonización de áreas previamente abandonadas. El equipo de investigación observó que durante este período, las poblaciones previamente aisladas y muy reducidas en Europa Occidental y Oriental comenzaron a crecer nuevamente en número y se reanudó la migración entre las regiones.

Las poblaciones humanas de Europa Occidental se extinguieron en la transición del Pleniglaciar medio al Pleniglaciar tardío.

Debido al intenso frío, las poblaciones humanas de Europa Occidental se extinguieron en la transición del Pleniglaciar medio al Pleniglaciar tardío. Imagen generada con Copilot

«Nuestro nuevo método, basado en un algoritmo de aprendizaje automático que llamamos Pheno-ABC, nos ha permitido por primera vez reconstruir acontecimientos demográficos prehistóricos complejos a partir de datos morfológicos. Por lo que sabemos, esto no se había conseguido nunca antes», afirma Maria Teresa Vizzari, coautora del estudio de la Universidad de Ferrara (Italia). Vizzari desempeñó un papel clave en el desarrollo del algoritmo.

La nueva herramienta analítica permite identificar el escenario demográfico más probable entre los muchos que se probaron. Según los investigadores, el método Pheno-ABC podría revolucionar en el futuro el análisis de la morfología de los esqueletos fósiles.

«Nuestro estudio aporta importantes datos sobre la historia demográfica de los europeos de la Edad de Hielo, y pone de relieve el profundo impacto de los cambios climáticos y medioambientales en la vida de los humanos prehistóricos —explica Rathmann. Y concluye—: Debemos aprender urgentemente de nuestro pasado si queremos abordar los complejos problemas medioambientales del futuro».

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