Cómo la leche materna estimula el cerebro del bebé

Una molécula de azúcar presente en la leche materna puede ser esencial para la salud de los cerebros en desarrollo y en proceso de envejecimiento.

 Por Julie Rafferty

Un nuevo estudio realizado por científicos del Jean Mayer USDA Human Nutrition Research Center on Aging (HNRCA), en la Universidad Tufts (EE. UU.), sugiere que un micronutriente de la leche materna humana proporciona un beneficio significativo para el cerebro en desarrollo de los recién nacidos, un hallazgo que ilumina aún más el vínculo existente entre la nutrición y la salud del cerebro y que, de paso, podría ayudar a mejorar las fórmulas infantiles que se utilizan en circunstancias en las que no es posible dar el pecho.

 El estudio, que aparece publicado en Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS), también allana el camino para estudiar qué papel podría desempeñar este micronutriente en el cerebro a medida que envejecemos.

Un micronutriente de la leche materna humana proporciona un beneficio significativo para el cerebro en desarrollo de los recién nacidos. Foto: Efes

Los investigadores han descubierto que la concentración del micronutriente, una molécula de azúcar llamada mioinositol, es mayor en la leche materna humana durante los primeros meses de lactancia, cuando las conexiones neuronales, denominadas sinapsis, se forman rápidamente en el cerebro del bebé. Esto era así independientemente de la etnia o los antecedentes de la madre; los investigadores perfilaron y compararon muestras de leche humana recolectadas en puntos concretos de Ciudad de México, Shanghái y Cincinnati a través del estudio Global Exploration of Human Milk, que incluyó madres sanas con neonatos producto de embarazos simples.

El mioinositol aumenta tanto el tamaño como la cantidad de conexiones sinápticas entre las neuronas en el cerebro en desarrollo.

Pruebas complementarias con modelos de roedores y neuronas humanas mostraron que el mioinositol aumentó tanto el tamaño como la cantidad de conexiones sinápticas entre las neuronas en el cerebro en desarrollo, lo que indica una conectividad más fuerte.

"La formación y el perfeccionamiento de la conectividad cerebral desde el nacimiento están guiadas por fuerzas genéticas y ambientales, así como por experiencias humanas", dice el autor principal del estudio Thomas Biederer, del Equipo de Neurociencia y Envejecimiento del HNRCA y miembro de la Facultad de Medicina de Yale, donde dirige un grupo de investigación en el Departamento de Neurología. “El impacto de estos factores es particularmente importante en dos etapas de la vida: durante la infancia y más adelante en la vida, cuando envejecemos y las sinapsis se pierden gradualmente”.

La dieta es una de las fuerzas ambientales que ofrece muchas oportunidades de investigación. En la primera infancia, el cerebro puede ser particularmente sensible a los factores dietéticos porque la barrera hematoencefálica es más permeable y las moléculas pequeñas ingeridas que forman parte de los alimentos pueden pasar más fácilmente de la sangre al cerebro.

“Como neurocientífico, me intriga cómo de profundos son los efectos de los micronutrientes en el cerebro”, dice Biederer. Y añade: "También es sorprendente lo compleja y rica que es la leche materna humana, y ahora creo que es concebible que su composición cambie dinámicamente para apoyar las diferentes etapas del desarrollo del cerebro infantil".

 Niveles similares de mioinositol entre mujeres en ubicaciones geográficas muy diferentes apuntan a su papel generalmente importante en el desarrollo del cerebro humano, observa este experto.

La dieta es una de las fuerzas ambientales que ofrece muchas oportunidades de investigación. En la primera infancia, el cerebro puede ser particularmente sensible a los factores dietéticos porque la barrera hematoencefálica es más permeable y las moléculas pequeñas ingeridas que forman parte de los alimentos pueden pasar más fácilmente de la sangre al cerebro. Credit: CDC

Investigaciones realizada por otros especialistas han demostrado que los niveles de inositol en el cerebro disminuyen con el tiempo a medida que se desarrollan los bebés. En adultos, se han encontrado niveles de inositol cerebral más bajos de lo normal en pacientes con trastornos depresivos graves y enfermedad bipolar. Las alteraciones genéticas en los transportadores de mioinositol se han relacionado con la esquizofrenia. Por el contrario, en personas con síndrome de Down y pacientes con alzhéimer y síndrome de Down, se han identificado acumulaciones de mioinositol más altas de lo normal.

En semillas, alubias, salvado, cítricos y melones.

“La investigación actual indica que, en circunstancias en las que no es posible amamantar al bebé, puede ser beneficioso aumentar los niveles de mioinositol en la fórmula infantil”, comenta Biederer.

Sin embargo, Biederer dice que es demasiado pronto para recomendar que los adultos consuman más mioinositol, que se puede encontrar en cantidades significativas en ciertas semillas, las alubias, el salvado, las frutas cítricas y el melón (no está presente en grandes cantidades en la leche de vaca ). “No sabemos por qué los niveles de inositol son más bajos en adultos con ciertas afecciones psiquiátricas o más altos en aquello que padecen otras enfermedades”, se pregunta Biederer.

A decir verdad, sigue habiendo una gran cantidad de preguntas en el aire: ¿los niveles más bajos de inositol en personas con depresión o enfermedad bipolar son una causa de esas enfermedades o una secuela de los medicamentos que se usan para tratarlas? ¿Los niveles más altos de lo normal en personas con síndrome de Down y enfermedad de Alzheimer sugieren que demasiado mioinositol es problemático? ¿Cuál es el nivel correcto de mioinositol que se debe tener en el cerebro para gozar de una salud cerebral óptima en las distintas etapas de la vida?

 “Mis colegas en el HNRCA y yo ahora queremos probar cómo los micronutrientes, como el mioinositol, pueden afectar a las células cerebrales y a la conectividad en el cerebro que envejece”, dice Biederer. “Esperamos que este trabajo –continúa– conduzca a una mejor comprensión de cómo los factores dietéticos interactúan con las aberraciones cerebrales relacionadas con la edad”.

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