La inteligencia artificial descubre que los eclipses solares hacen que las aves «cierren el pico»
Durante el eclipse solar total de 2024, miles de aves en América del Norte dejaron de cantar como si la noche cayera de repente. Un estudio pionero muestra cómo la oscuridad extrema altera su comportamiento en cuestión de minutos.
Por Enrique Coperías
Las aves callan como un muerto durante los eclipses de sol, pero solo cuando el eclipse supera el 99%, según un nuevo estudio. Imagen generada con Gemini
Los eclipses solares totales, esto es, cuando la Luna se alinea perfectamente entre la Tierra y el Sol, son fenómenos naturales que despiertan fascinación en todo el planeta. Durante unos pocos minutos, el Sol desaparece del cielo a plena luz del día, para sumir vastas regiones del planeta en una oscuridad casi total.
Más allá del asombro humano, estos eventos tienen también un impacto nada despreciable en la fauna. Desde hace siglos, existen relatos que describen cómo los pájaros dejan de cantar, se esconden o adoptan comportamientos propios del anochecer durante un eclipse. Sin embargo, hasta hace poco, la evidencia científica era escasa y dispersa. Eso cambió con el eclipse solar del 8 de abril de 2024.
Un estudio, publicado en Scientific Reports, ha documentado cómo respondieron las aves al eclipse total de sol que cruzó América del Norte en 2024. El trabajo fue llevado a cabo por investigadores de Loggerhead Instruments y del K. Lisa Yang Center for Conservation Bioacoustics, en el Laboratorio de Ornitología de Cornell, y marca un antes y un después en este tipo de investigaciones.
Una red neuronal que reconoce las vocalizaciones de más de novecientas especies de aves
¿La razón? Por primera vez, se analizó el comportamiento de las aves a escala continental utilizando la inteligencia artificial y una red de monitorización acústico comunitaria libre de interferencias humanas: las haikuboxes.
Estas haikuboxes son pequeños dispositivos que los ciudadanos instalan en sus hogares para registrar sonidos de aves. Están equipados con sensores acústicos y una red neuronal que reconoce automáticamente las vocalizaciones de más de novecientas especies. En esta ocasión, los investigadores analizaron datos de 344 haikuboxes distribuidas por todo el continente, y pusieron el foco en aquellas zonas donde la cobertura del eclipse superó el 99%, es decir, donde la oscuridad fue casi total.
Los resultados son como menos muy reveladores. Tal como se sospechaba desde hace tiempo, los pájaros efectivamente disminuyen su actividad vocal en respuesta al eclipse, pero solo cuando la oscuridad alcanza niveles extremos. En otras palabras, no basta con que el sol se cubra un 90% o 95%: las aves siguen cantando en esas condiciones.
Solo reina el silencio cuando el eclipse supera el 99%
Solo cuando la ocultación solar supera el 99% se produce un cambio notable. David Mann, autor principal del estudio, lo resume así en un comunicado de Orca Communications: «Nuestro estudio muestra que, en promedio, las aves realmente se quedan en silencio durante y justo después de la totalidad, pero también aprendimos que este comportamiento está fuertemente ligado al grado de oscuridad experimentado».
Este descubrimiento es importante porque desmitifica parte de la narrativa popular que sugiere que cualquier eclipse produce un silencio generalizado. En realidad, la respuesta depende mucho del contexto lumínico, y también —como revela este estudio— del lugar, la especie y otras variables menos evidentes.
Uno de los hallazgos más interesantes fue la enorme variabilidad entre especies, e incluso entre individuos de la misma especie en lugares distintos. Por ejemplo, los carboneros cabecinegros (Poecile atricapillus) en dos sitios diferentes reaccionaron de forma opuesta: en Nueva York, guardaron silencio hasta bien pasado el momento de mayor oscuridad; mientras que en Vermont, aumentaron su vocalización justo durante y después del eclipse.
El factor «oscuridad»
Lo mismo ocurrió con los zorzales robín (Turdus migratorius): en un sitio de Kentucky cantaron sin pausa durante toda la totalidad, pero en Maine, los dejaron de vocalizar por completo.
Mann reconoce que este tipo de diferencias fue una de las partes más intrigantes del estudio: «La variabilidad en las respuestas de las aves y en sitios diferentes fue fascinante. No sabemos por qué las aves reaccionaron de forma tan distinta ante la oscuridad total. Aunque analizamos factores como la temperatura, la nubosidad y la velocidad del viento, no encontramos ninguna relación significativa con los cambios en las tasas de vocalización».
Esto sugiere que, más allá de las condiciones ambientales, es la oscuridad repentina —acompañada posiblemente de un descenso en la temperatura y en el viento— lo que activa estos cambios de comportamiento.
Borrado el elemento humano
Una de las grandes fortalezas de esta investigación fue que logró controlar la presencia humana, un factor clave que había complicado estudios anteriores. En muchas investigaciones previas, la presencia de personas observando las aves pudo alterar sel comportamiento de estas y generar respuestas no atribuibles al eclipse en sí.
En este caso, todos los dispositivos donde se detectó cualquier tipo de sonido humano —conversaciones, risas, fuegos artificiales— fueron excluidos del análisis. Así se garantizó que lo que se observaba era una reacción auténtica de las aves ante el fenómeno astronómico.
Mann explica que al revisar los datos por primera vez, apenas unas horas después del eclipse, se notaba un claro descenso en la actividad vocal cerca de la totalidad. Pero fue al eliminar los registros con presencia humana cuando emergió una historia mucho más rica y compleja.
«La gente estaba muy emocionada por el eclipse, y sus celebraciones probablemente influyeron en las reacciones de las aves —dice Mann—. Por eso fue tan importante aislar ese efecto para entender el impacto real del eclipse».
Imagen del eclipse solar total del 8 de abril de 2024, visto desde las Dunas de Bilbao, en México. Cortesía: ESA/Bo Bi & Bernard Foing /KOSMICA/LUNEX EuroMoonMars
Ciencia ciudadana, en acción
Además de los hallazgos etológicos, este estudio también tiene implicaciones metodológicas muy relevantes. En efecto, es el primero en aprovechar la red haikubox a gran escala para investigación científica, y demostrar el potencial de la ciencia ciudadana combinada con tecnología avanzada.
«En una época en la que la tecnología muchas veces nos aleja del mundo natural, haikubox hace lo contrario: fomenta una conexión más profunda con la naturaleza —explica Mann— Y añade—: Al combinar inteligencia artificial con el amor por el medio ambiente, Haikubox ayuda a las personas a involucrarse con su entorno de forma moderna y educativa».
Este sistema no solo ofrece una nueva ventana al comportamiento animal durante eventos astronómicos, sino que puede aplicarse a otras situaciones, como el estudio de incendios, tormentas w incluso la contaminación lumínica.
Investigar sin molestar
«Nuestros hallazgos pueden sentar las bases de futuras investigaciones sobre los efectos de la contaminación lumínica y los cambios repentinos en los niveles de luz en el comportamiento de las aves —dice Mann. Y continúa—: Además, demuestra que cuando combinamos el poder de la ciencia ciudadana con la tecnología inteligente, podemos *aprender cosas increíbles sobre la vida silvestre sin molestarla».
En definitiva, este estudio confirma que los eclipses solares totales sí tienen un impacto real en el comportamiento de las aves, y que solo la oscuridad extrema es capaz de inducir conductas similares a las nocturnas. Lo más importante es que este conocimiento se ha obtenido de forma no invasiva, gracias a la colaboración entre ciudadanos, científicos y tecnologías de monitoreo acústico automatizado.
En una época de cambios ambientales drásticos, contar con herramientas así será clave para entender y proteger la biodiversidad que aún nos rodea, concluye Mann. ▪️
Información facilitada por Orca Communications
Fuente: Mann, D., Anderson, A., Donner, A. et al. Continental-scale behavioral response of birds to a total solar eclipse. Scientific Reports (2025). DOI: https://doi.org/10.1038/s41598-025-94901-6